Educando a Víctor Vargas (Raising Victor Vargas, EEUU – Francia 2002) Dirección: Peter Sollet. Guión: Peter Sollet, Eva Vives. Producción: Alain de la Mata, Vincent Maraval. Elenco: Victor Rasuk, Silvestre Rasuk, Judy Marte, Melonie Díaz, Altagracia Guzmán. Distribuidora: 791. Duración: 88 minutos.
Educando a Víctor Vargas de Peter Sollet (Nick y Norah Una Noche de Amor y Música) cuenta la historia de Víctor, un joven de raíces latinas que crece en un barrio marginal de Nueva York, cómo este debe lidiar con los problemas de una familia disfuncional, y sus primeras relaciones amorosas.
Cine independiente norteamericano en estado puro, esa etiqueta que a esta altura ya es un género con identidad propia, que aglomera a varios realizadores con un cine personal, pero presentado de tal forma que cualquiera lo pueda llegar a entender. Ese punto medio entre el cine comercial de Hollywood, y el minimalismo autoral europeo. Esa es la única forma de definir a este film, un punto medio. Al espectador se lo transporta al otro lado de Nueva York, ese que no nos muestran las superproducciones, nos metemos de lleno en la vida de una familia, casi de forma documental. Conocemos a Víctor, sus peleas con Vicki, su hermana, cómo trata de guiar a Nino, su hermano menor, y las eternas discusiones con su abuela que, como él dice, hace de Madre y Padre al mismo tiempo. Mientras él, trata de conseguir salir con Judy, la chica más deseada del barrio. Tal vez sea que el hecho que Victor y Nino sean hermanos en la vida real, que la mirada perdida de Judy tenga algo que ver con su historia personal, pero las actuaciones son algo especial, hay un matiz muy personal, y eso le aporta mucho al color de la película.
Se podría hablar de Educando… como una historia de amor, porque es lo que hace progresar la historia, ese amor que no puede ser por tantos motivos, pero que aún así trata de seguir adelante, las inexperiencias, la familia que se opone, el que dirán. Pero al final de cuentas, uno se encuentra con la historia de un chico que trata de crecer.
Sollet demuestra su talento en su Ópera Prima, tanto detrás de la cámara, como desde el guión, y puede ser quien mejor logre reflejar a la juventud de principios del siglo XXI, sobre todo, en los aspectos más íntimos, en cómo tratan de devolver la mirada a la sociedad que los espera, y como dan sus primeros pasos hacia una vida propia. Ese es el don de Sollet, y es la virtud de este film. Esta es, sin lugar a dudas, la película que más de un realizador argentino soñaría hacer, para fortuna de todo, no importa si es Nueva York, o el conurbano bonaerense, la construcción de ese barrio que se cae encima de los personajes, ese calor eterno, ese paisaje es figurita repetida para más de uno, y el mensaje, es universal.
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