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CRÍTICAS - CINE

El justiciero: Capítulo final (The Equalizer 3)

EL CANDOR DEL PADRE McCALL

Después de nueve años del comienzo de la única saga protagonizada y producida por Denzel Washington, El justiciero presenta su tercera y autoproclamada última entrega.

Sucesora de la serie original con Edward Woodward y coetánea del reboot estelarizado por Queen Latifah, la trilogía, dirigida y también producida por Antoine Fuqua, ha sabido convertirse progresivamente en un catalizador de las obsesiones compartidas entre el actor principal y el realizador en cuestión.

Ya como su primera colaboración mutua, y tal vez aún su obra maestra definitiva, Día de entrenamiento ofrecía una combinación entre el corazón en las tinieblas y un juego enredado del gato y el ratón para abrile paso a un relato inimitable, crítico y a prueba de toda moraleja racial fallida que abunda desde la década pasada.

A finales de 2014, acompañada de una ocasionalmente destacada declaración del propio Fuqua como creyente de Dios, El justiciero recuperó las bases de aquel film, sostenida en claros referentes cinéfilos, con Fuego contra fuego a la cabeza de todo -el final con “New Dawn Fades” de Moby, en las orillas del mar azulado de las playas de Boston, es la prueba absoluta-, y, ante todo, en un personaje con un estilo de vida que roza el tópico american way of life, pero con valores tradicionales muy contagiosos.

Todos queremos ser el Robert McCall de Washington apenas contemplamos unos minutos de su rutina diaria. Aprender a dominar las nuestras con las destrezas cronometradas de McCall, darnos el lujo de leernos cien novelas clásicas con el ímpetu de McCall, tener la voluntad de optimizar nuestras actividades físicas y nuestro autoestima a la manera de McCall. En suma, dedicarle el tiempo necesario a nuestro crecimiento personal en su máxima expresión.

La primera secuela, de 2018, ha sido defenestrada por contar con una primera mitad en la que se distingue a la legua quiénes son los misteriosos antagonistas y por los valores morales que le impone McCall al joven que terminará siendo el gran personaje secundario de la película.

En una valoración personal, todavía cuento con una preferencia hacia la segunda entrega en el contraste con la primera. Los elementos de western que incorpora en la segunda mitad y la cita a The Searchers en el plano final me alcanzan para descartar a El justiciero 2 como una bajada de línea moralista, lacrimógena y la encuentro más bien, a rasgos finales, en sintonía con todas las películas de la dupla Washington/Fuqua. Esto incluye, por supuesto, a su remake de Los siete magníficos, torpemente acusada de suscribir a agendas de oportunismos de diversidad racial.

Llega así -tardíamente- a nuestras salas el Capítulo final. Disfrazado de una herida mortal, a McCall se le presenta su enemigo terminante: la vejez.

Nuestro ecualizador es trasladado parcialmente contra su voluntad a Sicilia y atendido clínicamente por Enzo (Remo Girone, el Enzo Ferrari de James Mangold). Es allí donde se manifestará su segunda resurrección porque, recordemos, los hábitos que conocemos de Robert McCall nacen después de haberse declarado muerto y eximido de su enigmático oficio.

En esta tercera vida McCall se despoja de la literatura, pero distingue la vigilancia de Emma (Dakota Fanning) al portar ella un libro turístico descontextualizado.

McCall no lee, porque Fuqua lo convierte en personaje literario. Con su bastón, vestimenta y sombrero negro, el semblante del padre Brown de Gilbert Keith Chesterton se reluce con una sutileza excepcional. Y esto se manifiesta, además, en el manejo de la acción corporal de toda la película después de su primera secuencia. 

Siendo la acción en general uno de los aspectos que más se deterioran en las terceras partes, Fuqua y compañía lo resuelven con un McCall en clave Brown absoluta, es decir, como un hombre que simula no ejercer la actividad esperable de él, cuando lo que más está haciendo es tomar toda la ventaja por encima de sus adversarios. En el caso de McCall, a diferencia de Brown, esto se da con un ejercicio de violencia atenuada, en las penumbras, y con impactos más medidos y precisos que nunca.

El cristianismo es puesto en primer plano como nunca en la filmografía de Fuqua, justamente porque es una culminación de etapas. Esto no implica que Denzel Washington se arrodille para rezar Padres Nuestros, muy lejos de eso. Los emblemas religiosos están presentes, blanqueados y puestos en escena. 

Sugerimos prestar particular atención a todo gesto de estrangulamiento -verbal y físico- en esta tercera entrega. Porque también sucede que Fuqua no puede huirle a ese origen literario del espionaje que es el canto 10 de la Ilíada, donde los espías y traidores son decapitados, atacados por sus cuellos, donde, según Homero, reside el alma de los hombres.

Hay un gran elefante en la habitación que es, obviamente, el reencuentro en pantalla entre Dakota Fanning y Denzel Washington, la dupla protagónica de Hombre en llamas. Más que simples referencias, Fuqua se toma la labor de componerle un monumento a su admirado Tony Scott desde el principio.

Termina la secuencia inicial y la espalda de McCall es tiroteada por un niño al que él mismo convirtió en huérfano. Al notar que sus chances de ser socorrido son nulas, McCall se gatilla la cabeza, pero el disparo no sale. Así Fuqua recupera el lema de la película de Scott, “las balas no mienten”, y el rol paternal del protagonista se pone en paulatino funcionamiento.

El justiciero: Capítulo final cuenta con todos los aspectos visuales y técnicos elevados a su máximo funcionamiento. La puesta de cámaras tranquilamente podría ser la mejor en toda la filmografía de su director, lo cual no es nada menor teniendo en cuenta los talentos implicados y, más aún, que fue rodada en exteriores en un mundo recientemente pospandémico.

Han habido tiempos en los que estas películas pasarían más desapercibidas que ahora, tildadas de meras producciones evasivas. El empeño de Antoine Fuqua y Denzel Washington por mantener una saga hasta su tercera parte -que, más que superarlas, eleva a sus antecesoras poniéndolas a su altura- es para agradecer y, sobre todo, para valorar por su manera de hacer cine. Una que era habitual, pero cada vez escasea más en las salas.

(Estados Unidos, 2023)

Dirección: Antoine Fuqua. Guion: Richard Wenk. Elenco: Denzel Washington, Dakota Fanning, Remo Girone, Eugenio Mastrandrea, David Denman. Producción: Todd Black, Jason Blumenthal, Denzel Washington, Antoine Fuqua, Steve Tisch, Clayton Townsend, Alex Siskin, Tony Eldridge. Duración: 109 minutos.

3 comentarios en “El justiciero: Capítulo final (The Equalizer 3)”

  1. José Luis Ortega

    Sin duda la mejor película de la trilogía!!! No esperaba menos de tan excelente protagonista y que decir de Dakota, ambos excelentes!! Muy agradecido por traernos al cine una película que se que la gente disfrutaremos en grande. Hoy traje a mi esposa a verla y la volveré a ver gustoso!!!

  2. Me encanto la pelicula ya la vi tres veces, la 1 y la 2 las he visto casi 5 y esta tercera, esta estupenda, las locaciones , el reencuentro, los personajes, los actores, me ubiera gustado que encontrara el amor con Amina la de la cafeteria.Todo me encanto.

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