Hors Satan, de Bruno Dumont
Reseña previamente publicada con motivo de exhibición en el 64º Festival de Cannes, Competencia Oficial:
Dumont sigue a la cacería de historias rurales con matices brutales, paradigmáticos, seres alejados de las buenas costumbres, extremos, reservados, fríos. Como en Flandes, Hors Satan se conduce hacia regiones en las que las creencias son vagas, imponentes. Un hombre con el “¿poder?” de sanar, curar, decidir quien muere y quien no, elemento jamás justificado, creíble, apenas barajado.
En su camino, transitan personas, cruzan viajeros, una vecina con una niña enferma, abusadores y una mujer, seres que están librados a los quehaceres cotidianos de lugares muy poco cálidos ni atrayentes, de aquellos como en Peyton Place, donde pareciera nunca ocurrir nada mientras en realidad suceden importantes casos. La violencia reina, es un lugar común. Todo puede suceder en los microuniversos que plantea Dumont, un director surgido de festivales, con reminiscencias constantes a Bresson en su manera de dirigir.
Entre la vida y la muerte
Provocativa y desgarradora, Hors Satan, nuevo trabajo del realizador francés Bruno Dumont, es un film que se sumerge en la profunda psiquis y en el desencanto mental de sus marginados personajes, los cuales conviven en un sitio semi desértico en medio de un clima tenso e infernal.
Una joven (Alexandra Lematre) se enamora de un vagabundo (David Dewaele) que acampa a orillas de un río, cada día ella le da algo de comer; a cambio, este extraño hombre se encarga de matar a las personas que la acosan, ya sea su despiadado y abusivo padrastro o el guardia de la zona que siempre la coquetea.
A pesar de la proximidad, esta rara pareja expone sus diferencias, ya que él no siente (o no demuestra) una atracción sexual por ella, sólo se mete se adentra en la necesidad de estar cercano a alguien o en sus extravagantes principios religiosos, mientras que la joven granjera no intuye en la peligrosa situación en la que se puede estar involucrando.
Hors Satan es un film que destaca de una manera fría y polémica temáticas como el homicidio, el sexo, la soledad, la moral, la religión y la vida en la periferia. La obra propone un clima endemoniado a través de sus largos planos y delicadas tomas generales, y hace de la rutina una perdición dentro de la locura humana, enfatizando el drama con la exclusión de música extradiegética en un ambiente perturbador dónde las acciones se producen a través de la expresión y los diálogos resultan escasos.
