Más corazón que odio.
Allá por la década del ’30, Trendle y Striker –creadores del Avispón Verde- se inspiraban en los forajidos más populares en su lucha previa contra el Mal, como Robin Hood o El Zorro, para darle vida al Llanero Solitario. Hoy, a ocho décadas exactas de la creación del Ranger, Gore Verbinski toma El Zorro como referencia para su película, pero además hace de cada plano un campo minado de citas cinéfilas que van desde Asalto y Robo de un Tren de Porter, hasta un momento Planet Terror en el cual la madama que interpreta Helena Boham Carter, utiliza su pierna como un arma a lo Cherry Darling.
Estamos ante un producto del trío Verbinski-Depp-Bruckheimer-, por lo tanto, y como era de esperarse, Johnny Depp tiene sus momentos Jack Sparrow pero siempre contenido. Nunca pierde de vista que el humor debe estar en función de la historia y, en ese sentido tiene un timing casi perfecto, logrando sacar adelante escenas enteras que son simplemente un chiste, como la del caballo blanco. Cuando comienza la película, el héroe es Dan Reid, un Ranger todo terreno, hombre de acción y valentía, él acciona mientras su hermano, John, razona. Sería lógico pensar que esto va a cambiar cuando el hermano modelo sea brutalmente asesinado en manos del temido Butch Cavendish, delante de John, al igual que Joaquín en La Máscara del Zorro, mientras su hermano Alejandro observa cómo le cortan la cabeza. La diferencia es que para Alejandro, luego de ese hecho, lo único que importa es la venganza, mientras que para John, en el mundo civilizado que –según él- habita, la única manera de hacer justicia es a través de la ley. Por lo tanto, va a ir en busca de Butch, pero no para asesinarlo, como Alejandro a su enemigo, sino para arrestarlo.
Atrás quedaron los pantalones ajustados que usaba Clayton Moore, para dar lugar a un look mucho más formal, aunque de a ratos da una sensación de rigidez. Ermie Hammer como el Llanero está un poco tenso: en las situaciones cómicas funciona muy bien, pero le falta consistencia a la hora de pasar a lo dramático. No importa, ya tendrá tiempo para aceitarse en las siguientes entregas, que seguro habrá. James Badge Dale brilla como Dan, su hermano y líder de los Rangers. Casi no tiene que gesticular para que podamos llegar a ver el alma del personaje. Éste es un actor con pasta y presencia de protagonista y una versatilidad poco vista últimamente en el cine mainstream: su último rol fue el de la mano derecha –muy contundente- del magnífico villano interpretado por Guy Pierce en Iron Man 3.
Acá hay dos villanos: la “mente”, el que manda, que es Cole, y la brutalidad, el que hace el trabajo sucio, encarnado por el caníbal Butch Cavendish. Él es el verdadero villano. La relación entre Cole y Butch funciona de la misma manera que la de Armand y McGivens en La Leyenda del Zorro. Tanto Butch como McGivens son rubios, tienen una cicatriz en su rostro y un look similar. Si el personaje de Butch, es el equivalente a McGivens en La Leyenda del Zorro, entonces Cole sería Armand, que fue interpretado por Rufus Sewell. Los dos pares de villanos hasta piensan igual: tanto el plan de Cole y Butch como el de Armand y McGivens incluye nitroglicerina y la construcción de las vías de un tren para otros propósitos. Algunos planos incluso podrían ser tanto de una película como de otra: los del gobernador inaugurando las vías, los de los trabajadores y otros que involucran al enmascarado y su caballo.
Hay acción, western, cinefilia, una banda sonora increíble que nunca abandona, pero pasa algo, y es que, cuando no estamos frente a secuencias de acción, la película se convierte en una meseta, en un guión que avanza como un caballo cansado. No hay matices ni emoción, y el interés tambalea con escenas demasiado extensas. Pero cuando llega una secuencia de acción como la de la emboscada a los Rangers o la del tren sobre el final, lo que produce es notable: pura emoción, con la banda sonora de Zimmer al palo, el ritmo se acelera y con él nuestra ansiedad y diversión. Vivimos plenamente el clímax en el cual los personajes se juegan todo. Hay drama, comedia y, en esos momentos, la película galopa. El problema es que en una misma escena hay varios cambios de tono y por lo tanto, variaciones de ritmo que, los actores deben ejecutar con precisión y al mismo tiempo nosotros como espectadores, ajustarnos a ellos. En algunas ocasiones resulta demasiado agotador, lo que deriva en el peor pecado en el que puede caer el cine de entretenimiento: el aburrmiento. Este desfasaje de ritmos ya está presente desde un comienzo, cuando el niño descubre al indio en la feria, que le contará la historia en un gran flashback. Pero la acción se hace esperar hasta la escena en que los bandidos toman un tren para rescatar a Butch. El guión recién empieza a levantar vuelo cuando Dan le otorga la placa de Ranger a su hermano.
Hay una secuencia notable, que se aleja del resto en cuanto a superioridad, por su increíble trabajo de montaje rítmico, y es la secuencia final de tiroteo y persecución en el tren, donde cada tiro cae en el acorde indicado de la música compuesta por el gigante Hans Zimmer, -uno de los músicos actuales que pisa más fuerte en la industria- cada vidrio estalla a tempo, y todo está al servicio de la armonía de la composición musical. Después de todo, ¿qué es el cine –cuando está bien dirigido-, sino una orquesta para nuestros sentidos?
Por Elena Marina D’Aquila