Lunes 20 de abril.
Un lunes que no implica el fastidio lógico de comenzar una nueva semana sino, para los cinéfilos más desesperados, un día más del BAFICI 2015.
Sin duda, el acontecimiento que viene pisando fuerte desde hace horas es la llegada de Isabelle Huppert. La actriz francesa ya engalanó con su presencia el Centro Cultural Recoleta y el Village, y las fotos y los saludos de los fanáticos no se hicieron esperar.
Mientras las entradas continúan agotándose, las actividades especiales no se quedan atrás en cuanto a la convocatoria. La mesa más sobresaliente tuvo como foco la eterna relación entre el cine y la literatura: Del Papel a la Pantalla. En esta actividad organizada por la Embajada de Chile, tuvo entre sus participantes a un escritor y cineasta que ya, en términos futboleros, juega de local: Alberto Fuguet, quien presenta en este BAFICI Invierno, su más reciente –y extensa: dura 255 minutos- incursión cinematográfica, exhibida fuera de competencia.
Queda más BAFICI 2015. Sobre todo, queda más de la Huppert. Y en el Teatro Colón.
Above and Bellow, de Nicolas Steiner (Suiza, 2015 – Comp. Int.) por Emiliano Román.
Cuatro historias excéntricas, personajes muy ricos que no tienen nada en común, excepto porque su lugar en el mundo parece estar muy alejado de la civilización y al borde de la marginalidad. Este documental refleja la realidad de estas personas a través de una poesía visual que funciona como un deleite magnífico para la pulsión escópica.
Una mujer que vive en un experimento para irse a colonizar Marte, un hippie cincuentón que se instaló en el medio del desierto, una pareja que tienen su hogar en un túnel y un hombre que se fue a las alcantarillas, literalmente. Estas historias se van entrelazando a modo de documental y de ficción, la cámara está ahí para escucharlos pero también para reflejar cómo viven.
Visualmente es hermosa, dotada de imponentes planos y escenas gracias a un trabajo de montaje, música y fotografía majestuosos. La debilidad se hace notable en la parte narrativa, más allá de lo interesante que son las historias, hay demasiado material que no se pudo condensar y acotar, esto resulta en que el film se torne largo y tedioso por momentos. Imposibilidad de corte, escenas y situaciones que no aportan mucho al eje del relato, tres o cuatro amagues de final que nos comienzan a impacientar.
De todos modos, está muy lejos de ser un documental convencional y nos regala unas cuantas secuencias que quedarán en la memoria visual de varios, funciona también como disparador reflexivo acerca de una cultura que expulsa a sus miembros y daña la belleza de nuestra casa, que es la naturaleza.
The Kindergarden Teacher, de Nadav Lapid (Israel / Francia, 2014 – Comp. Int.), por Martín Chiavarino
Pasiones poéticas.
Algunos seres humanos se convierten en receptáculos perfectos de algún movimiento que se gesta silenciosamente. Muchas veces no son conscientes de esta situación pero en su interior las fuerzas de toda una generación o todo un género encuentran su voz.
El tercer largometraje del director y guionista Nadav Lapid es un interrogante sobre nuestra cultura, la belleza y la esencia humana tamizada a través de la poesía. El director de Policeman (2011) crea una inusual relación poética entre una maestra jardinera y uno de sus alumnos para poner en jaque la educación y a toda la cultura moderna en una película donde la belleza poética es capaz de romper con todas las convenciones sociales bajo el hechizo de las resonancias de una voluntad de expresión y de existencia atávica.
En The Kindergarden Teacher, una maestra jardinera aficionada a la poesía, Nira, descubre por casualidad que uno de sus alumnos, Yoav, tiene la particularidad de recitar hermosos poemas al entrar en trance súbitamente. El padre de Yoav es un exitoso empresario interesado en que su hijo siga sus pasos en lugar de alimentar su incipiente pero profunda disposición poética, mientras que su madre lo abandonó y su niñera, una actriz de teatro, se dedica a robarle los poemas al niño recitándolos como propio en performances teatrales. Nira, quien también se apropiará de los poemas del niño para su grupo de poesía, intentará salvar al niño de la mediocridad del mundo moderno protegiendo su inspiración.
Con gran valentía y habilidad Lapid capta en los rostros de los protagonistas la tragedia de una cultura incapaz de educar poéticamente en escenas de gran belleza y densidad. La cámara toma rostros y graba conversaciones y lecturas poéticas, pero no solo para adentrarse en la mirada sino para ver el alma de los personajes y dar un diagnostico de algo fenecido en nuestro interior que nos angustia hasta las entrañas.
El Incendio, de Juan Schnitman (Argentina, 2015 – Comp. Int.), por E.R.
Uno de los cuestionamientos más recurrentes que se le hizo a la taquillera y multipremiada Relatos Salvajes, es que no era un largo sino seis cortos, que sería imposible mantener la tensión de algunas de esas historias en un largometraje. Pero Juan Schnitman demuestra que esto sí es posible, y hasta superador. El Incendio es el claro ejemplo que un relato de una hora y media te puede mantener en vilo en todo momento, sin decaer ni mostrar ningún tipo de falencia narrativa.
Juan y Lucía están a punto de cumplir con unos de los ideales sociales más valorados y difíciles de alcanzar, comprar la casa propia. Frente a esta situación que es de pura celebración no podían darse cuenta que la pareja estaba atravesando una profunda crisis. Las 24 horas previas a la firma de la escritura son las que se desarrollan en el film y como un hecho que implicaría felicidad es el detonante para que la bomba detone y todo se prenda fuego metafóricamente.
Las discusiones comienzan a propagarse cual virus, cualquier asunto trivial o aparentemente insignificante funciona para que la guerra entre estos dos jóvenes se declare. El mal entendido está a la orden del día. Juan es irascible, Lucía cuestionadora, estos rasgos se van potenciando y retroalimentando; la historia adquiere un nivel de tensión que nos deja sin respiro.
Cada escena, cada diálogo, cada plano no tienen desperdicio. Las discusiones se tornan desesperantes y la descarga ante tanta impotencia que se van generando el uno al otro es por medio de la vía del impulso. No hay manera de eludir la identificación con estas situaciones, excepto si se es muy negador. La empatía es absoluta gracias al realismo y la verosimilitud del relato. Una historia que estaba destinada a la media naranja pero que no hace más que transmitir el desencuentro inevitable que deja en agonía fulminante al amor.
Este nivel de tensión in crescendo es sostenido, no solo por un firme guión que puede narrar con un timing preciso los conflictos que se van desencadenando, sino también por las sólidas interpretaciones de sus protagonistas Pilar Gamboa y Juan Barberini, quienes soportan con su cuerpo el callejón sin salida en el cual se van conduciendo sus personajes.
El Incendio mantiene el ritmo desde el primer minuto, jamás decae, refleja la violencia a la que estamos expuestos desde un ideal social que nos impone ser felices y productivos, no sólo en la vida privada, sino también en la laboral. Una obra inteligente, psicológica y arrolladora, y quizás estemos ante la presencia de la mejor película argentina de los últimos años.
Amor Eterno, de Marçal Forés (España, 2014 – Vanguiardia y Género), por E.R.
Amor versus pulsión. A veces parecen que van por carriles opuestos y eso es lo que plantea Marçal Forés en este film innovador y arriesgado. A veces de la única manera que se sostenga la eternidad del amor es por medio de la devoración pulsional.
Un profesor de idiomas tiene la compulsión de meterse en un bosque donde se dan a rienda sueltas las pulsiones. En esas andanzas de cazador y voyeurista descubre a un alumno de él. El adolescente no tarda en buscar al adulto quien no se resiste a esa timidez seductora. Alto contenido erótico va circunscribiendo la trama, pulsiones de vida y muerte buscan satisfacerse.
El problema es cuando el drama se pretende transformar en un thriller, se utilizan multiplicidad de recursos estereotipados y se vuelve muy kitsch, por momentos absurdo y bizarro sin que sea intencional. La música terrorífica ensordece, los gestos y diálogos de los personajes son muy cliché y el relato pierde esa frescura que ofrecía al comienzo.
Asesinatos macabros dan vuelta alrededor de esta historia pasional y prohibida. Un docente que no tiene muchos reparos éticos a la hora de satisfacer sus deseos sus sexuales, un adolescente obsesionado con su profesor y un grupo de amigos que suelen ir al bosque y algo traman. Una relato bastante torpe, con pobreza narrativa pero que cumple con el fin de entretener.
Cinema. A public Affair, de Tatiana Brandrup (Alemania, 2015 – Panorama), por M.C.
El museo del cine.
El aporte de la Unión soviética y Rusia a la cinematografía mundial es inestimable. Sergei Eisenstein, Dziga Vertov, Vsevolod Pudovkin, Andrei Tarkovski, han sido algunos de los grandes exponentes que crearon imágenes y escenas inolvidables para el séptimo arte y desarrollaron teorías y mecanismos sobre el lenguaje cinematográfico. Para preservar y difundir este legado, se crea en 1989 en Moscú el Museo del Cine, unificando varias instituciones dispersas.
A partir de entrevistas a Naum Kleiman, historiador de cine, curador y director del Archivo Eisenstein y director desde 1989 del Museo del Cine de Moscú, empleados del museo, colaboradores, periodistas, cinéfilos y directores, el documental de Tatiana Brandrup narra la creación y la virtual desaparición de un museo que contiene la esencia de una nación expresada en imágenes.
El documental intenta por un lado denunciar la oscura dura disputa legal del año 2005, donde el Museo perdió su sede debido a intereses económicos y políticos encontrados relacionados con la expansión del poder del autoritario presidente ruso Vladimir Putin, convirtiéndose en una institución itinerante que busca salas para exhibir su delicado material en peligro de deterioro.
Principalmente en base a las entrevistas con el lúcido, coherente Kleiman y a imágenes de películas clásicas rusas y europeas, la obra de Brandrup reflexiona junto el director del museo sobre la historia de Rusia, la falta de transparencia en las decisiones gubernamentales, la pérdida de valor de la noción de Nación en una sociedad civil aplastada por las instituciones y el valor de un pequeño grupo de preservar, incluso enfrentándose contra el temible estado ruso, el legado de una cultura que Rusia se empeña en olvidar pero que sigue vivo a pesar de los esfuerzos de los conversos por enterrar el pasado soviético.
Días Extraños, de Juan Sebastián Quebrada (Argentina / Colombia, 2015 – Comp. Int.), por Emiliano Román.
Al mejor estilo Happy Together de Wong Kar-Wai, esta ópera prima de Juan Sebastián Quebrada relata en blanco y negro como una pareja explosiva de extranjeros viven en la ciudad de Buenos Aires. Ambos son colombianos y se conocieron acá, son impulsivos, furiosos y destructivos.
Vamos conociendo como se vincula este par de chicos que suelen estar en situaciones de borde. Ella es provocadora, ciclotímica y audaz, él en vez de acotarla potencia estos rasgos. Se van de fiestas, consumen, se emborrachan, tienen sexo, discuten, se pelean, se lastiman y se meten en líos.
La trama es eso, construir a los personajes desde el lazo que une a uno con el otro tan lejos de casa. La cuestión económica pesa, pero lo que más perturba es la imposibilidad de corte a una alienación simbiótica que los puede conducir a situaciones de alto riesgo. Uno de los dos el algún momento debe tomar una decisión.
Interesantes planos secuencias de sus vagabundeos, escenas eróticas muy logradas, muy buen uso de la música diegética y el blanco y negro ofrece esa tonalidad melancólica que abruma a estos veinteañeros. La historia no aporta mucho más, algún que otro personaje que aparece (un chino empleado de un lavadero y una chica uruguaya que meten en la cama), y dan algo distinto al pegoteo de estos dos jóvenes.
Interesante propuesta urbana y cosmopolita que aborda las peripecias de tantos personajes inmigrantes que viven y sobreviven en esta ciudad de la furia tan caótica, impulsiva pero irresistible.
Lawrence of Belgravia, de Paul Kelly (Inglaterra, 2011 – Música), por M.C.
El éxito que elude.
Los documentales sobre músicos suelen centrarse en bandas en ascenso, consagradas o de culto con un público definido, pero en este caso, Paul Kelly sigue un camino inusual e indaga en la historia de un músico ególatra y resentido al que durante más de treinta años el éxito comercial ha eludido constante y firmemente.
Tras liderar la mítica banda de Birmingham, Felt, ícono precursor del rock alternativo de la década del ochenta en Inglaterra, Lawrence creó la banda Denim en los noventa y Go Kart Mozart a fines de los noventa sin lograr el éxito comercial que sus compañeros de ruta, amigos y colegas y compañeros músicos si consiguieron con otras bandas de la misma escena.
Expulsado de su departamento por problemas de convivencia con los vecinos, sin dinero para pagar a los músicos con los que toca, Lawrence es una especie de personaje quemado por el rock que vive en un limbo entre la desilusión y la esperanza del éxito y la fama a los cincuenta años. La figura de Lawrence le sirve a Kelly para pensar sobre la vacuidad del rock, el fracaso de un proyecto de vida y la convivencia con estas emociones encontradas que atraviesan la vida de un músico que siguió todos los pasos para conseguir una fama que le pasó de largo.
A partir de entrevistas y de conversaciones con un Lawrence centrado en la grabación de su último álbum con Go Kart Mozart, On the Hot Dog Street, la película realiza un retrato sobre el músico, el mundo del rock actual en el que se desenvuelve y los esfuerzos incansables de algunos músicos por entrar en el panteón de la fama.
