ONE-TRICK SIMON
Hay varios aspectos a destacar del documental In Restless Dreams: The Music of Paul Simon. Uno de ellos es la inmensa cantidad de material de archivo que reunió su director Alex Gibney. Según admitió la productora Svetlana Zill en la presentación del film -autodeclarada fan número uno de Simon-, uno de los mayores inconvenientes que tuvieron en el proceso de edición fue el de tener que decidir qué digitalizarían y qué no. Su preocupación principal recayó sobre el material que dejarían fuera del corte final tras verificar parámetros vinculados al estado y calidad de imagen y sonido. Por lo tanto, constituye un acierto que al documental no se lo juzgue por su duración (209 minutos) ni se lo tilde de excesivo; esto es algo que solamente se puede verificar al ser uno espectador. A modo de ejemplo, expreso lo que escuché alguna vez sobre la duración de todo film: algo así como que una película es buena solamente cuando uno no se haya detenido a mirar el reloj durante toda la función. Si esta premisa fuese comprobable y cierta, In Restless Dreams se convertiría instantáneamente en un gran documental.
Días previos al IndieLisboa pude ver Oh, Canada, nuevo film de Paul Schrader, en el que un documentalista interpretado por Richard Gere inventa un sistema para registrar entrevistas que cambiaría la concepción del género cinematográfico: un dispositivo vincula al entrevistado de tal manera que pareciera estar confesándose ante cámara. Esto es algo similar a lo que ocurre aquí con Paul Simon. El director, en su rol, se mudó al nuevo hogar que el músico construyó junto a su mujer, la cantante Edie Brickell, y le extrajo de modo intimista toda la información que deseó tener. El lugar está radicado en Wimberley, Texas, a tan solo 500 kms de Paris, Texas. Sí, el mismo pueblo de la película así titulada por Wenders. ¿Por qué mudarse allí? Paul destaca que a sus 81 años necesita tranquilidad y que a ambos, él y su mujer, les había fascinado el paisaje lleno de arroyos donde suelen realizar caminatas diarias. Simon paralelamente trasladó también parte de su estudio de grabación al lugar.
Paul en la actualidad tiene un problema que lo aqueja y está relacionado a la audición. De un día para otro perdió por completo la capacidad de uno de sus oídos. Si bien en cámara él bromea al respecto y hace saber que Beethoven pasó diez años hasta aceptar su diagnóstico y poder seguir componiendo igual, hay días en los que se registra que Simon no está nada bien. Esto repercute en la cancelación de sesiones de grabación y en su humor y temperamento. Sin embargo, quedan documentados sus quejas o malhumores, y lo explica también a cámara sin tapujos porque es consciente de su conducta y qué la causa. Por momentos se presenta esperanzador ante el deseo de que su audición mejore o vuelva a ser la de antes. Hasta ha realizado terapias con equipos que se colocan en su lengua y paladar para darle impulsos eléctricos dirigidos a parte del cerebro que estimula la audición. Uno de los consejos que le dio su médico es que en esos instantes de malestar, en los que al cantar y grabar desentona por completo, se detenga, cierre los ojos y solo piense en las mejores etapas de su vida, que le darían el impulso cerebral que él necesita ahora y le brinden tranquilidad. Entonces comienza una nueva etapa del documental.
Es así como Simon empieza a hacer un raconto de su vida, intercalada entre el presente y el pasado. Por ejemplo, asiste a un programa radial de la ciudad (que hoy se ve movilizada por su presencia) -¿Quién no quisiera tener a Paul Simon de vecino?- y comienza a recordar el inicio de su acercamiento a la música, específicamente relacionado a Elvis Presley. Una de las primeras partituras de Simon es “The Sound of Silence”, compuesta en solitario instrumentalmente y luego con lírica adaptada para cantar en dúo junto a su amigo de infancia Art Garfunkel. En 1964 grabaron el primer corte que sería lanzado como un single de Columbia Records. El fracaso fue rotundo y el tema no fue escuchado por nadie. Paul viajó a Gran Bretaña, en parte para olvidarse de todo aquello que tenga relación con la música, y por lo tanto empezó a estudiar abogacía; quería convertirse en un abogado de músicos. Sin embargo, le avisaron que la canción había comenzado a circular, hecho que lo obligó a volver a Estados Unidos. Al partir el avión, “The Sound of Silence” estaba posicionado en cuarto puesto, y al arribar ya había llegado a posicionarse como primero. Simon notó que su vida iba a cambiar. Luego de ciertos reparos sobre el nombre del conjunto, se decidió que este pasaría a llamarse Simon & Garfunkel. De ahí en más y tras varios éxitos, el gran salto vendría aparejado por ser elegidos por el director Mike Nichols para incluir en el soundtrack de El graduado “Mrs. Robinson”, tema improvisado que originalmente se llamaba “Mrs. Roosevelt”. Simon cuenta esto en el registro de fragmentos de entrevistas de esa época. Mismo la inclusión del personaje de Joe Damaggio, jugador de beisbol de los NY Yankees, en la letra; según Simon, al dia de hoy es algo que no puede explicar, al igual que el relleno constituido por la melodía característica y pegadiza dentro de la partitura que hoy él escucha hasta dentro de ascensores y salas de espera de clínicas médicas.
Simon también relata que un día Mel Brooks se acercó a decirle que lo detestaba, ya que gracias a él no podía ir nunca más a un restaurant de forma pacífica junto a su mujer sin ser molestado por algún comensal que silbe el estribillo o se dirija a su esposa como Señora Robinson en vez de Bancroft o Brooks.
En su incursión televisiva, Simon fue host del segundo programa de Saturday Night Live y de muchas participaciones más. De allí su gran relación con Lorne Michaels, quien luego fuera el padrino de bodas de su casamiento con Carrie Fisher. Simon también participó en Los Muppets, otra evidencia de su amor por la ciudad de NY.
Su unión con Garfunkel comenzó a deteriorarse tras ser este último invitado a participar en un rol secundario de Catch 22, de Nichols. Simon no toleraba que Garfunkel no dedicara el mismo tiempo que él al grupo. Encima solo Paul era quien componía. Así entablaron una relación como banda musical a distancia. Simon escribía, Garfunkel recibía las letras y realizaba las correcciones consideradas desde los Alpes Suizos, en filmación o donde sea que estuviese.
Tras ser invitados a cantar en Central Park, la reacción de Nueva York en cuanto a asistencia no fue menos que impresionante. Después de semejante éxito, Simon decidió romper el dúo. Algo que comercialmente se consideró por los managers del estudio como un suicido.
Simon continuó en solitario, editando long plays y participando activamente de Saturday Night Live. Hay un video comiquísimo en el que interactúa con George Harrison; siempre se hacia mención a su baja estatura. Hay un acting en el que Harrison se quejaba con Lorne Michaels por la paga a recibir por conducir el show, mientras que Michaels le contesta que si no aceptaba ese monto irían con Simon, por la mitad de la paga y la mitad de la estatura. Algo similar se plantea en un video de un segmento en el que Simon hace un one on one con uno de los basketbolistas más altos de la NBA, a quien encima le gana la partida.
Luego de su primer álbum solista, que incluía el hit “Mother and Child Reunion” y “Me and Julio Down by the Schoolyard”, Simon se casó con Carrie Fisher, recién salida de Star Wars, con quien duró tan solo seis meses de relación. En el archivo ella destaca haber sido muy difícil para con Simon, mientras él estaba completamente enamorado de ella. Luego participó en el film One-Trick Pony, que fue un fracaso o flop que a él le sirvió como para medirse en otras artes y en cierta manera competir con Garfunkel.
Por esos tiempos, los medios comenzaron a jactarse de sus fracasos tanto en ventas de discos como de su situación sentimental. Contemplando esto, decidió volver a juntarse con Garfunkel y dar un nuevo concierto en Central Park que no solo tuvo una asistencia multitudinario, sino que lo llevó a darse cuenta de lo errado que fue en considerar esta vuelta. Garfunkel se mostraba ante los medios realizando declaraciones sobre una ficticia vuelta a grabar en conjunto, mientras Simon trabajaba en un nuevo disco solista. En el transcurso del recital hasta hubo un atentado fallido en el instante en que Simon hace referencia a Kennedy y Lennon al entonar por primera vez una canción sobre los Johns muertos. De hecho, Lennon fue asesinado a mano de Mark David Chapman a una cuadra del escenario.
Los años pasaron y Simon se enfocó en lo que consideraba tenía que hacer. Decidido viaja a Sudafrica, donde incorpora instrumental y ritmos de la región, lanza Graceland, el disco que lo lanzó nuevamente al estrellato como solista. De él se desprendieron temas exitosos y pegadizos como “You Can Call Me Al”. Luego haría lo mismo en Brasil tras una sugerencia de seguir el rastro de los ritmos africanos que derivarían en incorporar el olodum a su próxima placa.
Salta a la vista que el documental es muy abarcativo y es una despedida de Simon, hecho que le agrega aún más importancia. Uno de los problemas que tiene el film es que, al ser la visión de Simon, Garfunkel queda un tanto ridiculizado y solo participa a partir de audios selectos de archivo; es presentado como parte de un conflicto que Simon no ha terminado de sanar. Hasta en un intervalo su esposa se detiene en una conversación íntima con su cónyuge, impulsando la idea que Garfunkel ponía todo al cantar junto a él.
Para Gibney, quien adquiriera notoriedad al ser nominado al Oscar con el excelente documental Enron: The Smartest Guys in the Room, y ganar con Taxi to the Dark Side, se presenta un desafío en esta, nueva tarea de documentar sobre la vida de un ídolo.
(Estados Unidos, 2023)
Dirección: Alex Gibney. Participan: Paul Simon, Edie Brickell, Art Garfunkel. Producción: Erin Edeiken, Alex Gibney, David Rahtz, Svetlana Zill. Duración: 209 minutos.