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FESTIVALES

Dernier Maquis

 

El Último Maquí (Dernier Maquis, Francia, 2008)

Dirección: Rabah Ameur-Zaimeche Guión: Rabah Ameur-Zaimeche, Louise Thermes. Productor: Rabah Ameur-Zaimeche. Elenco: Christian Millian-Darmezin, Larbi Zekkour, Marmadou Koita, Rabah Ameur-Zaimeche. Duración: 93 minutos

La integración musulmana en la comunidad francesa, y el racismo social son temas que preocupan cada vez más a los realizadores europeos. Ameur-Zaimeche, nacido en Argelia, pero nacionalizado en Francia se propone dar una visión interna, dentro de las diferentes comunidades nor africanas radicadas en el país.

La acción sucede en un galpón cerca del aeropuerto donde se fabrican tarimas de madera, que a la vez sirve de taller mecánico. Los obreros son, en su mayoría, musulmanes, y los que no lo son, terminan por convertirse al Islam.

Mao, su patrón (interpretado por el propio director), les ha construido una pequeña mezquita interna, donde el obrero encargado de pintar los tablones, hace de Imán porque es el más instruido en religión entre los trabajadores. De esa manera, deja a sus empleados contentos. Pero Mao no paga bien, y todos tienen sus propias necesidades económicas, razón por la cuál, los empleados deciden formar un sindicato y rebelarse contra el jefe.

Ameur-Zaimeche arma un retrato discreto, interesante pero sin pretensiones sobre una realidad social. Con planos fijos, tiempos dosificados, se va tejiendo la trama a través de pequeños episodios que derivarán en un gran conflicto, en donde los hombres demostrarán que no son ovejas que pueden ser tratadas como el patrón quiere, solamente porque les construyó la mezquita.

El conflicto principal se dará entre los mecánicos argelinos y los peones etíopes, como algunos están satisfechos con las condiciones laborales, porque quieren defender el “tener” un trabajo contra “la justicia del trabajador”. De esta forma se analiza lo que sucede con el seguro médico y la explotación.

No se trata de un film, que trata en sí de la inserción de la religión musulmana en la sociedad, sino la forma en la que se usa a la religión como excusa para justificar la esclavitud.

Con un tono seco y austero, la narración remite en cuanto a estructura y temática a Recursos Humanos de Laurent Cantet, pero a la vez, le falta un poco de dinamismo dramático para llevar adelante el relato. El elenco conformado en su mayoría por no actores, no ayuda a darle mayor cohesión al relato, ya que muchos de ellos, se ve limitado en sus expresiones delante de cámara. Asimismo, algunas escenas parecen haber sido agregadas para rellenar la película, y no aportan dramatismo a la historia rectora. Tampoco son muy efectivos los elementos humorísticos.

A pesar, de todo, el mensaje es claro. Visualmente no distrae, y es prolija su puesta en escena seudo documental, que se acerca más a la cinematografía iraní o iraquí que a la Europea.

Las intenciones del director por mostrar una realidad desde un punto de vista que no sea el típico occidental, resultan efectivas y válidas, en esta pintura que los noticieros no suelen mostrar sobre el viejo continente.

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