8 años, 6 meses, 2 semanas y 1 día
Es lo que tuvo que esperar este redactor desde que terminó de ver Antes del Atardecer hasta que finalmente pudo ver Antes de la Medianoche. Es necesario entender esa brecha de tiempo, y todo lo que su paso conlleva, para poder darle un marco apropiado a esta trilogía. La saga “Antes de” es la historia de dos personajes sostenida en el tiempo. Es un desafío afrontado por las tres personas que dan vida a estos personajes. Los tres nombres que ocupan los roles de Director, Guionistas, Productores y protagonistas, y que no repararon en ambición para un proyecto que, a priori, parecía humilde.
George Bernard Shaw dijo una vez “El hombre que escribe sobre sí mismo y su época es el único que escribe sobre toda la gente y todos los tiempos”. Comprender esto abre el juego a la hora de tratar de capturar la esencia de estas tres películas de Linklater. No es casualidad que el director haya vivido una historia con Amy, una chica que conoció en un viaje, que ese viaje se haya transformado en Antes del Amanecer, donde Jesse y Celine se conocen y que, a su vez, Jesse haya escrito un libro sobre ese viaje. No es un caso en el que simplemente el arte imita y reproduce a la realidad, es Linklater tomando posición frente a un relato. Amanecer es la apuesta sencilla, si es que existe tal cosa dentro de esta saga: tratar de capturar, en menos de dos horas, lo que significa conocer a alguien, hacer una conexión y mostrar a dos seres humanos, hermosos e imperfectos, intercambiando sus inquietudes. Es un viaje de autodescubrimiento, pero que no está narrado bajo la premisa de un rito de iniciación, ni de una búsqueda, así como tampoco se nos presenta a través de experiencias personales, sino que son dos personajes que se redescubren cuando se encuentran en la mirada del otro.
Atardecer es aun más explícita y frontal, más honesta, si prefieren, respecto del artificio. La obra comienza con Linklater hablándonos a través de Jesse y “explicando” Amanecer, cosa que después haría con Celine y una guitarra en lugar de un libro. Esta maravillosa presentación no sólo cubre el vacío que podría llegar a tener el espectador que no vio la película original, sino que verbaliza el lugar desde donde se va a contar la película. Jesse y Celine ya saben quiénes son, de la misma forma que lo saben Julie, Ethan y Rick. Aquí el gancho no está en el autodescubrimiento, sino en la auto-aceptación. Jesse dice dos cosas muy importantes en ese monólogo, que es casi un soliloquio, si no fuera porque el genio de esos guionistas permitió justificarlo diegéticamente. Jesse cita a Wolfe y dice que cuando alguien se sienta a escribir no puede evitar usar el barro de su propia mente. Ficción, hablando de la ficción, que habla de la realidad, que habla de la ficción, que, nuevamente, habla de la realidad. La evidencia del artificio, el admitir que lo que uno está viendo es oficialmente ficción, pero que parte de una verdad, subjetiva, pero verdad al fin, surge de un acto de sinceridad del autor hacia su obra y del autor hacia su espectador, y cumple el rol de prólogo, pero que inmediatamente nos aclara que decir lo que pasó en la vida real sería quitarle la diversión a la historia. La segunda cosa que Jesse dice pasa casi desapercibida: cuando describe al personaje del libro que quiere escribir nos dice que el personaje entiende que la felicidad está en el acto, en la acción de hacer algo y no en obtener lo que se quiere. Las tensiones planteadas en esta escena, ya sean entre ficción y realidad, entre lo que pasó en la primera y lo que puede pasar en la segunda parte, y los debates internos que el personaje exterioriza a medida que nos habla, irán creciendo, complicándose y explicándose a medida que el film progresa. Ellos ya saben quiénes son y qué es lo que quieren, pero eso no implica que hayan encontrado felicidad en ello.
Esa mirada sobre lo humano que en la primera película nos muestra a los Jesse y Celine hablando sobre lo transitorio de la figura humana y la trascendencia de los lugares, y donde Richard, al finalizar la película, nos muestra, de día, los mismos lugares transitados por los protagonistas, en la segunda se invierte. En Atardecer vemos primero los lugares que serán recorridos por Jesse y Celine, presentados como una simple puesta en situación, maquillados como un montaje descriptivo escondiendo su función narrativa y su peso autoral. Ambos capítulos adquieren un valor artístico adicional a medida que se la vuelve a ver. Esta es una característica de toda buena obra, de la misma forma que toda buena secuela le otorga un valor adicional a la primera, generado a partir de la nueva información que recibe el espectador. Ahora bien, la idea detrás de ambas películas tiene que sobrellevar un desafío gigantesco: el temporal. Para Rick, Julie e Ethan pasaron 9 años. Para el espectador, también. A ambos lados de la pantalla hubo cambios, hubo crecimiento y maduración. El éxito de la segunda está, sin lugar a dudas, vinculado a la apuesta exitosa a ese cambio en la mirada, al crecimiento de los personajes a la par del crecimiento del espectador.
Tuve la buena fortuna de haber visto ambas con días de diferencia en un momento clave de mi vida. Estaba atravesando ese momento de cuestionamientos existenciales que tiene todo adolescente. La conexión e identificación que sentí con los personajes fue única, aunque no haya sido el único en sentirla. Culpo a mi edad por haber tenido como primera favorita Amanecer, aunque haya adorado a Atardecer y su final. Siempre existió una lectura fina sobre la segunda que se me escapaba, y a la que me fui acercando con el paso del tiempo, tal y como sospechaba que iba a pasar. Hoy ese adolescente creció, y esas dos películas trascendieron las fronteras de la pantalla y se convirtieron en parte de su vida, porque el arte tiene eso, es de otro, pero uno se lo apropia. El hombre que soy está entre Amanecer y Atardecer y se pregunta por Medianoche. Se pregunta con miedos y esperanzas con qué se va a encontrar. ¿Qué habrá sido de la vida de Jesse y Celine? Y también se pregunta que le dirá la película de su futuro y de su pasado, porque esta vez ya sabe que el barro de la vida de Rick, y de Jesse, también tiene un poco de las de todos.