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CRÍTICAS - STREAMING

The Amusement Park

DE PASEO A LA MUERTE

Las películas recuperadas tienen en su condición una magia que las contornea. Casos emblemáticos hay varios. Aquí en Argentina nació el proceso de recomposición del corte original de Metropolis (1927) cuando se encontró en 2008 la copia en el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires, que le sumaba 25 minutos a la versión conocida hasta ese momento. Muy distinto es lo que sucedió con los esfuerzos de Peter Bogdanovich para cumplirle la promesa a su amigo Orson Welles de terminar Al otro lado del viento (2018). Bogdanovich no tenía más que una serie de bocetos, anotaciones y algunas marcas de Welles para montar la película, sumado a los problemas que se acrecentaron con el extravío de negativos, los cuales como si fuera poco estaban desperdigados por diferentes lugares del mundo. Todas las peripecias sorteadas que -finalmente- desembocaron en una copia de la película cobraron un carácter incluso superior y más sustancioso que el de la propia obra terminada, y esto puede observarse en los documentales accesorios que están en Netflix, el servicio de streaming que se asoció a Bogdanovich para terminar la obra.  

The Amusement Park es un ejemplo diferente de película recuperada. Mientras que la versión de Metropolis vista por la mayoría era una mutilada de la original -o del corte de Lang al menos- y Al otro lado del viento podía pensarse como una película posible en las intenciones y en el material bruto, aquí estamos en presencia de una película terminada y escondida jamás vista. La historia que la ciñe es fascinante; en ese punto coincide con los dos ejemplos mencionados, pero lo cierto es que poco se conocía de ella mientras Romero vivía. Tampoco se la pensaba como un anhelo ya que él estuvo activo casi hasta el final de sus días, por lo que la esperanza de nuevas obras siempre estuvo latente. Su muerte en 2017 puso en juego una especie de operativo de negación con el objetivo de descubrir películas extraviadas o descartadas pero que resultan inéditas y que funcionan como una sutura ante la pérdida inevitable de obras futuras que nunca se realizarán.

El motivo por el cual se enterró The Amusement Park fue que se trató de un encargo a Romero por parte de la Lutheral Service Society de West Pennsylvania, con la premisa de que hiciera una película que creara conciencia en la juventud acerca de la marginación de las personas de la tercera edad. Por aquellos tiempos, Romero estaba necesitado de dinero y la oportunidad de dirigir, así fuera un trabajo de corte institucional, no era para despreciar, y el corolario fue una pesadilla demasiado real que asustó a los que pusieron el dinero. Tal fue el horror generado que escondieron la película para siempre; al menos eso es lo que ellos creyeron. Poco le debe haber importado a Romero; su objetivo era cobrar por el trabajo realizado y menos se imaginaría en ese momento que él, siendo el “padre” de los muertos vivientes, tendría una película para estrenar después de perecido en este mundo terrenal. La historia, escrita por Wally Cook (quien no tiene otro crédito además de esta película) es de las más terroríficas porque parte de un concepto: la idea de la vejez como camino inevitable y a la vez ideal del ser humano, aquí tejida dentro de un mundo familiar a partir del escenario de un parque de diversiones; pero hay en él una extrañeza dada por situaciones de júbilo que involucran a niños, familias que se desplazan por el lugar mientras un viejo deambula perdido ante la indiferencia del todo el mundo. 

The Amusement Park es una obra desoladora, cuya representación se ilustra en una estructura centrífuga de un personaje que entra y sale sin saber lo que le espera, o peor aún, que subestima lo que su doppelganger (la idea de un humano genérico) le advierte. El envoltorio retórico de “película casera” que le brinda el formato de 16 mm hace que el tono onírico absurdo y pesadillesco se eleve aún más y se impregne la semilla de una realidad potable. El encuentro entre el corto institucional para ser proyectado en colegios y la manera de filmar de un autor de terror con fuerte ligazón política hace que todo maride en un sentido oscuro, retorcido y negador de un futuro ideal, más bien utópico. La plataforma Shudder (todavía inaccesible en Latinoamérica) la estrenó para el público general. Gracias a una mancomunión entre la última esposa de Romero y un crowdfunding fue posible el remastering digital de esta última obra, la cual cae en el momento perfecto de una humanidad cínica e incluso menos solidaria que en los tiempos en que fue concebida esta historia aséptica y deforme a la vez.   

 

 

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

Dirección: George A. Romero. Guion: Wally Crook. Elenco: Lincoln Maazel, Harry Albacker, Phyllis Casterwiler. Producción: Richard P. Rubinstein. Fotografía: S. William Hinzman. Duración: 54 minutos.

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