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CRÍTICAS

Chicago, el Musical

 

Chicago, el Musical

Dirección: Gustavo Wons Dirección Musical: Gerardo Gardelín. Supervisión Musical: Rob Fisher. Coreografía: Garu Christ. Dirección de Puesta y Actores: Tania Nardini. Autoría: John Kander, Fred Ebb y Bob Fosse. Producción: Daniel Grinbank. Elenco: Natalia Cocciufo, Melania Lenoir, Martín Ruiz, Alejandra Perlusky, Horacio Vay, M. Rivero. Prensa: Débora Lachter.

Fosse Inmortal

 

Soy un fan incondicional de la obra de Bob Fosse. Desde Sweet Charity hasta Star 80, el director y coreógrafo estadounidense (1927 – 1987) me ha cautivado con sus obras cinematográficas impiadosas, rebeldes, experimentales, irónicas. Miradas cínicas y críticas del “Show Business”, de la vida en general y el espectáculo, siendo sus mejores exponentes, Cabaret y All That Jazz.

Sin embargo, la vida de Fosse se dividía detrás de cámaras y encima de las tablas como bien muestra la película autobiográfica con Roy Schreider de 1979.

Y si de legados escénicos hablamos, la obra más exitosa y representativa que nos dejó en Broadway es Chicago. Estrenada por primera vez en 1975 con críticas variadas, vino por primera vez a Buenos Aires en 1977 con Amber La Fox y Nélida Lobato.

Tras varias reposiciones teatrales, con variantes en la puesta en escena, uno de los grandes sueños de Hollywood fue siempre convertirla en un gran musical cinematográfico. Durante mucho tiempo se dijo que Madonna y John Travolta iban a ser los intérpretes elegidos para representar a Velma Kelly y Billy Flynn. Mejor casting, imposible. Lamentablemente en 2002, eligieron a Richard Gere y Reneé Zellwegger como Roxie Hart. El mayor acierto de la adaptación fue la maravillosa Catherine Zeta Jones como Velma Kelly. Además había interesantes secundarios como John C. Reilly, Queen Latifah y Christine Baransky. Los productores pensaron que eligiendo al coreógrafo y director de la obra en Broadway, mantendrían la fidelidad con los textos originales. Si bien, el trabajo de Rob Marshall tras cámaras es interesante, carecía de ideas cinematográficas. El triunfo de Chicago, la película se debe a que la obra es maravillosa, y no tanto por sus aportes al género en el cine. Más allá de eso, se llevó varios Oscars bajo la manga (entre ellos Mejor Película del 2002), aun siendo bastante sobrevalorada.

Un año antes de su estreno, se volvió a poner sobre escenarios porteños con Alejandra Radano, Sandra Guida y Daniela Fernández entre otros. La puesta en escena fue majestuosa.

Casi diez años después, Chicago regresa a Buenos Aires. Durante bastante tiempo se dijo que Florencia Peña sería Roxie (aprovechando que ya había protagonizado Sweet Charity), pero tras su separación artística con el productor Grinbank, hubo que comenzar de nuevo el casting.

Las actrices elegidas sorprenden por su juventud, pero no por su talento. Lenoir empezó a levantar polvareda desde que protagonizó Hedwig and the Angry Inch con Germán Tripel y Avenida Q. Cocciufo co protagonizó Piaf con Elena Roger. Ambas son las revelaciones del año y se consagran con Chicago. Además, participa Martín Ruiz, que venía de interpretar a la Bestia, en La Bella y la Bestia en el Ópera.

La historia sucede en Chicago, a fines de los años ’20, cerca de la gran depresión y retrata la historia de dos asesinas, Roxie Hart, quién asesina a su amante, y Velma Kelly, que asesinó a su hermana y esposo, cuando encontró a ambos teniendo relaciones en la cama. La primera, es una actriz y cantante reprimida, ama de casa desilusionada, mientras que la segunda era una exitosa cantante y bailarina de varieté. Para que ambas se salven de morir en la orca, acuden a Billy Flynn, un abogado chanta, pero que gana todos los juicios gracias a su chamuyo, elegancia e influencia mediática.

Sátira sobre el mordaz mundo de la fama, la influencia de la prensa y la injusticia en general, Chicago es un comedia ideal, que nunca cae en lo solemne, sino que hace hincapié en el absurdo y el patetismo.

Esta reposición acaso no tiene el nivel esperado. Si bien es fiel a la obra original en cuanto a canciones, números y coreografías (prestar atención a los bailes con bombines y manos), a nivel escénico deja un poco que desear. La orquesta ocupa demasiado lugar sobre el escenario y uno esperaría un mayor desempeño escenográfico.

Pero esto termina siendo un detalle mínimo cuando uno se inmersa en la historia, la obra. Se contagia de la música, las canciones y la maravillosas voces de Lenoir, Cocciufo y Ruiz. En cuanto a lo interpretativo, Cocciufo está bárbara como la delicada, falsa, sexi y supuestamente ingenua Roxie Hart. Tiene una delicadeza y a la vez una gran versatilidad humorística. Por otro lado Lenoir, logra una gran desempeño como bailarina, especialmente en el número “No pudo hacerlo sola” y su voz llega hasta el alma. Sin embargo, queda bastante opacada por Cocciufo, cuando generalmente sucede lo opuesto, ya que siempre fue más destacado el personaje de Kelly. Aún así la fuerza de ambas, lleva adelante la obra.

Aparte de ellas, Ruiz como el ambicioso y carismático Billy Flynn cumple con las expectativas. Es elegante y sensual, aunque se destaca más en canto que en baile. Destaco que tanto Cocciufo como Ruiz son mejor elección que Zellwegger y Gere.

Además hay buenos aportes secundarios de Alejandra Perlusky como Mamá Morton (completamente opuesta a Queen Latifah, pero brilla en su rol de la carcelaria) y de M. Rivero como la periodista Mary Sunshine. Jugada pero efectiva elección. Su voz de soprano sorprende realmente. Especialmente en el número “Un poco de bondad” (que estaba ausente en la película).

Sin embargo, el personaje que no logra levantar vuelo es el del ingenuo marido de Roxie, Amos Hart (Horacio Vay). No es culpa del intérprete quien trata de llevarlo a un nivel humorístico verosímil, pero le falta encanto y profundidad dramática. Termina siendo demasiado superficial y esquemático. En el film de Marshall, John C. Reilly le apostaba humanidad y lo hacía querible, pero en la puesta de Gustavo Wons no se ve destello de ello, ni siquiera cuando canta “Mr. Celofan”.

En cuanto a lo puesta en escena, los números son atractivos, pero les faltan fuerza, mayor espacio escénico para desplegarse. Desilusiona ver como el mejor y más famoso número de todos, “El Tango de la Cárcel” no logra trascender sobre la obra en general. El final tampoco logra tener la potencia necesaria para terminar un espectáculo de tales expectativas.

La puesta lumínica es impresionante, brillante y aporta todo aquello que la escenografía no logra impostar. Sin embargo, con sus pro y sus contras, Chicago se destaca porque sigue teniendo el padrinazgo eterno del genio Bob Fosse. Se respira su identidad, su personalidad y sobretodo, las coreografías: la influencia del jazz, la manera de doblar las rodillas, de mover una mano, el sombrero… Al estar supervisada por los responsables del espectáculo en Broadway y Londres, uno siente que está viendo una obra de la capital del espectáculo. Mención aparte merece el destacado trabajo de Gerardo Gardelín (acaso el mejor en el rubro en el país) dirigiendo la orquesta y adaptando la música original.

Encantadora, hipnotizante, un poco desilusionante pero aún así brillante gracias a la dupla Cocciufo / Lenoir. Todo eso es Chicago.

¡All That Jazz! ¡Que siga el jazz!

 

Teatro: Lola Membrives – Corrientes 1280 . Cap. Fed.

Reservas: 4381-0076

Funciones: Martes, Miércoles y Jueves 20:30 Hs. Viernes 21 Hs. Sábados 19 Hs y 22:30 Hs. Domingos 20 Hs.

Entrada: Desde $85

 

 

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