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CRÍTICAS - CINE

Cosmopolis

Capitalismo, una historia de amor.

No es casual que en este mismo festival se vean películas con Robert Pattinson y Kristen Stewart, coprotagonistas en Crepúsculo, o con otro megastar comercial como Zac Efron. Independientemente de lo que pensemos de ellos, la explotación que hizo el starsystem hollywoodense de estos pibes les abrió las puertas para que hoy sean convocados por autores de renombre como Cronenberg. Vaya uno a saber cuál es la intención al convocarlos; inmediatamente, pienso que como directores querrán que a sus productos los vea la mayor cantidad posible de gente. En el caso de Pattinson, que está en pantalla casi el 100% del tiempo, este no es un dato menor, ya que se pone el film al hombro. Este tipo de actores, al ser convocados, hacen cualquier cosa que se les pida: imagínense una larga escena de diálogo mientras a Pattinson le están haciendo un análisis de tacto prostático y, en el caso del film The Paperboy, una actriz que le orina en el rostro a Zac Efron.

Cosmopolis transcurre casi íntegramente dentro de una limousine, hábitat de Eric (Pattinson), empresario multimillonario e intelectual, a quien se hace reponsable por un espectro que afecta a la economía mundial. Desde la oficina móvil, él es capaz de planificar y reunirse, lo que da lugar a una segmentada presentación de personajes, que entran en escena, brindan su diálogo y dan lugar al siguiente (Juliette Binoche, Samantha Morton, Mathieu Amalric, Paul Giamatti). Así es Cosmopolis, un drama futurístico que se apoya en la narrativa a través del diálogo y no lo visual.

Cronenberg despista al seguidor de sus obras; al igual que con Un Método Peligroso, experimenta con nuevas formas narrativas sin dejar de lado algún elemento característico de su estilo personal como, por ejemplo, una escena de un asesinato a un líder político en medio de un programa televisivo en vivo, ¿les recuerda a algún otro film del director?

Cosmopolis está inmersa en una atmósfera fría y visceral. Transcurre en la ciudad de Nueva York, donde se presentan manifestaciones en la Broadway Ave., junto a grupos de militantes que tiran ratas -elementos de protesta- en restaurantes llenos de clientes. Todo transeúnte que reconoce la limousine de Eric atenta contra ella. La ejemplificación constante del capitalismo reinante le da al film no solo un aire futurista, sino también actual, ya que el presente no dista mucho de esa fecha. El futuro es hoy.

calificacion_3

Por José Luis De Lorenzo

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