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[19] BAFICI | Críticas 4

[19] BAFICI | Críticas 4

Liberami, de Federica Di Giacomo (Italia/Francia, 2016 – Competencia Internacional), por Guido Pellegrini

Acostumbrados a tantas representaciones cinematográficas de posesiones demoníacas y exorcismos, lo que nos sorprende de este documental es hasta qué punto se superponen la realidad y la ficción. Porque si bien los poseídos en la película de Federica Di Giacomo no son exactamente como los que filmaron William Friedkin o James Wan, tampoco son tan distintos. Llegamos a sospechar que sus golpes, gritos y voces roncas o satánicas están influidos por el cine y la literatura, como si ellos hubieran sido embrujados no necesariamente por el demonio sino por una metáfora, una visión agónica de la existencia que recuerda al famoso poema de Dylan Thomas, ese que dice, “Rabia, rabia ante la muerte de la luz”.

El Padre Cataldo es un sacerdote exorcista en Sicilia. Muchos de sus pacientes –por llamarlos de alguna manera– o no son creyentes o no lo eran hasta hace poco. Sólo buscan una solución a sus problemas y no han podido encontrarla a través de las vías convencionales de la medicina y la psicología. Una de las protagonistas, antes de acudir al Padre Cataldo, probó suerte con innumerables neurólogos, quienes no alcanzaron a explicar –o directamente ignoraron– sus reiteradas molestias físicas. Otro, un joven lleno de tatuajes y piercings, no sabe cómo justificar sus imprevisibles ataques de nervios. Y una adolescente, arrastrada a la iglesia por sus padres, parece una típica teenager reservada hasta que entra al templo de dios y se le transforma la cara, su boca ensaya mil muecas y sus ojos se vuelven blancos. Para los tres, la posesión demoníaca es una posible manera –quizás la única– de entender lo que les está ocurriendo.

Ante las imágenes de condenados que patalean en el piso, que gritan como si apenas fueran humanos, que hablan en tercera persona o en nombre del demonio, que pierden el conocimiento o que tiemblan al ser salpicados por agua bendita, al espectador no le queda otra posibilidad que recurrir al famoso apotegma socrático y admitir que lo único que sabe es que no sabe nada. Federica Di Giacomo ni juzga ni intenta explicar, sólo muestra algo casi inentendible, al menos desde una perspectiva racional y secular. Es la expresión de un límite: más allá de estos rostros contorsionados, lo indecible, el misterio.

Por otro lado, está la presencia de la cámara. Los personajes nunca miran al objetivo, nunca reconocen que están siendo filmados. Y los documentalistas no intervienen ni con su voz ni con su cuerpo. Al mismo tiempo, la complejidad del montaje y la pluralidad de tomas comprueban que el proceso de filmación no pudo haber pasado inadvertido. Debemos preguntarnos, entonces, si lo que vemos en la pantalla son actuaciones, si el acto del registro interviene en los eventos registrados. Lo que sí parece ser genuino es la emoción y desesperación de los endemoniados, que la iglesia administra con una mezcla de compasión y burocracia. En una escena, quizás de las mejores de la película, el Padre Cataldo realiza un exorcismo a través de un celular, un momento que resume todo lo ridículo, cómico, preocupante y sublime tanto de su institución como del fenómeno metafísico del que se ocupa como un funcionario de lo espiritual.

calificacion_4

 

 

 

Fin de Semana, de Moroco Colman (Argentina, 2016 – Competencia Argentina), por Matías Orta

Desde hace años que una nueva generación de cineastas de la provincia de Córdoba llegan con sus creaciones no sólo a Buenos Aires sino al mundo. Proveniente de la arquitectura y de la música (fue un reputado DJ durante los ’90), Moroco Colman es uno de los representantes más recientes, y también uno de los más atrevidos. Al menos, así lo demuestra en Fin de Semana (2016)

Debido a lo que parece haber sido una pérdida humana, Carla (María Ucedo) viaja a Villa Carlos Paz, Córdoba, para reencontrarse con Martina (Sofía Lanaro). Este vínculo, nunca especificado, entre las dos mujeres de diferentes edades (Carla, ya madura, y Martina, de veintipico) es tenso al principio, pero de a poco irán recuperando algo que alguna vez fue, ¿o acaso fortaleciendo un lazo que nunca se había dado? Por lo pronto, ambas viven con una angustia que las lleva a canalizar sus penas en determinados excesos.

La ópera prima de Colman -que, según el director, no tiene mucha más relación con el cortometraje homónimo de su propia autoría que estrenó en 2009- es un drama intenso, cargado de misterio, donde es el espectador quien debe unir los puntos para completar el todo. El nivel de honestidad del realizador a la hora de plasmar la intimidad de los personajes lo lleva a mostrar situaciones sexuales de fuerte impacto. La de Martina con su “amigo” (Lisandro Rodríguez) es de carácter masoquista, con un nivel de crudeza destinado a incomodar.

Otro de los puntos fuertes reside en la estética, y para eso Colman recurrió a tres directores de fotografía: Gustavo Biazzi, Fernando Lockett y Pablo González Galetto. Lejos de responder a un capricho, cada uno se desempeña en diferentes secuencias, a fin de transmitir mediante la luz y el encuadre el estado de ánimo de los personajes.

Y hablando de personajes, María Ucedo y Sofía Lanaro llevan adelante la película, en actuaciones de gran exigencia física y mental. Ambas cargan con una sensualidad lejos de toda convención, pero con un encanto que las hace únicas. Completan el elenco, en intervenciones breves pero puntuales, Eva Bianco y Jean Pierre Noher.

En su ahora faceta como cineasta, Moroco Colman se diferencia de las propuestas de sus coterráneos y demuestra que tiene las condiciones para ser un autor a seguir.

calificacion_4

 

 

 

Un Suelo Lejano, de Gabriel Muro (Argentina, 2017 – Competencia Latinoamericana), por María Paula Putrueli

En busca de la cultura propia

Existe una frase cada vez más repetida, la cual habla sobre que la poesía debe salir a recorrer las calles. Un Suelo Lejano (2017) toma la premisa y la lleva adelante, con la bandera de la filosofía enarbolada y enaltecida.

Es así como su protagonista, José Manuel Silvero Arévalos,  un filósofo y pedagogo paraguayo, recorre  el interior del país brindando charlas, fomentando la vida intelectual, acercando las preguntas que muchos no se hacen, y dejando que sean los pueblos, ellos mismos, los que encuentren la respuesta en su historia y en sus raíces, aún en aquellas que se encuentran tan alejadas de la realidad cotidiana.

El escenario principal de esta road movie filosófica es Nueva Germania, una colonia fundada a fines del siglo XIX por la Elizabeth, hermana del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, quien junto con su marido, Bernard Föster, tenían la utópica idea de crear una comunidad rural racista y vegetariana, que elevara esas afrentas paupérrimas que el nazismo tuvo como características primordiales.

En el recorrido que realiza el profesor, nada queda de la quimera que intentaron sostener sus fundadores; solo las calles pintadas con los colores de la bandera alemana, un intento de escribir el nombre de su fundadora en la calle principal mal logrado, ya que el apellido Nietzsche se confunde con el de Nigtz Chen, y la fiesta tradicional en honor a su fundación como un intento de no perder al menos algo de la comuna que los vio nacer.

No es casual la conjunción de poesía y filosofía en el film de Muro: las imágenes pueden tener más poder que las palabras en la búsqueda de verdades. Los rituales del pueblo, su gente y costumbres, componen un poema visual que fluye como el río y que, en contraposición con su título, nos acera a una historia de culturas en contraste unidas tan solo por los colores de su bandera.

calificacion_3

 

 

 

Santoalla, de Andrew Becker y Daniel Mehrer (Estados Unidos / España, 2016 – Vanguardia y Género), por Martín Chiavarino

El campo y la ciudad

La ópera prima de los realizadores Andrew Becker y Daniel Mehrer intenta reconstruir un extraño caso significativo de la historia del norte de España en la región de Galicia. Una pareja holandesa, Martin y Margo Verfondern, emprende durante los años noventa un periplo por Europa para escapar de los condicionamientos sociales de las ciudades. Tras asentarse en Santa Eulalia, denominada por los habitantes gallegos como Santaolla, en un pueblo abandonado en el que habita un matrimonio con dos hijos ya adultos, la pareja holandesa comienza una serie de enfrentamientos con los moradores que decantan en una disputa de legal sobre los derechos comunales que se resuelve a favor de los holandeses. Poco tiempo después Martin desaparece sin dejar rastro.

Santaolla (2016) realiza un trabajo de investigación y construcción narrativa maravilloso con los relatos de los protagonistas sobre la disputa y material de noticieros. El caso policial le sirve al film para dar cuenta de las diferencias entre la nueva España abierta a Europa que busca generar puentes y espacio de convivencia como el del turismo rural, y la vieja España, aislada, hosca y tradicionalista.

El documental desnuda las contradicciones de ambas visiones, a la vez sigue los comportamientos y el desarrollo de una historia atrapante que revela los diferentes y complejos conflictos en el campo y la dureza de la vida rural pero también abriendo las puertas a la belleza que esta vida ofrece y las satisfacciones que da. Becker y Mehrer crean una historia tan ágil como interesante que logra mezclar las cuestiones sociales con el caso policial y el retrato personal dejando en claro que la luz siempre es necesario buscarla en medio de la oscuridad.

calificacion_5

 

 

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