Corazón en pedazos por idiota
por creer que la vida es color de rosa
tratando de armarme paso las horas
buscando mis trozos entre las sombras.
ESPOSA ÚLTIMO MODELO
La matriz narrativa Compañera perfecta es vieja como el mundo. Por lo menos, vieja como el mito de Pigmalión y Galatea: ese del escultor que, deseando la mujer perfecta, optó por el celibato y se dedicó a esculpirla. Por obra y gracia de Afrodita, la estatua de Galatea cobró vida y Pigmalión obtuvo la mujer que buscaba: una hecha a su medida.
El mito es uno de los más maleables de la historia de la cultura. Compañera perfecta lo retoma para reformularlo: ¿y si Pigmalión fuera un incel y Galatea, una inteligencia artificial?
El resultado exhibe indudable contemporaneidad: Iris (Sophie Thatcher, pisando firme dentro del terror) descubre que su pareja, Josh Beeman (un divertido juego de palabras para designar al pobre tipo que interpreta Jack Quaid) alquila una acompañante robótica programada para satisfacer sus deseos; una suerte de muñeca de goma animada por inteligencia artificial. La acompañante resulta ser la propia Iris que, sin saberlo, proyecta recuerdos amorosos de una historia que nunca sucedió.
La revelación -que podría insumir buena parte de la extensión de otra película- se produce rápido, con el final del primera acto. El relato es otro: Josh no sólo piensa en Iris como un reservorio de todas sus (in)satisfacciones; también planea usarla para un crimen. A través de un tejemaneje cibernético, Josh hackea la programación de Iris y la involucra en el asesinato de un oscuro personaje ruso, cuya fortuna aspira a repartirse entre sus amigos. Cualquiera que haya visto Terminator sabe cómo sigue: atacar a un robot con capacidad de daño no es gratuito y pronto sobreviene una matanza en la que Iris procura sobrevivir a los humanos que le dan caza; uno de ellos, quien hasta ayer era el amor de su vida.
En la producción de Compañera perfecta aparece uno de los nombres más promisorios del terror contemporáneo: Zach Cregger, director de Bárbaro. Drew Hancock (que debuta en el largometraje con esta película) y Cregger tienen algo en común: sus inicios en la comedia. Acaso el mejor aspecto de Compañera perfecta sea el humor, que lo ayuda a sortear los aspectos más esquemáticos del cuento: cuando la metáfora sobre la manipulación y la dependencia emocional que plantea se vuelve demasiado lineal, se convierte en un desaforado festival emancipatorio; cuando capitula en profundizar el universo que la circunda la rescatan sus personajes, empapando la ciencia ficción de cotidianeidad.
Lo más reprochable de Compañera perfecta es la deliberada decisión de ser un “hasta ahí”. En una de las escenas más divertidas de la película, Iris toma el control de su programación y modifica los parámetros que le fueran impuestos por Josh. De una inteligencia del 40% asciende al 100%, inaugurando un nuevo plano de (auto)conciencia: lástima que la película no acompañe. Falta gore, falta saña y falta perturbar, decisión que se refleja en los cortes del montaje y los emplazamientos de cámara que Hancock aplica cada vez que algo verdaderamente terrorífico irrumpe. La interacción entre el hombre y la máquina -que puede volverse tan cronenbergiana como lo queramos- se vuelve acá una elemental representación de las relaciones amorosas, apenas una excusa para divertirse con unas cuantas muertes y disfrutar del apartado técnico (bonito, impecable, tan prolijo y competente que no hay nada que decir sobre él).
Mientras Iris, nuestra heroína robótica -signo de los tiempos, que una película nos posicione en el punto de vista de una inteligencia artificial en reemplazo de cualquier humano detestable- maneja por la autopista escuchando “Emotion” (ese hit bellísimo de Samantha Sang al arrullo de los Bee Gees), su mirada se encuentra con otra que no es sino ella misma: un modelo customizado de Iris ocupa el asiento del acompañante en el auto contiguo. Si este mundo infinitamente secuelizable nos ha enseñado algo es que cabe esperar una expansión de este universo, uno que verdaderamente explote su potencial. Allí estaremos, supongo, mientras Sophie Thatcher maneja a toda velocidad hacia una brillante carrera en el cine.
(Estados Unidos, 2025)
Guion, dirección: Drew Hancock. Elenco: Sophie Thatcher, Harvey Guillén, Jack Quaid, Rupert Friend, Lukas Gage. Producción: Zach Cregger, Roy Lee, J. D. Lifshitz, Josh Mack, Raphael Margules. Duración: 97 minutos.
Lukas