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CRÍTICAS - CINE

El Corredor Nocturno

El Corredor Nocturno (Argentina – España, 2009)

Dirección: Gerardo Herrero Guión: Nicolás Saad basada en la novela de Hugo Burel editada por Alfaguara. Producción: Gerardo Herrero y Vanessa Ragone Elenco: Leonardo Sbaraglia, Miguel Angel Solá, Erica Rivas, Manuel Vicente Distribuidora: Alfa Duración: 100 minutos

No importa cuantas veces se narre el mismo cuento, si el contenido y la forma tienen un giro original, un “gancho”. Pero no siempre se da eso, y se apela a reproducir aquello que “funcionó”, y por supuesto, no da resultado.

Personalmente, no leí la novela de Burel. Puede que sea muy buena, pero partiendo de la premisa básica, El Corredor Nocturno, no funciona en su adaptación cinematográfica. Cuenta con desventajas referenciales. Puede que haya visto demasiadas películas, pero para que el mito del Fausto sea atractivo hay que dotarlo de cierta vuelta de tuerca, no caer en la lugares comunes de la mayoría de las adaptaciones. No alcanza con justificarlo desde un punto de vista contemporáneo y oportunista, con la situación socio- económico del país y el mundo.

Eduardo López  (Sbaraglia) es un mediocre gerente de una empresa aseguradora de Buenos Aires, de la que es propietario un estadounidense. Casado y con dos hijos, le da prioridad siempre a su trabajo, y a sus corridas nocturnas por zona norte. En un viaje proveniente de Milán, se encuentra con Raymundo Conti (Solá), un misterioso hombre de negocios que dice ser agente inmobiliario. Conti empieza a acechar a López, por motivos desconocidos, en apariencia solo una cuestión de amistad. Mientras tanto, López es designado por su jefe, Harrison, como el hombre a cargo de seleccionar los próximos despidos de la empresa, para que esta pueda sobrellevar la crisis económica. Se encuentra en un tipo de encrucijada moral, no quiere despedir empleados, y se refugia en su esposa, Clara (Rivas) como confidente. Las cosas se complican cuando las intromisiones del carismático Conti empiezan a ser más hostiles y sospechosas.

Esta vuelta de tuerca a la leyenda de Mefistófeles, carece de originalidad en principio. En 1997 Taylor Hackford hizo una más que interesante adaptación de la novela de Andrew Niderman, El Abogado del Diablo, en donde se deja en claro que es en las grandes empresas capitalistas, donde se refugiaría el Diablo hoy en día. La tentación, la culpa por la lucha por el poder, el ascenso a toda costa de una sociedad que se va comiendo a sus empleados, son los temas que retoma el director español de Que Parezca un Accidente, El Lugar donde Estuvo el Paraíso y Territorio Comanche, quien siempre decide incluir actores argentinos en sus películas. Esta vez también decide filmar en Buenos Aires.

Desde un principio, sin decirse, es bastante obvio el rol de Conti en la historia, como una conciencia maliciosa de López. Para enfatizar la codicia, el director y el guionista Nicolás Saad (Mala Epoca), abren varios flashbacks que terminan confundiendo la narración hacia el final, al quedar incompletos. Es claro, que López no está limpio, pero mientras que varias situaciones se hacen demasiado explícitas, e incluso podrían haber sido obviadas (una escena en un antro estilo Del Crepúsculo al Amanecer u Ojos Bien Cerrados, pero con poca estética y personalidad) otras son demasiado forzadas, y a la vez demasiado implícitas.

Si bien se puede decir, que el ritmo nunca decae, el clima de thriller está bien construido y la fotografía del gran Alfredo Mayo (colaborador de Almodóvar y Piñeyro) es destacable, y ayuda a generar dicho clima, las principales fallas de la película son narrativas. Herrero no elude los estereotipos y lugares comunes que ya había transitado Hackford pero con falta de imaginación. Si bien el personaje de López, tiene matices interesantes, la interpretación de Leonardo Sbaraglia es demasiado sobreactuada y termina no convenciendo (muy distante de la buena actuación de Las Viudas de los Jueves, con la que comparte el mismo entorno social). En cambio, Solá está realmente monstruoso y por suerte mucho más contenido actoralmente  que el desenfrenado Pacino en El Abogado. Erica Rivas, muy sólida y natural, demuestra una vez más que es una de las actrices con mayor futuro del país. El resto del elenco no resalta demasiado.

Herrero toma elementos de Haneke (Cache) y de Fincher (The Game, El Club de la Pelea), pero no tiene mucha idea que hacer con ellos. Hacia el final de la película, todo se cierra con alambre, pero el producto no termina de convencer.

Quizás deberían haber incluido algún tema de los Rollings Stones, pero ya todo se habría ido al demonio.

weisskirch@asalallenaonline.com.ar

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