¡Vivan las Antípodas! (Argentina, Alemania, Chile, 2011)
Guión y Dirección: Victor Kossakovsky. Producción: Heino Deckert, Gema Juárez Allen. Distribución: Gema Films. Duración: 108 minutos.
Crítica previamente publicada con motivo de exhibición en el 26°Festival Internacional de Cine de Mar del Plata:
La película presenta una idea ambiciosa: retratar fragmentos de situaciones que se viven en lugares que están en las antípodas de otros. Por ejemplo, si alguien cavara un agujero en Entre Ríos, Argentina, llegaría a Shangai, China. Así, tres ejemplos más (los únicos en el planeta Tierra, ya que la superficie está casi toda cubierta de agua).
Como algunos de sus más prestigiosos compatriotas suyos, como Andrei Tarkovski, Kossakovsky tiene una fascinación especial por la naturaleza, y lo demuestra con secuencias bellamente filmadas. La cámara es colocada en lugares que parecen imposibles, y de manera novedosa, logrando la sensación de mundo debajo del otro.
Casi no hay diálogos. En este sentido, los principales y mejores aportes provienen de dos hermanos entrerrianos. Su visión de las cosas saca risas (¿buscadas?) en el espectador. También hay momentos duros, como una escena con una ballena muerta en las costas de Nueva Zelanda, que incluyen una dureza no aptas para quienes odien ver sufrir a los animales, incluso si ya están muertos.
Pese al preciosismo de las imágenes, la película se pone muy densa, lo que pone a prueba la paciencia de determinados espectadores. Pero también es parte de la esencia de este cine contemplativo.
Una interesante manera de arrancar el festival de este año.
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Emulando a Gagarin
Durante la ceremonia de inauguración Victor Kossakovsky hizo una referencia que fue mal traducida: Yuri Gagarin dio la primer vuelta a la Tierra en el espacio durante 108 minutos. Esta es la duración exacta de la nueva obra de este director de culto.
Las antípodas son lugares opuestos geográficamente hablando. Pueden compartir visiones o ser completamente asimétricos. Estos puntos geográficos fueron elegidos porque están habitados, se podría decir.
El realizador toma al paisaje como protagonista y a los traseuntes como parte de la escenografía que ayudan a pintar el paisaje. Como si fuera una pintura de Monet, los humanos o seres vivos, somos adornos que ayudan a poblar la belleza con la que el Kossakovsky pinta la tierra. Planos meticulosamente encuadrados, armados con una fascinación pictórica. Se trata de una propuesta radical e inusual para un film de apertura de festuval, riesgosa, pero al mismo tiempo, valiosa. Veníamos de años viendo buenos films narrativos estadounidenses. Esta coproduccion, en cambio opta por lo experimental.
No se puede catapular como un típico documental. Hay dos personajes que llevan el relato, los entrerrianos hermanos Pérez, una suerte de Vladimir y Estragón sueltos por la mesopotamia, esperando vaya a saber uno que cosa. Pero este componente humorístico ayuda a darle un poco más de dinámica al film y no atarlo tanto a su estructura episódica.
Si bien los dos primeros segmentos, son los más ricos y después la película divaga un poco en sentido narrativo, es la fuerza, el poder hipnotizador de sus imágenes que determinan la acción acompañado por un acorde y atractivo diseño sonoro, y una banda musical imponente, impactante.
Se puede comparar a Kossakovsky con Kubrik. Es un trabajo de observación admirable, que pese a sus extensos y algo reiterativos 110 minutos, vale la pena ser apreciados. El montaje y la comparación entre las antípodas nunca son forzadas. Debe ser una de las pocas películas nacionales, donde el agregado de efectos especiales es funcional al relato.
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