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CRÍTICAS - CINE

Hace mucho que no duermo

RUN, RUN, RUN

Todos corren o casi todos en Hace mucho que no duermo. O casi, dije, porque alguna escena en interiores tiene su peso, por ejemplo, en una oficina, donde un tal Mapache describe sus problemas de insomnio. Pero ya desde el comienzo de la opera prima de Agustín Godoy una mochila representa el McGuffin, el pretexto argumental de la trama, el por qué todo el mundo corre y ese objeto pasa de mano en mano, recorriendo calles, barrios, avenidas, con esa gente que no sabe cuál es el motivo de su incansable movimiento, también en trenes, autos, colectivos, bicicletas. No hay reparo en registrar barrios coquetos o zonas portuarias en esa geometría de movimiento permanente que se registra en un inicio a puro frenesí, sin dar explicación alguna, a adrenalina sin retorno, sin reparar en conceptos o subrayados.

Extraño artefacto audiovisual constituye Hace mucho que no duermo, que remite al aspecto lúdico de aquella Nouvelle Vague embrionaria (Charlotte et Véronique, ou Tous les garcons s’appellent Patrick, 1959, de Godard sería su espejo más transparente), pero también al film nacional Castro – 2009 – de Alejo Moguilansky) y a las citas directas o no tanto a la mítica Invasión (1969, de Hugo Santiago) con sus referencias a Aquilea y a la cancha Boca. Artefacto no como desmérito sino como novedad porque más allá de las invocaciones e influencias prestigiosas, la película de Godoy tiene su vida propia, sus propiedades intrínsecas que la separan de sus referentes. 

En ese movimiento permanente al que apunta la hora y media de una historia que solo pretende una bienvenida ligereza, algunos de los personajes – que son muchos – dialogan en verso cara a cara, sumergiendo a la trama en una zona de felicidad a tono con la película misma.

Por esa razón Hace mucho que no duermo se ubica en esa franja difusa en donde a la película se la puede acusar de “mero ejercicio de estilo” o, en todo caso, de ofrecer una historia “solo superficial y que solo demuestra que sus responsables decidieron que la forma se ubique por encima del contenido”.

El entrecomillado (aclaro: personal) puede resultar molesto pero solo se sustenta en ciertos lugares comunes que tiene la crítica (tenemos los críticos) que solo pretende encontrarse con temas profundos en relación al cine.

Entonces, ¿qué sería Hace mucho que no duermo?

La respuesta está en el texto que acá termina.

(Argentina, Colombia, 2022)

Guion, dirección: Agustín Godoy. Elenco: Agustín Gagliardi, Agustina Rudi, Ailín Salas, Marcelo Pozzi, Mateo Pérez. Duración:90 minutos.

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