Cuando ya se conocen los 92 largometrajes preseleccionados por cada país al Oscar como “Best International Feature Film”, denominación desde 2019 del antes llamado ”Best Foreign Language Film”, pueden ya elucubrarse algunas observaciones/recomendaciones.
Gracias mayormente a los festivales de cine online del año pasado, se han podido ver algunos de los más de noventa títulos seleccionados. En el caso de este cronista, el número de festivales visionados (diez) resultó un record. Habitualmente ese número, bastante menor, incluye a Cannes, BAFICI, Mar del Plata y rotando anualmente a Berlín, Toronto o Venecia. Se agregan aún algunas muestras algo menores (Piriápolis de película, otros festivales uruguayos, Festival al Este, etc).
Pero en 2020 y por primera vez se han logrado incorporar online otras muestras cinematográficas. Tal fue el caso del New York Film Festival, del FID Marseille (un descubrimiento) o del Mannheim-Heidelberg International Film Festival. Sus plataformas de exhibición podrían tildarse de generosas, por la amplitud de horarios de exhibición y/o por la calidad de las películas, como es también el caso de TIFF. Otras fueron decepcionantes. Son los casos de Locarno, donde solo se pudo ver algún film antiguo (The Masseur de Brillante Mendoza), y de Valdivia, que no mostró grandes títulos este año.
Dos Festivales en calidad de jurado (XI Europa al Este -de Perú, Latinuy- de Uruguay) y el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata cierran la decena en un año en el cual, entre los pocos paliativos que ofreció la pandemia, se pudo seguir viendo cine.
Regresando al tema del ex Oscar Extranjero, vale señalar que gracias a la gran cantidad de festivales online resulta posible anticipar algunos comentarios, sobre todo de films europeos. No se trata de predicciones ya que la mayoría de las obras elegidas por sus países para la preselección no han sido vistas. Es el caso de la francesa Deux (Two of Us), la alemana And Tomorrow the Entire World, o la rusa Dear Comrades del veterano Andrei Konchalovsky.
Habitualmente es Cannes el festival que mayor cantidad de películas arrastra al Oscar (el caso de Parasite es apenas un ejemplo). Pero en 2020, reducido a un Marché du Film que prometía más de lo que en definitiva dio (muchas películas fueron retiradas por sus productores a último momento), fue quizá Venecia el mayor contribuyente.
Para quienes no tuvimos la suerte de asistir a Venecia, uno de los pocos festivales “presenciales” de 2020, el Toronto International Film Festival fue la “tabla de salvación”. En efecto, TIFF habitualmente repite lo mejor de Venecia, con la ventaja de estar aún vigente cuando ya se conoce el León de Oro y otros premios de la muestra italiana. Notturno, de Gianfranco Rosi, no lo ganó (fue para Nomadland) pero se llevó tres galardones incluyendo, dada su temática, aquél otorgado por UNICEF. No es un gran film, salvo las escenas en que se muestran dibujos y sus autores, niños sirios (yazidis) rescatados del ISIS.
De Dinamarca se vio Another Round (Druk), donde nuevamente Thomas Vinterberg dirige a Mads Mikkelsen en relación con un tema recurrente en países nórdicos y de Europa Central, el alcoholismo. La trama gira sobre cuatro amigos que se divierten emborrachándose en una especie de experimento con consecuencias indeseadas. La primera exhibición del film fue en junio en el Mercado de Cannes.
Dos películas de la ex Europa del Este se presentaron en Venecia y TIFF. Resulta interesante Preparations to be Together for an Unknown Period of Time, de la húngara Lili Horvath. El personaje central, a cargo de la bella Natasa Stork, es una neurocirujana que conoce en Nueva Jersey a un colega y una vez de retorno en Budapest, al volver a verlo, se encuentra con la ingrata sorpresa de que este no la reconoce.
Never Gonna Snow Again de Malgorzata Szumowska y Michal Englert, representa a Polonia y los resultados son más desparejos, con la relación entre un masajista a domicilio (cama ortopédica portátil incluida) y sus varios clientes, mayormente femeninos. Film algo snob y pretencioso, al que salva un guion original.
Suiza eligió a Schwesterlein (My Little Sister) de Stéphanie Chuat & Veronique Reymond, esteralizada por Nina Hoss, la actriz alemana del momento y habitual en las películas de Petzold. Una historia triste y sensible que explora la relación de la protagonista con su hermano Sven (Lars Eidinger), gravemente enfermo.
No todas las películas (pre)seleccionadas son seguramente las mejores de su país. Tal es el caso de Apples del griego Christos Nikoo. Charlatan de la veterana directora polaca Agnieszka Holland (ver nota en ASL) dividirá las opiniones. Lo curioso es que la realizadora polaca (cuyo film anterior Mr. Jones, estuvo en Mar del Plata) filma esta vez en la República Checa, país que la presentó para el Oscar.
En cuanto a Austria, tenemos la suerte de que La vida que queríamos (Was wir wollten) de Ulrike Kofler está disponible en Netflix. Es un correcto drama sobre la dificultad de una pareja en tener hijos, con buena interpretación de Lavinia Wilson, mayormente ambientada en una playa de Cerdeña.
Resulta recomendable Nova Lituania, en blanco negro y proveniente de ese país, donde un geógrafo imagina, ante la inminencia de la Segunda Guerra Mundial y los embates territoriales de Rusia, crear una nueva Lituania en otro continente y mudar allí la población. También la eslovaca The Auschwitz Report de Peter Bebjak, que hubiese competido en Cannes y se presentó en el Marché. Se basa en las declaraciones de dos judíos eslovacos que escaparon del campo de la muerte, con imágenes probablemente inéditas.
En caso de resultar nominados, podrían ser objeto de una futura nota algunos otros films como True Mothers de la excelente Naomi Kawase, la ucraniana Atlantis o la bosnia Quo Vadis, Aida?. También Beginning de Dea Kulumbegashvili (Georgia), decepcionante ganadora en San Sebastián, sobre Testigos de Jehová.
La totalidad de países de América del Sur envió películas para su posible nominación incluyendo obviamente a la Argentina con Los sonámbulos de Paula Hernández (cuyo último y logrado opus, Las siamesas, se vio en Mar del Plata). Pero al no haber visto ningún otro film, caso del dedicado a “Babenco” (por Brasil) o de El olvido que seremos del español Fernando Trueba (Colombia), no haremos más comentarios.
En cambio, podemos mencionar un film exótico. Se trata de This is Not a Burn, It´s a Resurrection que representa a Lesotho, país que por primera vez se presenta a los Oscars. Quien esto escribe la vio en Venecia en 2019, cuando al no haber más entradas para otro film, optó por el film del país africano mediterráneo. Este segundo largometraje del director Lemohang Mosese contó con su presencia en la sala. Pese a su extraña procedencia y cierto atractivo visual, el ritmo muy lento y la duración (dos horas) fueron factores disuasivos que no permitieron verlo completo.
© Fredy Friedlander, 2021
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