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CRÍTICAS - CINE

Björk: Biophilia Live

(Reino Unido, 2014)

Dirección: Nick Fenton y Peter Strickland. Elenco: Björk. Producción: Jacqui Edenbrow, Derek Birkett, Emma Birkett y Meroë Candy. Distribuidora: Independiente. Duración: 97 minutos.

Armonías tectónicas.

La función idealista de la tecnología ha sido siempre la comprensión de la naturaleza con el fin de controlarla y producir así cambios en la misma para mejorar las condiciones de la vida humana. En el camino la tecnología ha experimentado con la naturaleza, destruyendo el equilibrio en nombre de la ciencia y el progreso y generando una contradicción en sus propósitos.

El ecologismo, como posición política de defensa de los recursos naturales en los últimos cincuenta años, es una de las vertientes del pensamiento y el activismo de izquierda que cuestiona las practicas de explotación inescrupulosa que las empresas realizaron desde la Revolución Industrial hasta la actualidad.

Los artistas, desde su sensibilidad, pueden expresar con mucha profundidad estas cuestiones y generar sentimientos donde habitan los argumentos racionales y las disertaciones científicas. Dicho esto, bienvenidos a Biophilia, “el amor a la vida como curiosidad sobre la existencia en todas sus manifestaciones”, según reza la presentación. Esta es la última propuesta multimedia de la cantante islandesa Björk. El espectáculo está basado en la gira realizada por la artista durante el año 2012 alrededor del mundo. Filmado en Londres durante el último recital del periplo, el show está cimentado en el disco conceptual editado en el año 2011, cuatro años después de su anterior trabajo Volta, editado en el 2007.

La experiencia comienza con la voz del naturalista inglés David Attenborough, ídolo de la infancia de la multifacética cantante, realizando una apología de la biofilia a través de la combinación de la naturaleza, la música y la tecnología con el fin de escuchar y aprender para finalmente crear desde una comprensión más profunda de las fuerzas invisibles a nuestro alrededor. La obra está ilustrada mediante imágenes de documentales de la BBC sobre la naturaleza en toda su belleza e inconmensurabilidad.

Mientras que Björk -vestida con un traje de hule que parece una especie de mutación física- y el extraordinario coro femenino islandés Graduale Nobili se posesionan en el escenario, los rayos emitidos por una bobina de testa chocan dentro de una jaula y los armónicos sonidos del “sharpsicordio” (un extraño instrumento gigantesco con dos trompetas gigantes que suenan como una especie de clavicordio mezclado con la suavidad de los instrumentos de viento) invaden el ambiente y las  imágenes toman el control de un espectáculo que llama contradictoriamente a la contemplación individual solitaria y al frenesí ritual colectivo.

Como recita Attenborough en el comienzo: con Biophilia viene una curiosidad sin descanso, una necesidad impulsiva de investigar y descubrir los lugares más irreales donde encontramos la naturaleza. De esta manera, la obra de Björk nos prepara para investigar y explorar las manifestaciones de la naturaleza a través del cuerpo humano y su relación con la música como creación de sonidos artificiales mediante la tecnología.

calificacion_5

Por Martín Chiavarino

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