La Idea Fija
Dirección y coreografía: Pablo Rotemberg. Vestuario: Gabriela A. Fernández. Escenografía: Mirella Hoijman. Iluminación: Fernando Berreta. Elenco: Alfonso Barón, Rosaura García, Vanina García, Ezequiel Corbalán, Mariano Kodner. Prensa: Debora Lachter
Hace no mucho tiempo me pregunté si era posible ver un espectáculo que muestre un planteo original y “no burdo” de la sexualidad. La idea fija me confirmó, un domingo por la noche, que sí se puede. Es posible, en efecto, plantear una mirada renovada de este tema. Pablo Rotemberg trae a escena una obra repleta de talento, coraje, violencia y expresividad por donde se la mire.Una persona se contorsiona en el piso, desnuda, boca abajo y de espaldas al público, entre la oscuridad a penas se la ve iluminada por una tenue luz cálida proveniente de un reflector. Revolea hacia atrás su pelo largo y sigue moviendo su cuerpo con una plasticidad inaudita. ¿Es un hombre o una mujer? Aún no se sabe, pero tal vez no importe. Así comienza La idea fija.
Rotemberg juega con la ambigüedad todo el tiempo; los hombres podrán usar tacos o peluca o la mujer tomar las riendas del sexo brutal, todo es válido cuando hablamos de la búsqueda del placer y la experimentación a su alrededor.
Los protagonistas se encuentran en esa búsqueda, en ese experimentar sin tapujos los impulsos animales que se han convertido en sus ideas fijas, lo harán en soledad o sirviéndose de otros para satisfacerse. Todo sucede a través de la danza contemporánea, que se convierte en teatro a los pies del público en el Portón de Sánchez. Cargada de emoción violenta y despojada de prejuicios esta obra se muestra como es, tal como los bailarines que se muestran al espectador con poca e incluso nada de ropa, en al menos una ocasión. Como si nada, ellos cinco ofrecen su cuerpo, este se ha convertido en instrumento del arte para contar una historia, lo sacuden y lo golpean, lo hacen bailar a la perfección. Una perfección que es fruto de un trabajo incansable, físico y seguramente mental que han dado resultados excepcionales para quienes estamos en la platea.
Pero, a diferencia de otras propuestas que muestran cuerpos desnudos, ese no es el fin. Para quien quiera deleitarse con plumas y brillos sobre cuerpos casi de plástico, que vaya buscando otra opción por la calle Corrientes porque este no es el lugar. Rotemberg usa los cuerpos para trascenderlos, para impactar, sin duda, pero para ir más allá en una propuesta fuerte pero profunda.
La escenografía, la luz y la música son precisas y logran ajustarse a las necesidades. Ilustran la frialdad, la excentricidad y la violencia, propician el clima y dejan servido un ambiente con un poco más de la excelencia de esta propuesta.
A penas sí hay texto, en la intervención de un actor invitado. Este momento tan intenso, como otros a lo largo de la obra, ponen al espectador en ese lugar incómodo entre la risa y el drama, entre la vergüenza y la pena. Risas nerviosas y profundos silencios van ocupando la sala donde el aire se llena de tensión a cada momento.
Alfonso Barón se destaca y se devora las expectativas del público, baila y se estrella contra el piso, nos hace doler y sale de su cuerpo para alcanzar la sensibilidad de los allí presentes y desafiarlos. Él y Rosaura García, Vanina García, Ezequiel Corbalán y Mariano Kodner, evidentemente han sido elegidos por el gran visionario de Rotemberg que no pudo haber seleccionado mejor calidad de artistas para poner en escena.
Una obra para ver sin prejuicios ni condicionamientos, listos para admirar a cinco personas que se abren de piernas ante uno con una libertad que desafía las estructuras.
Teatro: Portón de Sanchez – Sanchez de Bustamante 1034
Funciones: Domingos 19hs
Entradas: $50- estudiantes y jubilados $40
