A Sala Llena

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La felicidad de ver películas.

La felicidad de ver películas.

Aquí estoy,  de vuelta en Buenos Aires. Me fui a pasar el Año Nuevo a mi pueblo y a plietear un poco. Meter las cachas en el agua siempre me beneficia, pero ya volví, rápidamente. Uno tiene un límite tanto para ingesta tremebunda de comida, como para la emoción desbordada de ver a la parentela en pleno, en el terruño natal. Y si, recuerden que ese lugar maravilloso, es donde uno protagonizó la infancia y la adolescencia,  a menudo sin salir airoso de ellas y con sendos bochornos, papelones, escandaletes, berrinches y afines  en su haber. En resumen, no es fácil volver al pueblo en donde te conocen desde que naciste y te pueden recitar de memoria  las cosas que te empeñás  en olvidar, maquillar o, simplemente, desmentir hasta que las velas no ardan.

En fin… Otra vez en Buenos Aires, transitando ese día “post vuelta del pueblo”,  en el que el jet lag emocional casi me obliga a dormir durante todo el día, lavarme los dientes a eso de la cinco de la tarde y retozar a tono con mis gatos, con el pelo crocante del cloro de la pileta que me traje de allá.  Como se imaginarán, soy poco menos que la visión de una “diosa del Olimpo” en estos momentos, pero sí puedo decir que estoy en algo así como el limbo.  Es que, verán, para mí el 2013 todavía no comenzó.  Sé que,  técnicamente, ya hace casi dos días que estamos en él pero, para mí, el primero no cuenta y el dos de enero es  apenas una tomada de carrera. Tal vez mañana o pasado, o después del fin de semana, yo pueda decir que estoy con patitas y todo en el nuevo año. Por supuesto, tampoco estoy en 2012, así que me gusta imaginar que me hallo en algo así como la bisagra entre dos años. Un período en blanco si se quiere,  o un paréntesis luminoso, en el que la mente se resetea y se prepara para ilusionarse nuevamente, con las cosas maravillosas o terroríficas que puede deparar un Año Nuevo.  Así que allí me encuentro, rascándome el higo mientras miro la tele,  me como los bastones navideños de caramelo, imagino el rodaje de mi nueva película,  y me huelo las axilas para ver si, efectivamente, apesto.  Es síntesis, un día inmaculado.

Adoro estar así, surfeando los canales, pidiendo comida, escribiendo, metiéndome en la red, aislada por completo del mundo y pergeñando planes para volverme rica y famosa, atlética y rubia, y vender un aluvión de libros o tupperwares.  Las mejores películas se encuentran en días como estos. Los canales pasan todo tipo de joyitas tanto nuevas como viejas y las estrellas renacen una y otra vez, volviéndose más y más destellantes.

¿Qué les parece si hacemos una lista de esas que tanto me gustan, para celebrar la llegada del Nuevo Año? Sería genial si, además de todo, ustedes aportaran la suya…

Hoy me topé con Esplendor Americano, La Joya del Nilo,  La Chica del Dragón Tatuado y Sin Reservas. Y si me preguntan cuál disfruté más, puedo confesar sin empacho ni vergüenza que “La Joya…”. Por supuesto, todas me gustaron, pero encontrarme con esta secuela del pasado, tan viejita y olvidada,  me hizo retroceder en el tiempo y divertirme un buen rato.

Como todos saben,  la cinta, protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner, es la secuela casi fallida de Tras la Esmeralda Perdida. La franquicia cambió de director de un año para el otro (la primera fue dirigida nada menos que por Robert Zemeckis y la segunda por un no tan afortunado Lewis Teague) lo que causó severos daños en la calidad del producto, aunque no del tipo “terminales”. El film se dejaba ver y la sólida construcción y profunda belleza de los personajes lograda en la precuela, hicieron de bote salvavidas para un guión de otra manera, insalvable.  Así que ahí estaba, echada en el sofá, exultante de grasa de medialunas, pletórica de olor a cabeza,  mirando la película. Era como si me hubiera encontrado después de mucho tiempo,  con viejos amigos cálidos, cariñosos y aceptadores: Michael, Kathleen y también (no podemos olvidarnos de él) Danny DeVito.  Tres tipos que, siempre que se juntaron, me hicieron muy feliz.  Actores que tenían una química a prueba de balas y un talento arrollador. ¡Qué espectacularmente buen mozo que era Douglas, por favor! Y pensar que, en esa época, yo lo veía como un viejito simpático. Por Dios, el tipo no habrá tenido ni cuarenta por aquellos días jajaja.  No les puedo ni comenzar a explicar, lo mucho que me regodeé en este hallazgo.  La encontré por FX, un canal que se ve perfecto, así que los efectos especiales quedaban con el culo al aire de una manera casi inocente. Todo me daba mucha ternura. Los chistes, el vestuario, los extras… Me sentía como en la máquina del tiempo. Si seguido a esa peli, hubieran proyectado Rambo lll, la noche me habría encontrado descostillándome de risa en el parquet de mi casa. No voy a atreverme a recomendarles la película pero si, y con mucha fuerza, la experiencia. Péguense un faltazo al trabajo y dedíquenle el día a mirar cine. Quédense en su casa, o métanse en una sala, lo que quieran.  Y no se apuren a arrancar todavía, que hace falta la renovar la expectativa.

Cómo me gusta ver películas…

Estos días suelen ser desconcertantes. Particularmente, encuentro reconfortante el hecho de ver cine. Es que, todavía no estamos listos para zambullirnos en la realidad del comienzo de un nuevo año y en toda la responsabilidad y el planeamiento que eso conlleva. Porque, soñar es una obligación para las gentes de buena leche, que de verdad creen que el cambio puede ser algo bueno y reivindicador.  Por ende, resulta agotador tratar de mantenerse positivo para empezar bien desde las doce, esta nueva oportunidad que se presenta en forma de año. Las películas, en mi caso, hacen las veces de amortiguador, de buffer para la desbordante energía que hace falta, para seguir planeando la vida. Las películas son una pausa honrada, un momento genuino de cariño y delicia, que nos permite  contemplar, elegir y tomar envión.  Y así, seguir confiando en la felicidad.

A lo largo del día me topé con más películas: La Envidia Mata,  Copia Certificada (OH MY GOD), Quiero Matar a mi Jefe, De Amor y otras Adicciones y un pedazo del terrible bodrio Gigli. A todas las recibí con mucha alegría y con una buena cantidad de compasión en mi corazón. ¿Y ustedes, con qué películas se toparon? Cuenten…

FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS.

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