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CRÍTICAS - CINE

Con el Diablo Adentro (The Devil Inside)

Con el Diablo Adentro (The Devil Inside, Estados Unidos, Rumania, Italia, Ciudad del Vaticano, 2012).

Dirección: William Brent Hell. Guión: William Brent Hell, Matthew Peterman. Producción: Morris Paulson, Matthew Peterman. Elenco: Fernanda Andrade Simon, Quarterman Evan Helmuth, Suzan Crowley. Distribuidora: UIP. Duración: 86 minutos (versión censurada).

“Querido Vaticano, apruébame…”

Esta película no fue autorizada por el Vaticano, reza en placa el filme desde su inicio, pronosticando lo que se vendrá tras las carcajadas de quienes asistieron a la función privada.

Dicho y hecho, si bien no genera el efecto inicial durante el desarrollo de la película, la temática y planteamiento documental intenta generar la credibilidad y empatía, aquel sentimiento opresivo encauzado y formado grandilocuente por Actividad Paranormal (Paranormal Activity; Estados Unidos, 2007) y El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project; Estados Unidos; 1999), sumado a la cuestión utilitarista del manejo de un presupuesto por demás ínfimo para generar el mayor golpe de efecto.

Con el Diablo Adentro, relata la historia de la familia Rossi, donde la madre de la protagonista, Isabella, asesina a tres personas desde un basamento inicial de exorcismo en su propia casa y confiesa su crimen en un llamado a la fuerza pública. 20 años después, Isabella intentará dar con su madre, ahora internada en Roma en un hospital psiquiátrico, para comprender qué fue lo que realmente sucedió con ella. Para dicha labor, se contacta viajando a Europa con estudiantes y exorcistas que operan en la clandestinidad y sin el consentimiento del Vaticano para tales tareas. Es entonces cuando descubre un mundo donde las posesiones demoníacas son moneda corriente, la diversificación satánica es tan posible como cambiarse la ropa interior y los traspasos de entidades a seres corpóreos se engarzan en la cotidianeidad rompiendo con un realismo, o pretensiones del mismo, que hubiese sido bueno mantener desde una previa al rodaje a tales fines.

  1. Waking the Demon. William P. Blatty, en su estudio de las posesiones devenida en novela y luego en adaptación a la pantalla grande (El Exorcista; Estados Unidos; 1973), establece un principio respecto de la invocación que prima a un ritual por demás complejo para la manifestación infernal en el cuerpo de un agente residente. Al ser Blatty, el gran autorizado en cuestiones con fundamentos próximos a lo real y por consiguiente a la fijación de una convención social al respecto, no se ve en Con el Diablo Adentro, donde mismo el ritual convive entre agentes sin la violencia explícita que se propone y donde lo humano no termina de dejarse de lado para alternar personalidades que no se definen en sí mismas y, por tanto, no terminan de corresponderse en la curva temática al drama. La realidad dejada a un costado, la objetividad aparente del retrato documental se traspola a ficción sin más y rompe con todo efecto a generarse a posteriori.
  2. Una fotografía fuera de foco al infierno. Nada que ejemplifique e ilustre mejor la cuestión falaz y de resultantes ausentes de Con El Diablo Adentro, que una frase de Hitchcock acerca de la violencia en el cine “No se debe fotografiar la violencia, se debe entrar y vivir la violencia”. Exactamente lo contrario es lo propone el filme en cuestión: Las posesiones, traspasos y demás cuestiones sobrenatura, son retratadas desde una tomavistas más que desde un punto presencial de la cosmogonía resultante. Esta forma de tomar el tiempo, de capturar la vida, rompe con una regla básica de la cinematografía para la generación del realismo pleno, o, por lo menos, en la formación de una manifestación naturalista creíble y espantosa desde la posición expectante.
  3. The end has no end. No hay nada más tentador que relatar el final de una obra o el desarrollo clave del argumento. Sin hacerlo, intentaré plasmar lo poco narrativo de un final que intenta ser abierto causando la impresión de una terminalidad definitiva. Es normal, luego de ver mucho cine, presenciar finales que escapan a la linealidad narrativa y que explotan abruptamente y sin justificación alguna por, falta de presupuesto para continuar la cinta, o bien, por escasez creativa y terminológica, en otras palabras, falta “eso” que se quiere decir.

Con El Diablo Adentro, deja a priori, cine que desear, deja entrever una veta que no puedo ser explotada versando falacia, no-necesidad de especificaciones artísticas previas y placas iniciales que intenten solidificar hechos que deben narrarse en imágenes, en técnica, en arte.

Decimos NO al plagio, NO a la representación de la representación. Decimos NO a la repetición injustificada o hecha a partir de un rédito económico, decimos SI al cine, SI al arte, SI a la belleza, NO a THE DEVIL INSIDE.


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