(Argentina, 2013)
Dirección y Guión: María Florencia Álvarez. Elenco: Martina Juncadella, Martín Slipak, Lucía Alfonsín, María Luisa Mendonca, Diego Velázquez, Paloma Álvarez. Producción: Walter Salles, Hugo Sigman y Lita Stantic. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 92 minutos.
Algún lugar encontraré.
¿Quién no ha fantaseado alguna vez, con irse a un lugar lejano, donde se es completamente desconocido, cambiar la identidad, y hacer borrón y cuenta nueva? Esta búsqueda permanente de identificaciones imaginarias, es la que viven los adolescentes, y no tanto, en un intento constante de construir su subjetividad.
La ópera prima de María Florencia Álvarez, aborda el tema, pero desde una historia absolutamente peculiar, y da cuenta como la búsqueda de identidad logra transitar caminos que para otros nos pueden resultar muy insólitos. Es que esta chica (Martina Juncadella), que no sabemos ni su nombre, ni el lugar donde es oriunda, cae en la gran ciudad, y por cosas del azar, termina en un funeral islámico, con todas la particularidades “extrañas” que pueden llegar a tener esos rituales para alguien que no pertenece a esa cultura. Pero ella, más que sapo de otro pozo, se sintió alojada, bienvenida y reconocida, a pesar de ser una auténtica desconocida.
Esta aceptación que viene de parte de un otro totalmente ajeno, es lo que causó la fascinación en Habi, como se hará llamar de aquí en más. A partir de allí, emprenderá todo un camino para transformarse en una chica musulmana, trayecto que no es nada sencillo. No solo uno se debe apropiar de los objetos simbólicos de otra cultura, sino que también hay que revisar sus creencias, aprender un idioma integralmente desconocido, reformar el vestuario, la alimentación, los usos y costumbres.
El acierto de la directora, es que se toma su tiempo con pausa, desprovista de toda inmediatez, para construir un personaje y con ello una historia, que nos deja más preguntas que respuestas. El film transcurre todo el tiempo desde la incertidumbre y la inquietud, atrapa al espectador desde el lugar de curiosidad constante, no se sabe nada y a medida que transcurre la narración, más dudas sobre el deseo de Habi se nos imponen. Con fuerte pregnancia costumbrista, dotada por planos calmos, prolijo montaje, belleza estética sobre todo en los encuadres, en la notable fotografía, el impecable trabajo de maquillaje y vestuario, así como el buen uso de la musicalización y, en especial la sólida labor interpretativa de la joven Martina Juncadella, que ya demostró su oficio actoral en Abrir Puertas y Ventanas, quien nos acerca al interior mismo de esta mujercita que necesita, vaya a saber uno porque, renegar de su pasado e historia, para construirse una vida nueva.
Para ello, Álvarez prescinde de toda velocidad narrativa que impone la sociedad postmoderna, y se sumerge, casi a modo antropológico, en una cultura milenaria, que preserva su historia, más allá de la distancia geográfica que los aleja. También sabe describir muy bien, lo cosmopolita que puede ser una mega urbe como Buenos Aires, donde confluyen montones de sujetos devenidos de algún otro lugar, como lo muestra la convivencia de Habi en la pensión, con gente tan diversa.
Quizás este abordaje pausado, puede hacer que por momentos la narración se estanque y la ansiedad del espectador lo lleve a necesitar respuestas y/o conflictos que agilicen la trama y le den nuevos matices. El encuentro amoroso con Hassan (Martín Slipak), parece que viene a darle un ritmo más intenso, pero no logra revertir demasiado el clima. De todos modos, estamos ante un film que nos ofrece escaparnos de la realidad caótica que vivimos, encontrar sujetos y culturas que pueden vivir sosteniendo una tradición, sin abolir el deseo y dejarnos muchas preguntas sobre nuestra propia identidad impuesta por algunos parámetros de consumo. Aunque sea por un tiempo, Habi se dio el gusto de elegir, como quería vivir y quien le gustaría ser.
Por Emiliano Román
