Rápidos y furiosos.
Con los recientes estrenos de Oblivion, Después de la Tierra, la maravillosa introducción de El Hombre de Acero y las esperadas Star Trek 2 y Pacific Rim, parece que el cine de ciencia ficción es la nueva moda en Hollywood. Pero si Brad Pitt está detrás de esta producción, no esperen ver ni una gota de sangre. El actor que, luego de filmar La Gran Estafa invirtió en un casino con su amigo Clooney, ahora es un hombre de familia, que al parecer ya no elige sus papeles solo por diversión y hace tiempo se volvió un poco aburrido y predecible en la pantalla grande. Lo que quiero decir es que esta es una película familiar de zombies, que podría ubicarse en un punto medio entre ParaNorman o Zombies Party –por su coqueteo con la parodia- y lo que hicieron Snyder o Romero. El tema es que, a lo que menos se parecen estos zombies es justamente… a zombies: pueden ser dos cosas, o velociraptors hambrientos o un grupo de fanáticas de Justin Bieber en celo. Eso sí, como decía, olvídense de ver escenas sangrientas a lo Walking Dead, tripas, vísceras, cuerpos teñidos de rojo o cualquier tipo de gore que se les ocurra.Lo bueno, es que a algún genio (¡al fin!) se le ocurrió la gran idea de que, en vez de caminar más lento que el caracol de Monsters University, los muertos vivos puedan correr, aunque sin dejar su característico gruñido. En parte gracias a esto, podemos dividir la película en dos tipos de secuencias: unas muy veloces, de puro caos, acción y montaje frenético, y otras mucho más reposadas, en las cuales la falta de ritmo y de lógica –acompañados de la banda sonora que, a veces, es demasiado invasiva- nos sacan de cualquier estado de verosimilitud, acercándonos más al terreno de la parodia. Claramente la coherencia no es algo que le interese a Forster. Un claro ejemplo es cuando, luego de un aterrizaje de emergencia, Gerry (Pitt) y una mujer –ambos gravemente heridos- se incorporan, caminan dos pasos y frente a ellos se encuentra el lugar al que iban originariamente.
Una de las mejores secuencias de la película es la del comienzo y ahí es donde Guerra Mundial Z se separa de la mayoría de las películas que abordan el género de ciencia ficción/zombies/apocalipsis: La acción comienza enseguida después de la primera escena -sumamente veloz- en la cual conocemos a la familia de Gerry, mientras éste cocina panqueques para ellos, y eso es todo. Unos segundos más tarde, se da rienda suelta al desastre en una secuencia que si resulta increíble es porque aprovecha los recursos adecuados para lograr el efecto deseado. La familia se encuentra varada en el tráfico y, de repente, aparece el caos, la gente comienza a correr, a escapar de algo y no vemos bien de qué, ni sabemos qué los persigue. Acá, el fuera de campo es fundamental para crear angustia en el espectador quien, al igual que los personajes, no tiene idea de lo que se viene. Hay explosiones, choques, cientos de personas corriendo y, a través del montaje furioso y la fragmentación, Forster logra esa atmósfera de pánico y desorientación. Nos morimos de ansiedad por ver lo que está pasando y por verlo con claridad.
A diferencia de Guerra de los Mundos -por nombrar una película en la que la familia del protagonista tiene peso-, las hijas de Gerry y su mujer no tienen unapersonalidad individual marcada o un rol determinado dentro de la película, excepto el de actuar como un bloque, cuyo único objetivo es el de representar la institución familiar a la que él debe volver. Hasta diría que funcionan como una excusa, porque la película per se va a girar casi exclusivamente en torno al personaje de Pitt. Visualmente, el film tiene algunos planos que quedan impresos en la retina, aquellos de caos masivo y montañas de zombies apilándose unos arriba de otros. Pero el plano entre los planos es el de Gerry/Pitt, como salido de la publicidad de Chanel, abriéndose paso entre los zombies, en una entrada triunfal y superheróica, mientras estrena una melena digna de propaganda de Sedal 100% más liso.
El guión es igual de caótico que el montaje: Gerry viaja al estilo Bourne, pasando por Nueva York, Corea y Jerusalén. Lo que pasa es que no tiene un objetivo claro y específico sino que busca muchas cosas al mismo tiempo. Por un lado, debe encontrar las respuestas básicas a lo que sucede y, para eso, al paciente Cero, alguna pista del origen de la enfermedad y, al mismo tiempo, investigar si los infectados son zombies o no y, de ser así, cuál es su debilidad, para poder desarrollar un antídoto para camuflarse entre ellos. Además, hay información que queda dando vueltas por ahí, como lo que pasó con la familia que los había alojado en Newark o, mejor dicho, con los padres del niño que luego se une a la familia de Gerry. Si bien suponemos lo que les pasó, eso no se muestra y lo único que vemos es al niño que ha logrado escapar del departamento antes de que entraran los zombies. Este es otro ejemplo de la clara decisión de puesta en escena de Forster, al no mostrar ni sangre ni muerte. Al menos no las muertes que no sean de una masa de gente cayendo al suelo como fichas de dominó. Incluso hay una amputación y el director elige dejarla en fuera de campo, para quedarse en el rostro de ese personaje. El film en su totalidad es desparejo y estéticamente desprolijo, en el sentido de que no hay una búsqueda de planos bellos o armónicos, de eso se ocupa Brad Pitt. Guerra Mundial Z puede ser una película olvidable, pero tiene un gran mérito y es el de haberse corrido del típico final hollywoodense: cerrado, moralista y tranquilizador, en el cual ya no hay peligro y lo único que queda por hacer, es reconstruir el mundo. Eso sí que es algo para festejar. ¡Chapeau!
Por Elena Marina D’Aquila