No soy de hacer balances de fin año, los encuentro engañosos y, generalmente, inconducentes. Así que encaro el fin del año como encaro el principio, poniéndole toda la onda que puedo. Y, como durante el año no me estreso demasiado, no llego a estas fechas ni demasiado quemada, ni demasiado cansada, para mi buena fortuna. Debo decir que, 2014, fue un gran año para mí. Un año muy bueno en el que sucedieron cosas gratas, cosas muy lindas y por eso, estoy muy agradecida. Pero, la realidad, es que los años son lo que hacemos de ellos. Es muy difícil aprender a ser feliz, aprender a amar, aprender a estar presente. Entender la noción de ser, a cada minuto, sin estar atado al pasado, ni enfocado en el futuro. Y por supuesto, hay cosas que pasan, cosas que nos suceden o les suceden a nuestros seres queridos. Y ahí uno no puede más que apechugar pero, más allá de los imponderables, la alegría de vivir, la alegría de ser, la alegría de haber sido junto a otros, puede transformarlo todo. Puede hacer de cada día un tesoro aun cuando alrededor todo esté derrumbándose. Aprender esto sea, tal vez, lo más difícil de la vida y, supongo que a fin de año, con la noción de finitud pendiendo sobre nuestras cabezas, todos hacemos alguna que otra reflexión sobre el tema.
Y nos ponemos bastante pesados, debo decir. Porque, después de todo, ¿cuántos años hay dentro del año? ¡Una bocha! Muchos años empiezan y terminan dentro del año. Imaginen si nos pusiéramos a hacer balance cada vez que uno de esos años está terminando. ¡Nos volveríamos locos! Estaríamos dementes. “¡He aquí mi copa levantada, en honor a que hace ya un año, me comí la banana con cuya cáscara resbaló mi suegra y se tronó la cadera!”, o también, “Hago un balance positivo, en este lapso de doce meses, entre que me compré las medibachas gracias a las cuales, Carlitos no pudo propasarse conmigo y me dejó por la verdulera, para después preñarla y salir corriendo, tocando timbres por la cuadra.” ¡La cantidad de años dentro del año que hay! ¡LA CANTIDAD DE AÑOS DENTRO DEL AÑO QUE HAY! “Brindo porque en esta noche de agosto, hace exactamente un año atrás, yo me estaba cepillando a tu prima, que me homenajeó con sus atributos, tres veces y media en una madrugada”, y por si quedan dudas: “Hoy, exactamente ha transcurrido un año desde que me juraste que me amarías para siempre y, acto seguido, te subiste la tanga, desapareciste en la penumbra, y escuché las ruedas del R12 rechinar en el asfalto partiendo a la carrera. Lo más triste es que el R12 era mío.”
Y si me dan soga, puedo seguir así hasta el infinito…
Sí, es cierto, encuentro los ejercicios de fin de año (y tal vez es por superstición más que por cinismo) un poco cachirulos y, por qué no, terroríficos. Quizás es porque soy Perito Mercantil y me pasé la adolescencia tratando de hacer coincidir los mayores con el balance. Pero de verdad creo que toda esa energía que ponemos en saber si nos fue bien o mal, es algo que siempre vuelve a mordernos en el orto. Porque el primero de enero en la mañana vamos a ser las mismas gentes que el 31 a la noche. Y digamos que, si no te caías muy bien antes de las doce, no hay prueba con fundamento científico que diga que después te vas a caer mejor.
Pero los muchachos de A SALA LLENA han hecho sus balances cinematográficos del año y de eso sí que no me quiero quedar afuera. Porque si hay algo en lo que se puede confiar y que jamás nos dejará en rojo, es el cine. Así que, de esta no se van a salvar. Aquí va mi TOP TEN de películas del año. Y plántense bien en el piso porque les va a volar, por lo menos, el bonete.
Tengan en cuenta que el orden de enumeración no tiene que ver con la posición de estreno de la película, ni con el lugar que ocupa en mi corazón. Solo iré recordando y escribiendo, conforme salten en mi cabeza.
Guardianes de la Galaxia: Me hizo sentir como me gusta sentirme en el cine: Nueva, inocente y embrujada.
Jersey Boys: Dulce, melancólica, cruel y desnuda película. Cine perdurable y nostálgico.
El Lobo de Wall Street: Una obra maestra del exceso. Scorsese en su expresión más salvaje. Leo DiCaprio, un distinto.
La Increíble Vida de Walter Mitty: Poética, mágica. Una cinta remarcable, que me llenó el corazón de cine.
El Gran Hotel Budapest: Una lección de genio y estilo.
Ella: La noción de desarrollarse y amar fuera del cuerpo. Planteo inteligente del aprendizaje humano que siempre va más lento que lo que lo rodea. Muy linda peli.
Chef: Alegría de filmar, alegría de hacer cine. Voluptuosa, invitante, fresca. Me sentí feliz viéndola. Me siento feliz recordándola.
Inside Lewyn Davis: Más que una película, un color, un tono, un estado de ánimo. ¡Bella!
Somos las Mejores (BAFICI): Puro espíritu punk.
Rosa Fuerte: Era mía y se estrenó. Eso es suficiente para mí.
Una mención especial: Weekend of a Champion de Roman Polanski, también de BAFICI: Nostalgia de una época que me abruma y me seduce siempre y que me lleva una y otra vez a reflexionar sobre ella. Pequeño film de enorme significancia que se quedará en mi memoria para siempre y que creó un universo de posibilidades en mi mente.
¡Si amigos, ese es mi TOP TEN del año! Una vez más les pido que me cuenten ustedes. ¡Hablen todos! Los que les gustan los balances, los que no, los que vieron muchas pelis, los que vieron pocas, los que todavía están atorados de Vittel Thoné y los que ya están corriendo 40kmts en la cinta del gimnasio… ¡Charlen, conversen conmigo! ¡Hagámonos sentir acompañados, queridos, merecidos y buenos! Estemos juntos y gritemos con toda nuestra garganta para que se cumpla bien cumplido el deseo: ¡FELICES AÑOS NUEVOS!