Una apabullante prolijidad formal invade cada una de las imágenes de Alma & Oskar, del prolífico cineasta austríaco Dieter Berner, a propósito de una historia que narra la relación de Alma Mahler y Oskar Kokoschka durante algunos años de la segunda década del siglo XX. Bienvenida, claro, esa excesiva caligrafía en cuanto a la reconstrucción de época, diseño de producción y vestuario; es decir, los elementos visuales que caracterizan en buena parte a un “cine de calidad”, donde se corre el riesgo de que el envoltorio aplaste cualquier logro en cuanto a una puesta en escena acorde con el lenguaje del cine. Y es lo que termina ocurriendo con Alma & Oskar: todo funciona a la perfección desde lo accesorio, pero derrapa en más de una ocasión desde el punto de vista narrativo.
La historia de Alma (viuda de Gustav Mahler) y el multiartista Oskar, a pura rebeldía por aquellos tiempos, está construida de manera efímera a través de una narrativa a base de pinceladas temáticas, como si fueran viñetas informativas que cuentan una relación que, justamente, tuvo esa característica transgresora que pateó el tablero de la época. Si alguna escena erótica (en realidad hay más de una) el director decide manifestarla con elocuencia para neutralizar los códigos del “cinema du qualité”, el resultado parece forzado, gratuito, bordeando el capricho adolescente. Y aquello más paradójico se establece desde esa puja entre lo macro y lo micro que propone la película. Inesperada paradoja, digamos: si Alma & Oskar tiene algún interés cinematográfico, ello se afinca en la reconstrucción de aquella Viena creativa de inicios de un nuevo siglo al borde la Primera Guerra Mundial, por encima de los celos de Kokoschka y las aventuras sexuales de Alma Mahler. Eso sí: en el momento en el que Oscar emplea una muñeca a imagen y semejanza de su amor fou, en ese instante el film suma algo de original y transgresor.
Justamente esta escena y el final en el escenario con Kokoschka con su objeto fetiche frente a la sorprendida mirada de ella, en esos instantes efímeros, reflexioné sobre cómo el cine encara un biopic sobre personajes de la alta cultura. Me arriesgo a sugerir que hay tres caminos: el didactismo histórico de manual, la prolijidad y tibieza de escaso riesgo y voltear toda consigna sobre esta clase de cine y que el director haga lo que se le antoja con la historia y sus personajes. Y en este punto vino el recuerdo de Ken Russell, sus virtudes y excesos, su megalomanía y hasta sus puerilidades estéticas y formales y su desvergonzado riesgo temático al que se calificó de “grasa”. En fin: por sus delirios de puesta en escena, por lo menos en pantalla grande, pasaron D.H. Lawrence, Gaudier, Liszt, Wagner, Tchaikovsky, Valentino. Y sí, extraño esas berretadas geniales y pirotécnicas de Ken.
En cuanto a Alma & Oskar y su director Dieter Bener, descansan sin dudar en el segundo de los caminos. Nunca descarrila…, pero cuánta tibieza, por favor.
(Austria, Alemania, Suiza, República Checa, 2022)
Dirección: Dieter Berner. Guion: Hilde Berger, Dieter Berner. Elenco: Emily Cox, Valentin Postlmayr, Anton von Lucke, Virginia Hartmann. Producción: Alexander Glehr, Johanna Scherz. Duración: 88 minutos.