Best Intentions (Rumania, 2011, 105´) de Adrián Sitaru
Es muy interesante cuando uno ve cine rumano, lo similar que es su cultura a la nuestra, sus modos de relacionarse, los lazos familiares, el lugar de las instituciones, los modos como se viven y se expresan las realidades subjetivas. Esta cercanía cultural permite una mayor identificación con la historia que se nos presenta.
De esto va Best Intentions, un relato de un sujeto y familia común y corriente, como cualquiera de nosotros, que debe atravesar cierta crisis producto de un problema de salud de la madre. El personaje protagonista, Alex, es tan querible como insoportable, un neurótico obsesivo plagado de dudas y certezas a la vez, con altos montos de ansiedad, sumamente pesimista y temeroso con rasgos paranoides, con un sentido trágico de la vida y la continua expectativa que lo peor está por venir; la sensación que se le impone siempre es que en otro lado las cosas funcionarían mejor.
Frente a un posible derrame cerebral de la madre, Alex vuelve loco a todos y lo vuelven loco a él, cada quien que se cruza opina, receta, aconseja, tuvo una experiencia similar, todos son especialistas en el tema, portadores de un saber y conocimiento. En su afán de ayudar generan más tensión y perturbación, es así como el treintañero protagonista se pone cada vez más ansioso y su nivel de exageración toma matices muy cómicos y molestos.
Con uso peculiar del punto de vista subjetivo, la cámara se ubica en varios momentos en los interlocutores de Alex, de esta manera nos pone a nosotros mismos en el lugar de los que interactúan con él y ver sus expresiones a través de primeros planos imperdibles.
Este film de Sitaru, es una historia cotidiana que todos hemos atravesado o lo haremos alguna vez, por eso es tan fresca y disfrutable, la empatía que nos provoca es irresistible y la neurosis de Alex no deja de ser la locura nuestra de cada día.
