(Rumania, 2018)
Guion y dirección: Radu Jude. Elenco: Ioana Iacob, Alexandre Dabija, Alex Bogdan, Ilinca ManoIache. Duración: 140 minutos.
El director Radu Jude es ya una presencia habitual en el festival de Mar del Plata. En 2016 presentó la notable Scarred Hearts, situada en un hospital donde trataban enfermos de tuberculosis, y en 2017 The Dead Nation, un documental sobre la deportación de judíos durante la Segunda Guerra Mundial en el cual, utilizando solo fotos y voz en off, lograba transmitir el sufrimiento de manera más efectiva que si hubiera empleado un procedimiento de representación tradicional con actores.
Ambas películas mostraban un dominio total de la puesta en escena, con una coherencia férrea y una preocupación por la historia del pueblo rumano que reflejaba la necesidad de echar luz sobre momentos poco conocidos de su historia.
Así llegamos a este 2018 donde se presenta I Do Not Care… Aquí nuevamente vuelve sobre el trato de los rumanos hacia el pueblo judío y cómo el relato oficial oculta hechos vergonzosos de la historia de un país. Concretamente, en la Segunda Guerra Mundial el ejercito rumano, aliado con los alemanes, deportaba y ejecutaba judíos rumanos en la zona del Frente Oriental. La película transcurre en la actualidad, cuando el personaje de Ioana Iacob organiza una representación para un festival que conmemora un aniversario de la Segunda Guerra. Desde el inicio Jude rompe con los códigos de la ficción al hacer que la protagonista narre los títulos del filme y, de hecho, se autopresente como personaje. Esto hace que la propuesta se vea como un documental ficcionado en un comienzo, para luego derivar en una ficción un poco más clásica. Básicamente toda la película consiste en los preparativos para la representación; desde la selección de actores, vestuario, armas y tanques hasta el profundo análisis que hace la protagonista -claramente alter ego de Jude- de los actores de ese hecho histórico y de por qué este se encuentra ausente en la memoria del pueblo rumano.
Esta parte fuertemente política se cruza con la relación que ella tiene con su pareja, quien en parte representa el pensamiento del común del pueblo rumano en el presente. Ese cruce entre la historia personal y la historia de la nación le da aún mas fuerza a la narración, y si le sumamos los debates entre los protagonistas de la representación (que son personas comunes) y la directora se logra un fresco de las diferencias ideológicas que se viven en la Rumania actual, y que no difieren en tanto con respecto a las que existían hace setenta años.
Otro personaje muy importante es el funcionario estatal que controla la representación y su contenido. Aunque resulta fácil identificarlo en el papel de censor, Jude inteligentemente lo presenta como un intelectual que le plantea una discusión a la directora en su mismo nivel de conocimiento de la historia; cuestionando las elecciones temáticas, ofreciendo un fuerte contrapunto y enriqueciendo el intercambio. Sobre el final ese mismo personaje tiene la mejor respuesta posible hacia la directora rebelde, tendiendo un puente de diálogo.
Es inevitable relacionar este film con la historia argentina, de hecho, se nombran un par de veces las palabras “nunca más”, pero no recuerdo tal excelencia formal y solidez narrativa en alguna película local con temática similar.
En suma, una obra imprescindible y fundamental para entender que la precisión en las formas y el discurso político no tienen por qué estar disociados.
© Juan Pablo Semino, 2018 | @Jpsemino
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