Las cuestiones del tiempo, y las distintas alternativas teóricas que se despliegan en torno a él, tienen lugar en esta comedia con tintes ocultos de drama sutil que dirige Quentin Dupieux.
Fiel a su estilo disruptivo, el realizador juega con el interés que mueve a los protagonistas y los desplaza a lo largo del relato, logrando fluidez. El guion de su autoría encuentra perfecto acompañamiento en la música de Jon Santo.
La historia pensada por el artista (que podría definirse como multifacético) trae a Alain y Marie, una pareja que toma una decisión que cambiará la vida de ambos.
Desde este punto, Dupieux invita al espectador a recorrer el contexto mágico que contiene a los personajes. Así logra conservar el interés en el espacio entre inocente y brutal en que estos hacen foco a la hora de desarrollar sus descabelladas aventuras.
Las diferentes formas que son costumbre para el experimentado cineasta francés no se pierden en esta ocasión. En Increíble pero cierto impacta con sus fórmulas, tomando ideas que hemos visto en otros films, punto que no le quita mérito alguno, dada la apropiación positiva de cara al resultado final.
Un poco de historia
En un rápido repaso de la carrera de Dupieux (punto que podría ayudar a quienes no lo conocen a entender hacia donde va su estilo), podemos incluir Steak (2007) y su mirada burlona que inicia el camino de cruce entre múltiples géneros en una sola obra; Rubber (2010), que podría ser la prima hermana de Christine de John Carpenter, y Le daim (2019), que sigue en una línea similar a la anterior. Estas son solamente algunas de las películas que constituyen la producción de un creador que no tiene freno al momento de construir múltiples delirios y llevarlos a la pantalla.
La exploración a partir de la sorpresa es otra de las herramientas que el artista incorpora en sus relatos cada vez que se pone detrás de cámara. En esta ocasión elige visitar las cuestiones del comportamiento humano en un contexto surrealista: histeria, obsesión, patetismo social. El galo “no repara en gastos” a la hora de dar vida a sus salvajes criaturas.
El ocaso del afecto
Su estilo de humor, pleno de elementos disparatados, mutó hasta llegar a este momento en que la temática que le interesa refiere a situaciones de la adultez y una de las preocupaciones más relevantes como es la de los cambios físicos y el avance del tiempo, temas que suelen hacer mella en los vínculos.
Retomando el repaso del film que nos ocupa, en el segundo plano, la historia dispone de un personaje que cumple justamente con esas reglas que menciono en el párrafo anterior. El jefe de Alain plantea con desparpajo aquellas preocupaciones egoístas que lo definen por completo.
La viabilidad de esta fábula adornada con elementos fantásticos es reconocible y eso significa que el relato funciona. Quizá el único punto que se le puede reprochar al realizador es no ir un poco más allá, no profundizar en la proyección temática que plantea en el comienzo del film. El resto es aceptable, y vale la pena la incursión.
(Francia, Bélgica, 2022)
Guion, dirección: Quentin Dupieux. Elenco: Alain Chabat, Léa Drucker, Benoît Magimel, Anaïs Demoustier. Producción: Thomas Verhaeghe. Duración: 74 minutos.