A Sala Llena

0
0
Subtotal: $0,00
No products in the cart.

CRÍTICAS - CINE

Barbie

¡ALGUIEN PUEDE PENSAR EN LOS NIÑOS!

A mi hija Cala, para la que hasta un cable desconectado es un juguete

Poco después de ver Barbie pude encontrar una entrevista a Greta Gerwig donde habla de las influencias de su última película. Me asombró que entre las treinta películas que nombra (de His Girl Friday, pasando por Los paraguas de Cherburgo, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Las alas del deseo, El Mago de Oz y El Padrino), no estuviera Zoolander. No tengo la menor idea si Gerwig la consideró entre sus influencias o si siquiera la vio, pero quizás por la propia devoción que tengo hacia la obra maestra de Ben Stiller y la enorme cantidad de veces que la vi, me era imposible no asociar una película con otra y no entender así porque una me gustaba tanto una y otra tan poco. Pensemos: ambas son sátiras atravesadas por la cultura pop, que tienen a un villano ridículo interpretado por Will Ferrell; ambos son largometrajes que reflexionan desde la parodia y de forma abierta sobre el comercio y el capitalismo; ambas tienen como protagonista a una persona ingenua, que vive en su mundo de fantasía creado por otros y no sabe nada del mundo real, y ambas tienen una relación ambivalente con algo que critican y al mismo tiempo homenajean (el mundo de la fama y la moda por un lado; la empresa Mattel y Barbie como producto por el otro). Finalmente ambas también tienen homenajes directos a 2001: Odisea en el espacio (es más: ¡casi a la misma escena!), algo que como kubrickiano encendido que soy no pudo dejar de llamarme la atención. Pero (y acá viene el primer problema para Barbie) puede ser particularmente revelador ver cómo ambas usan la cita a 2001.

En la película de Stiller, Zoolander y Hansel empiezan a comportarse como los monos de esa película frente a una computadora. Es un chiste extraordinario (casi todos los chistes de esa película lo son), que habla también de esos personajes. No sólo de su enorme estupidez y de su desconexión casi absoluta con el mundo por fuera de su metié. La computadora, por otro lado, va a ser retomada más adelante para otro chiste posterior. En Barbie, la referencia a 2001 sólo sirve como un concepto: reemplazar al monolito con la Barbie, a las muñecas como el hueso y a las nenas por los monos. Nunca veremos de nuevo a Barbie como monolito, ni una alusión a la muñeca que vuela. Es más, lo que vemos en ese prólogo ni siquiera es propiamente un chiste, sino una cita ingeniosa para hacer un prólogo llamativo pero finalmente aislado dentro de la narración. Es una lógica más cercana a una idea publicitaria que narrativa o de descripción de personajes. Creo que en algún punto uno de los primeros problemas que veo en Barbie tiene que ver con eso. La película construye conceptos de humor o de diseño de producción antes que situaciones humorísticas. Es más ingeniosa que graciosa, más obsesionada con conceptos como imaginar los escenarios, las formas de comer y beber de Barbie, que de construir una historia con esas ideas. Por eso también la película luce tan esquemática, tan claramente dividida en actos: se arranca en el mundo de Barbie, luego el mundo real, y luego vuelve al mundo Barbie transformado en un patriarcado. Es como si nada fluyera realmente acá, sino que fuera una ocurrencia detrás de la otra sin demasiada ilación.

Volviendo a Zoolander, hay otra comparación entre chistes que vale la pena remarcar y que habla justamente de eso.

Uno de los remates más celebrados de la película de Stiller es aquel en que la protagonista femenina confiesa haber sido bulímica, luego de este momento intimista (que no deja de deslizar una crítica al mundo de la moda y la presión que puede ejercer sobre las chicas), el protagonista le pregunta: “¿Podías leer mentes?”.

Lo que descoloca de ese chiste es, en primer lugar, que viene de un momento sentido (de hecho, la confesión de la bulimia es musicalizada con una melodía triste), pero en segundo lugar, que la palabra “bulimia” no tiene ni por asomo un parecido a las palabras “telepatía”, o “mente”.

En Barbie hay un chiste similar cuando Ken, en otro momento intimista y confesional, dice que había dejado de perder interés en el patriarcado ni bien descubrió que no tenía nada que ver con los caballos. De nuevo, parte del chiste es que la palabra “patriarcado” no tiene ningún parecido hacia una terminología asociada a los caballos.

Pero el timing del chiste no sólo es muy inferior en Barbie que en Zoolander, sino que tampoco tiene lógica dentro del verosímil que plantea la película. Que el modelo descerebrado creado por Stiller crea que la bulimia y la telepatía son lo mismo es producto de una estupidez y una ignorancia suprema que ya la película había dejado en claro a los pocos minutos de empezar el relato. Que Ken diga que en el fondo no estaba interesado en el patriarcado contradice todo lo que se vio con anterioridad: su euforia al ver que los hombres tenían el poder en el mundo real, su posibilidad de ver en el patriarcado una oportunidad para vengarse de Barbie, su cansancio de ser visto como un accesorio. Es como si el chiste de la relación entre patriarcado y el mundo se insertara simplemente porque sonaba gracioso.

Y acá viene uno de los mayores problemas de Barbie: su enorme arbitrariedad. Es una película con varios momentos que simplemente se ponen allí porque se presume que quedan bien (sea porque sean supuestamente graciosos, emotivos, u ocurrentes, o porque sirvan para conducir una idea).

¿Por qué Barbie estaría de pronto interesada en volverse humana y tener una genitalidad cuando nunca había expresado antes ese interés ni en una cosa ni en otra?

¿Por qué Barbie en el mundo real va a pensar que justo los obreros de la construcción forman parte de un mundo femenino cuando en el mundo en el que vive todos los ámbitos lo son?

¿Por qué los Ken no se atacan entre todos tras el episodio de las guitarras sino que forman dos bandos?

La respuesta ante esto me parece puramente funcional y efectista. Barbie quiere ser humana porque es un final al estilo Pinocho, que le da el pie justo a Gerwig para poner imágenes caseras de nenas (un momento supuestamente emotivo que no tiene nada que ver con nada y está de pronto interesada en su genitalidad para reservarnos un oneliner final ingenioso. Lo de los obreros de construcción sirve para que a Barbie le diga algo desubicado un sector laboral identificado con las barrabasadas hacia las mujeres. Lo de los Ken es la excusa para hacer una batalla en una playa. 

De entre todas las arbitrariedades de la película, quizás la más significativa sea la del paralelo forzado que se hace hacia el final entre el mundo real y el de las Barbies. En su desenlace, se supone que los Kens irán escalando de a poco en los lugares de poder, del mismo modo que quizás las mujeres estén escalando de a poco en los lugares de poder del mundo real. Pero esta suerte de paralelo termina siendo insostenible por un motivo sencillo: mientras en el mundo real las mujeres no pueden escalar por un patriarcado opresor, en el de las Barbies los Ken no podrían hacerlo porque todos ellos son presentados como unos terribles imbéciles. 

La respuesta es sencilla: no se trata de establecer un verosímil, se trata de hablar del patriarcado y de marcarse como una película abiertamente feminista. Algo que, esta vez sí, la película nos anuncia desde un principio.

Habrá que volver entonces al prólogo que homenajea a 2001, donde la voz en off de Helen Mirren nos dice que antes las nenas sólo jugaban con muñecas bebés a las madres, y de paso también a planchar, cocinar y deberes propios de una ama de casa. Todas descripciones que la película nos señala como muy aburridas. Según el relato, la aparición de las Barbies no sólo hicieron que las nenas abandonaran las muñecas bebés para querer jugar con una muñeca adulta, sino que las Barbies estaban hechas para incentivarlas a las niñas a tener oficios.

Y acá es donde el problema de Barbie se me vuelve personal. Como padre de una nena chiquita me produce ya no digamos furia, sino asco, la simplificación que la película hace de una nena y su relación con los juguetes. Pensar que una nena va a tomar un juguete y va a hacer de él exactamente lo que la empresa quiere que haga es una subestimación infinita de las posibilidades de la imaginación de un chico. Una muñeca (cualquier muñeca) no es lo que una empresa busca, es lo que un nene o nena quiere individualmente en el preciso instante en que está jugando con ella. Por eso también la posibilidad de un nene o nena de volver cualquier cosa que tenga lo que ella quiere y ponerla en las situaciones que le plazca. Hay pocas cosas más imaginativas y fascinantes que el mundo lúdico de una nena, y me resulta increíble que sea capaz de reducírselo así.

Pero en algún punto esto tiene una lógica en Barbie. Su interés no está en hablar sobre la niñez sino ver a Barbie y sus muñecas desde la perspectiva de un adulto: o más específicamente, de un adulto publicista. Lo primero obligaría a la película a ser compleja, lo segundo le puede dar la oportunidad de la chatura y el diseño rígido. Por más que la película nos quiera hacer creer que el mundo de las Barbies refleja la forma en la que una nena juega con ellas, lo cierto es que lo que refleja es lo que hacen esas muñecas en una publicidad. 

No hay desprolijidad en el mundo de las Barbies, ni anarquía en el uso de los objetos, ni variación en sus rutinas, ni otra cosa que interacciones que se repiten una y otra vez del mismo modo tal y como lo desea un publicista cuando vende su producto, sólo hay una (¡una!) Barbie que refleja la interacción libre que una nena puede tener con su muñeca, y este es un caso excepcional.

Tanta superficialidad y simplificación a la hora de pensar un juguete no podía sino contaminar la visión del mundo feminista de la película. El feminismo de Barbie está a años luz del de las obras maestras ultracanónicas de Jeanne Dielman, o Cleo de 5 a 7, o de las mucho menos valoradas (pero también magistrales), Un equipo muy especial, de Penny Marshall, o El retrato, de Carlos Schlieper. En vez de pensar un feminismo lleno de complejidades, en vez de ver qué mecanismos formales pueden expresar esta ideología sin declamarla, Barbie se contenta con reducir su feminismo a un par de slogans y frases, y a una concepción del mundo donde el poder se da de forma transparente y unilateral. Es un feminismo de pancarta, con frases gancheras que exhiben ideas de la agenda de moda. Lo que es peor, es una ideología que sólo puede expresarse verbalmente. O bien en oneliners sentenciosos disfrazados de chistes (“El patriarcado sigue, pero lo disimulamos mejor”) o algún que otro discurso altisonante con ocasional música de fondo como para alertarnos que acá viene la idea central a debatir (básicamente, todo el monólogo de la madre: una serie de clishés sobre lo difícil que es ser mujer y que buscan el aplauso fácil).

Son momentos que confunden inteligencia con declamación, en una película que confunde ingenio con inteligencia, excentricidad con transgresión y, sobre todo, rebeldía con pose. No hay absolutamente nada de transgresor ni de osado en Barbie. Discursivamente no es más que la reproducción de temas de agenda, y estéticamente hablando no es más que una búsqueda de planos perfectos para ser adaptadas a un video de Tik Tok o un Gif a buscar en Google. Más que una rareza en un cine americano mainstream que se ha vuelto cada vez más predecible, esquemático y oportunista, es sólo un síntoma más de esta enfermedad. Como se diría en aquel glorioso capítulo de Los Simpson, sólo es la Stacy Malibú con sombrero nuevo. Y yo, que adoro los juguetes y todo lo que representan, sólo espero que las próximas películas que saque Mattel sobre sus productos sean genuinamente lúdicas, genuinamente graciosas, y que de una vez por todas, y citando de nuevo a aquella fuente de sabiduría que es Los Simpsons, alguien piense por favor en los niños.

(Reino Unido, Estados Unidos, 2023)

Dirección: Greta Gerwig. Guion: Greta Gerwig, Noah Baumbach. Elenco: Margot Robbie, Ryan Gosling, Will Ferrell, John Cena, Dua Lipa, Michael Cera. Producción: Tom Ackerley, Robbie Brenner, David Heyman, Margot Robbie. Duración: 114 minutos.

20 comentarios en “Barbie”

  1. En tu reseña hay muchísimo sesgo de género que no te ha permitido comprender la cantidad de referencias y sutilezas del mundo femenino, y de las niñas, y de su relación con sus juguetes… Una película enorme e inmensa, con su humanismo y complejidad, necesaria para que el mundo y nuestra cultura avance y evolucione… compararla con Zoolander, que no tiene ninguna otra pretensión que ser un juguete para tontos, habla a las luces de la poca comprensión del texto que hay en cada decisión que se tomó a la hora de realizar esta película.

    1. Hernán Schell

      MG.
      Algunas cosas.

      1) No tengo la menor idea de que sutilezas hablás. Marcame una o dos. Porque yo la verdad que la vi bastante explícita en lo que quería decir. Los discursos sobre el patriarcado, el mansplaining, la falta de igualdad, tienen acá la sutileza de una publicidad de un laxante. La relación de las niñas con sus juguetes no la vi profundizada nunca. Apenas hay menciones a eso y sus conclusiones me parecieron pobrísimas y falaces.

      2) una película no hace avanzar el mundo. Ninguna lo hace. Para eso son las escuelas, el desarrollo de cierta tecnología, la salud y si se quiere la cultura en general. Una película te puedo asegurar que no, por más bienintencionada que sea.

      3) Zoolander es una película extraordinaria. La comparé no sólo por los puntos en común que enumeré allí, también -y esto debo decir es algo que me olvidé de aclarar en la crítica- porque ambas pertenecen al terreno de la comedia absurda. Stiller entiende que este terreno es lo contrario de la anarquía. Esa clase de comedia debe construirse sobre una lógica de hierro que nos permita entender un verosímil interno muy partcular. De ahí que es mucho más complicado de hacer de lo que se piensa. Eso es algo que a Barbie -con sus arbitrariedades narrativas- le falta.

      Saludos

    1. Hernán Schell

      Hola Alejandra.

      Me encantaría. Me pagarían fortunas. Lo más parecido a eso que hice fue guionar unos cortos para chicos en Discovery Kids. Me pagaron seguramente bastante menos que a Gerwig pero ayudó a parar la olla un tiempo.

      Saludos!

  2. La película me gustó y no estoy de acuerdo en todos los puntos que comenta Hernán, pero es una crítica argumentada y muy bien escrita. No entiendo por qué tanta bronca con ella.

    1. Hernán Schell

      Muchas gracias!, la bronca es bienvenida igual. Recordando a Wilde, prefiero que hablen mal del escrito a que no hablen en absoluto.

      Saludos!

    1. Hernán Schell

      Vito.
      La comparación con Jeanne Dielman es el anteúltmo párrafo. Si hubieras querido bardear lo hubieras hecho mencionando mi comparación con Zoolander, que está en la tercera línea.
      Sino queda como leíste casi el 90 por ciento del escrito. En menos de 30 segundos lo terminás. Menos de lo que te tomaba escribir tu comentario.
      Vamos, un esfuerzo más. Usted puede.

  3. Santiago Sanginesi

    La cantidad de gente ofendida en los cometarios es brutal. Pasó en twitter, pasó en el post de Instagram. Quizás porque Barbie es parte de ese fenómeno llamado el progresismo, que te sodomiza con cuanta mercadería industrial posible (hasta pochoclos rosas hay) y al mismo tiempo te da la fantasía de estar siendo parte de algún meollo combativo por el bien de la humanidad. Te venden la coartada moral y te venden la hamburguesa, y vos contento porque estás salvando las ballenas.
    La realidad es que la única emboscadura al sistema se terminó en los 80 con la muerte de los estudios y el auge de la TV. Hoy hasta el debate intelectual se volvió fast food, para público fast food. Será por eso que hay tantas respuestas fast food y tan poco argumento o capacidad de comprensión mayor.
    La crítica es muy decente.

  4. Algunos puntos respecto a las observaciones, el más grave es el no entender por qué Barbie busca fuerte energía femenina en una obra en construcción, en el mundo de Barbie son obreras mujeres, fuertes físicamente y de temperamento, (el rubro de la construcción lo requiere sea cual sea el género de la persona) por lo cual la directora engancha eso y justamente hace sátira al caer en la obviedad del machismo en dicho sector.
    Así hay varios otros comentarios, algunos por desconocimiento del concepto Barbie en sí, otros por lectura rápida como el anterior.

    1. Hernán Schell

      Ella no está buscando protección en ese momento. Por ende no entiendo porque está buscando fortaleza física. Respecto de la fortaleza de temperamento: todas las mujeres en su mundo lo tienen.
      Pero que se yo, puede ser lo que decís.
      Cuando esté en torrent lo comprobaré. ¿Y cual sería tu explicación de que Barbie de pronto quiera ser una mujer real y quiera ir al ginecólogo? en serio pregunto. Porque me pareció forzadísimo todo eso para buscar una emotividad final a mi entender imposible.
      Lo de los Ken de pronto dividiéndose en bandos también pero bueno, ponele que se puede hacer esa concesión, además la canción hay que decir que es pegadiza.

      Saludos!

  5. Hola Hernán, cómo va?
    Me pareció realmente interesante tu comparación de Barbie con Zoolander, no la había pensado y es real que ambas transitan por el mismo camino de la comedia absurda y crítica.
    Las similitudes que marcas son reales y también las diferencias pero no comparto tu valoración de la misma.
    Barbie como monolito al principio sigue estando luego, al menos simbólicamente creo. Barbie, al fin y al cabo, es un concepto. Como afirma la conversación final. Todas son Barbie, hay variadas y distintas, nuestra protagonista es la “estereotípica” y quizás su repentina búsqueda de identidad [o humanidad] tengan que ver con el cambio de época, de estereotipo, quizás las nuevas corrientes del feminismo modificaron el prisma y ahora esa Barbie, la clásica digamos, ya no ocupa el pináculo de la sociedad, real ni de barbieland.
    En la trama se explica con esa conexión con la madre y la ruptura del portal bla, bla, bla. Concesiones para motorizar la historia, bienvenidas sean. De repente conoce otra realidad y aunque vuelve a su mundo y todo se resuelve, ella sigue en una búsqueda inconclusa. Puede ser un concepto, una idea, o puede ser de los que tienen ideas. Ser humano, es ser finito, es atreverse a las posibilidades del mundo, quizás haya ahí una lectura entre los soñadores de escritorio y los que salen a intentar modificar el mundo de verdad (eso lo estoy pensando ahora mientras escribo).
    Barbie no me pareció una gran película, pero me entretuvo un montón. Es cierto que son ideas agrupadas, pero eso no está mal. Quizás por tu recorrido como guionista sos un poco más lineal con los argumentos. Pero los mismos pueden ser excusas para llevar las ideas de los directores. La historia se entiende, no es tan relevante como si la excusa para hablar de los tópicos que trata capitalismo, consumismo, corporalidades, patriarcado, machismo, etc. Así como para hacer cuadros de baile, jugar con las escenografías, la música, la voz en off y chistes totalmente absurdos y divertidos (como los gratos momentos de Michael Cera). Hay chistes muy buenos como el de Nsync, el de los anticuerpos que pasa velozmente pero me gustó. El del final con los caballos, que no te gustó, habla más de Kent queriendo disimular que había perdido y está triste por eso: “perdí el interés”, claro que no, solo le cuesta reconocer la derrota. ¿Por qué los Kent pelean entre ellos? Porque son hombres quizás, es la lectura más simplista. Recordá que son estereotipos de “un rubio cheto tarado”, solo logró hacer su ilusión de patriarcado porque lo vio en su viaje y lo replicó como entedió que era, en una sociedad disfuncional porque no se mueve por una economía clara.

    En fin, no considero que se haga ninguna simplificación de la relación de una nena con los juguetes. Todo lo contrario trata bien ese tema con la historia de la madre. Ahí me parece tu punto más flaco, dejar todo librado a la objetividad del usuario, como si no estuviera inmerso en un mundo rodeado de relaciones de poder capitalistas y estrategias de marketing, y porque no patriarcarles. El rosa es de nena, el celeste de varones. Eso puede modificarse levemente con el correr del tiempo pero es una realidad que todos reconocemos. Las personas no somos simple recipientes vacíos, podemos elegir, tenemos preferencias, gustos, sentimientos propios; pero la globalización y el capitalismo están ahí y operan sobre nosotros. La película habla sobre eso, después si tu hija juega con un cable, como pones al principio, está perfecto. Pero no implica que la industria no quiera venderle una barbie y a los varones un auto, y esas estrategias estén reforzadas en un marco cultural que perpetua eso. Perdón, me fui por las ramas.

    No quería ser tan largo, creo que lo personal tiñó un poco tu valoración de la película porque en la propia comparación que haces con Zoolander le está reconociendo atributos. La comparas con una película que amas y quizás no te interpeló tanto pero te remitió a ella, algo logró. Barbie es una buena película, con sus matices como todas, pero seguro en una nueva revisión la disfrutes un poco más.
    Me gustó tu análisis.
    Abrazo grande y espero tu respuesta.

    Lucas

    1. Hernán Schell

      Hola Lucas.

      Está bueno lo que interpretás. Algunas cuestiones (como las del monolito) me parecen más que válidas y no lo noté ni a patadas. En parte también porque el arco dramático (término que odio) del personaje de Barbie es pasar de ser alguien que no quiere que nada cambie a una muñeca que decide cambiar radicalmente sólo por curiosidad. Así que si, lo que decís del monolito no está nada mal. Es en todo caso la progresión del cambio que no me convence pero bueno, puedo estar equivocado (no sería la primera vez).

      Lo de la cuestión de la relación entre las nenas y los juguetes si, no me cabe duda que el mercado moldea mucho. Pero en todo caso lo que me molesta de Barbie no es valor de verdad o no, sino la (a mi entender) chatura del mundo que presenta. Tanto la forma de entender la relación que se tiene con los juguetes como la forma de entender el feminismo me resultan muy poco atractivas. No es cuestión de si tiene razón o no, es como se expone lo que me molesta. Ni me gustan las miradas publicitarias, ni me gustan los slogans (que bueno, son publicitarios).
      No creo que el hecho de ser guionista haya influido en mi apreciación sobre el film. Pero que se yo.

      Lo de Zoolander, más allá de las conexiones que encontré en una película y otra, lo usé más que nada porque con cuestiones formales (en este caso la forma narrativa) las comparaciones siempre me sirvieron. Es muy difícil explicar para mí porque algo tan subjetivo como el humor funciona en algunos casos y en otros no. Y me pareció que acá mostrar como opera la comedia absurda en un lado, y como opera en el otro, podía ser de utilidad. De nuevo, capaz le erré.

      Gracias por leer y por tomarte el trabajo de hacer este comentario.

      Abrazo!

    1. Hernán Schell

      En ningún momento me.expresé en contra del feminismo. Progre o no progre. Y ojalá tuviera ese tipo de preocupaciones.

      Gracias por el té igual.

      Saludos!

    2. Tomate vos el té de tilo Euge. Sugiero que además sea con unas largas horas de lectura. Y si te queda tiempo, de conferencias y debates largos. Te hace mucha falta. Fuerza, vos podes

  6. La vimos ayer con amigos y amigas y salimos entre indignados y decepcionados. Gracias Hernán por esta crítica que me ordena muchos de los pensamientos y sensaciones que tuve mientras la veía. El bluff del año. Abrazos!

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar...

Recibe las últimas novedades

Suscríbete a nuestro Newsletter