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CRÍTICAS - CINE

El Camino (The Way)

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El Camino (The Way, EEUU / España, 2010)

Dirección: Emilio Estevez. Guión: Emilio Estevez basado en el libro de Jack Hitt. Producción: Emilio Estevez, David Alexanian, Julio Fernández. Elenco: Martin Sheen, Emilio Estevez, Deborah Kara Unger, James Nesbitt, Yorick van Wageningen, Tchéky Karyo, Renée Estevez, Ángela Molina. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 123 Minutos.

Estevez Unidos

En los años 80 fue un ícono de la juventud rebelde. En los ‘90 jugó al policía en varias oportunidades. Sin embargo, mientras seguía trabajando en películas clase B al tiempo que su hermano Charlie la pegaba en comedias, Emilio Estévez encontró en la dirección cinematográfica un camino alternativo para expresarse artísticamente.

Sus primeras películas no tuvieron demasiada difusión. Tengo un vago recuerdo de la comedia Hombres Trabajando, que hizo junto con su hermano. Una buddy movie más.

Pero Emilio encontró en el cine Indie un espacio, un lugar. Hace 5 años, Bobby se exhibía como una ambiciosa apuesta por reconstruir el momento en que fue asesinado Robert Kennedy, mediante una historia coral de varios personajes que fueron testigos del mismo hecho. Este film despertó críticas positivas. Más allá de si cada una de las anécdotas que narraba eran atractivas o no, el elenco que se prestó a formar parte de esta película era espectacular. Era difícil poder reunir a tantos actores de primera línea. Con algunos momentos edulcorados y otros que generaban tensión, Estévez demostró que podía destacarse dentro de la cinematografía de Hollywood. Es que Emilio tiene casi 50 años y ha madurado como artista.

Reflejo de esto es El Camino. Co-producida en España con Julio Fernández (socio de Brad Anderson), esta película narra la historia de un renombrado oftalmólogo estadounidense viudo –Tom-, que tiene una relación no muy cercana con su único hijo Daniel. Cuando éste aparece muerto en los Pirineos, Tom se traslada a Europa, donde le comunican que había fallecido cuando empezaba a realizar el Camino de Santiago de Compostela. Se trata de un peregrinaje que empieza en Francia y termina en el Sur de España. Los peregrinos recorren 800 km a pie, parando en diversos hostels entre España y Francia. Esta actividad es realizada cada año por turistas de todo el mundo. Algunos están impulsados por una búsqueda espiritual, otros, religiosa. Algunos descubren el misticismo en el camino. Tom se propone llevar las cenizas de Daniel hasta la catedral de Santiago de Compostela y terminar el viaje que empezó su hijo.

Estévez podría haber hecho un film netamente sentimental y lleno de golpes bajos pero, en cambio, opta por narrar una road movie clásica, honesta, sin perder de vista temas básicos como la redención, las segundas oportunidades y el “nunca es tarde” para hacer lo que no se hizo. El Camino es una película espiritual pero no religiosa. Es un recorrido geográfico pintoresco en el que se aprovechan los paisajes para brindar encuadres hermosos, fotografiados por Juan Miguel Azpiroz -colaborador habitual de Julio Medem-. Carece de la pretensión filosófica de otras road movies recientes como Hacia Rutas Salvajes de Sean Penn y, en vez de eso, se ata a una estructura clásica.

El personaje de Tom debe vencer diversos problemas. Tiene casi 70 años pero buen estado físico. Las principales adversidades son internas -prejuicios y culpa, imposibilidad de descubrir sus propias emociones-. Sin embargo, sería un error calificar a El Camino de un viaje introspectivo. Aquí Tom encuentra tres personajes que, al igual que él, viajan hacia Santiago de Compostela por motivos que no se relacionan con la religión. Joost es un holandés que desea perder peso para volver a acostarse con su novia, Sarah es una canadiense que quiere dejar de fumar y Jack es un escritor irlandés en busca de inspiración. Este personaje está basado en Jack Hitt, autor del libro en el que se inspiró Estévez para escribir el guión.

Gracias a estos personajes, la película incorpora una cuota necesaria de humor que le quita solemnidad y dramatismo al viaje de Tom. Joost funciona como un cómic relief -al igual que Jack- y Sarah, como un posible interés romántico. Pero Estévez, por suerte, decide evadir completamente esta dirección para centrarse en cómo la compañía genera esperanza.

Estévez, además, eligió un elenco que provoca empatía y tiene buena química entre sí. Ayuda también que el director interprete a Daniel, y que Tom sea su padre, Martin Sheen. A los 72 años, el protagonista de Malas TierrasApocalipsis Now se carga la película a los hombros con sobriedad y credibilidad. Hace un gran trabajo físico y emocional. Verlo al lado de Emilio permite, además, creer en la breve relación padre-hijo que se construye. En parte porque Emilio tiene la misma cara que Martin. Sus amigos en la travesía conforman un elenco sólido: Deborah Kara Unger, James Nesbitt, Yorick van Wageningen. Solamente el actor irlandés tiene momentos un poco eufóricos, que desentonan con el tono del resto. Los aportes de Tchéky Karyó y de una avejentada Ángela Molina son breves pero efectivos.

Detrás de la historia hay un mensaje propio de la religión católica, no demasiado oculto, pero que tampoco tiene tanto protagonismo. Lamentablemente, la banda sonora subraya demasiado el mensaje. Es un viaje agradable y dinámico. Más allá de algunos clisés, estereotipos y lugares comunes, El Camino deja un sabor agradable.

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