Escuela Normal (Argentina, 2012)
Dirección: Celina Murga
Crítica publicada durante el 14º Festival de Cine Independiente de Buenos Aires
http://www.asalallenaonline.com.ar/festivales-cine/bafici-14/4006-14o-bafici-repaso-por-.html
A pesar de que no soy fanático de Celina Murga, Escuela Normal, me pareció una interesante crónica del día a día en un colegio secundario de Entre Ríos, supuestamente la primera fundada por Sarmiento. Murga muestra dos puntos de vista: el de la directora recorriendo los pasillos y organizando las clases día a día, y por otro lado la evolución del sistema de elección de un Centro de Alumnos organizado por los mismos estudiantes. Es una lástima que el primer relato (el de la directora) termine teniendo tanto protagonismo ya que le resta interés a la mirada de los alumnos organizándose y reflexionando sobre la importancia de las elecciones.
Murga no toma partido y se limita a observar. La cámara testigo funciona y los planos son precisos mostrando no solamente al emisor, sino también al receptor, las reacciones. Cuando el ojo de Murga adopta un punto de vista adulto (ya sea por la inclusión de profesores, directivos o padres) algo se pierde, se transforma en un documental más convencional. Igualmente es interesante y movilizante. De visión obligatoria en cualquier secundario. Se la compara con Entre los Muros, pero para mí acá de verdad, la realizadora apuesta por la mirada del alumno. Cantet, en cambio no sacaba el ojo de su protagonista.
weisskirch@asalallenaonline.com.ar
Gloria y loor
No es casual que Celina Murga encuentre en Frederick Wiseman su principal fuente de inspiración para Escuela Normal. Al igual que en High School, la directora coloca su cámara casi en la totalidad de esta película en un colegio. Pero esta no es cualquier escuela: es la primera institución educativa fundada por Domingo Faustino Sarmiento en 1870. Pero además es el lugar donde estudió Murga durante su adolescencia en Paraná. El objetivo de este documental resulta más complejo de lo que parece porque se introduce no solo en el ciclo lectivo, sino en la forma en que ciertos alumnos desarrollan su potencial participación ciudadana.
Como todos los años, hay elecciones para elegir al Presidente del centro de estudiantes. Durante gran parte del film, la realizadora muestra a los principales involucrados en la política estudiantil. Son chicos que desean comprometerse en el nivel cívico, entendiendo que hay algo más aparte de realizar pancartas y crear lemas convincentes. En un momento, luego de un debate entre los candidatos, alguien dice: “ni me quiero imaginar si uno es presidente, te matan por cualquier cosa”. Esta frase está impregnada por lo natural. En esa voz hay cansancio, malestar porque a pesar de ser una elección en una escuela, no deja de ser complicada la participación de las propuestas personales con el otro.
Pero también es el umbral que separa la adolescencia del mundo adulto. Con objetividad, la cámara capta aquellos momentos en lo que estos dos mundos colisionan. Hay dos secuencias interesantes que ocurren en los primeros minutos, y ambas muestran la relación entre estudiantes y docentes. En un aula hablan de la Constitución. Una alumna discute con su profesora sobre la inclusión de Dios en el preámbulo. En otra aula, una maestra regaña a algunos chicos que no le dedicaron suficiente esfuerzo a un trabajo práctico. Una estudiante se defiende argumentando ciertas cuestiones vinculadas con la tarea. No es casual que se vean a estas dos alumnas, más adelante, participando de las elecciones (cada una en listas opuestas). Detrás de estas discusiones, lo que se aprecia es la creación de personas que, lentamente, se preparan para un mundo exterior regido por cuestiones cívicas.
En el film, la jefa de preceptoras, emerge como nexo entre los adolescentes y los alumnos. Es “Machaca” quién, durante toda la película, se mueve entre los pasillos, las aulas y las oficinas solucionando diferentes conflictos. Este personaje se encuentra casi siempre visto desde atrás, como si la cámara no fuese lo suficientemente rápida para alcanzar los problemas que debe resolver diariamente. Estos oscilan entre ayudar a colocar el jabón en el baño hasta averiguar quién arrojó bombas de agua en el recreo. Hay algo atractivo en esta figura que se compone por su imparable tarea diaria y el deber en la institución.
Se mencionaba que para Murga una de sus influencias es Wiseman. Sin embargo, su mirada se encuentra marcada por lo personal. Se aleja de la frialdad del realizador de High School para ver todo con cierta calidez, aflojando la clásica estructura en las relaciones docentes-alumnos. Por momentos, la huella del realizador estadounidense se borra por completo y el registro deja de ser natural aumentando así la artificialidad. Esto se evidencia en algunas escenas en las que el montaje opera para remarcar una acción o una línea de diálogo simpática.
Sobre el final de Escuela Normal se registra el discurso de una egresada de la cursada de 1928, quien acaba de cumplir cien años. De esta manera, sus palabras adquieren un peso específico: el peso de la Historia. En su relato sobre sus peleas diarias con un profesor, posiblemente se encuentre el concepto que recubre al colegio, sus alumnos y maestros. La institución que, a pesar de las diferencias entre el mundo juvenil y el adulto, continua mirando hacia el futuro.
Por Luciano Mariconda