UN PETER PAN Y MUCHOS NIÑOS PERDIDOS
Algunas películas pueden ser sencillamente impenetrables. El caso de Club cero, de Jessica Hausner, podría oficiar de ello en una primera impresión, pero que no nos engañe…
La historia nos presenta a la señorita Novak (Mia Wasikowska), quien ingresa como profesora a una prestigiosa escuela internacional para dictar un curso de “alimentación consciente”. Esta iniciativa, propuesta por la comisión de padres de la escuela, tiene una buena aceptación por parte del alumnado y muchos jóvenes deciden inscribirse en la clase. Los motivos son variados: hay niños que lo hacen por convicción personal, otros por un -caricaturizado- compromiso ambiental o simplemente por aburrimiento. Sin embargo, hay dos casos atendibles. Por un lado, un joven cuyos padres están realizando un proyecto filantrópico en Ghana y otro que necesita ganar puntos para continuar su estancia en el instituto porque tiene una beca. Ambos detentan distintos tipos de carencia que los convierte en el “blanco fácil” de lo que está por venir.
La profesora Novak intentará convencer a su grupo de los beneficios que les depara la alimentación consciente. Estas ideas parecen razonables al principio. De hecho, podrían ser integradas a una Weltanschauung de lo políticamente correcto. Más aun, quien enuncia este discurso, no solo es considerada una persona idónea en la materia, sino que también es un ser ético y comprensivo. A menudo se hace referencia a la devoción que profesa la docente por su alumnado y de esta manera se construye un vínculo de confianza, afecto y respeto.
Por el contrario, a medida que la película sigue su curso, las ideas de Novak sobre la alimentación se vuelven peligrosas y extremas, pero los jóvenes poseen tal grado de vulnerabilidad emocional que les resulta imposible que detectar la naturaleza irracional de la propuesta. El programa de alimentación consciente va incorporando niveles de “compromiso” hasta llegar a un grado de cero ingestas -de ahí el nombre del film-.
Los padres de los niños constituyen un caso aparte. Justamente en su incapacidad de manifestar afecto, contención y límites, los roles familiares se tornan disfuncionales. Los adolescentes están solos y esta orfandad los empuja a abrazarse y a darse amor como puedan. En ese sentido, no es difícil hallar todo un repertorio de paternidades irresponsables, narcisistas o ausentes.
Frente a este panorama tan desolador, la “señorita” Novaki es todo lo que estos chicos han deseado que el mundo adulto les proporcione. Ella es quien los guía y acompañe en aquellos espacios destinados a los padres.
El discurso de la alimentación cero va volviéndose cada vez más extremo: “No hacen falta pruebas científicas, es una cuestión de fe”, espeta Novak a un alumno. El daño provocado en el cuerpo de los adolescentes siempre será menor de aquel infringido por una sociedad de adultos que debería protegerlos. Es más, la credencial de ingreso al grupo es ni más ni menos que la de un salto de fe.
Club cero también habla de la vulnerabilidad de los jóvenes -y obviamente de ciertos adultos- y de cómo ciertos discursos siniestros permean nuestra vida cotidiana sin poder percibirlos como tales. Hay una lógica obscena que delata el modus operandi de una sofisticada secta religiosa, pero también existen aquellos que eligen, a conciencia, ese engaño. La discutible escena acerca de aceptar alimentarse de cualquier producto ya digerido es elocuente al respecto y va más allá de toda la parafernalia psicoanalítica de la que está provista la película.
La apariencia plástica en los ambientes del film provoca una sensación de agobio. Así, la escuela parece salida de una pesadilla a mitad de camino entre Wes Anderson y Stanley Kubrick. Todos los escenarios que atraviesan los protagonistas son antinaturales. Estas configurados como espacios inhóspitos: los personajes quieren huir porque no resisten una existencia en ellos. Este hecho puede constatarse con ese final que es un meta relato en sí, un punto de fuga en la narración que debe interrumpirse: la señorita Novak reúne a su tribu de niños perdidos con la promesa de un Neverland y el milagro ocurre para ellos, en un final alegórico, en vísperas de Navidad.
(Austria, Reino Unido, Alemania, Francia, Dinamarca, 2023)
Director: Jessica Hausner. Guion: Jessica Hausner, Géraldine Bajar. Elenco: Mia Wasikowska, Sidse Babett Knudsen, Sam Hoare. Producción: Philippe Bober, Mike Goodridge, Johannes Schubert, Bruno Wagner. Duración: 110 minutos.