La Mujer sin Piano (España, 2009)
Dirección: Javier Rebollo. Guión: Javier Rebollo Lola Mato. Elenco: Carmen Machi; Jan Budar; Pep Ricart; Nadia de Santiago. Producción: Damián París; María Zamora; Stefan Schmitz. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 93 minutos.
Sola en los Bares
Gracias a éste, su segundo largometraje, Javier Rebollo se hizo acreedor de la Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de Cine de San Sebastián, edición 2009. Un drama intimista, bastante minimalista, que por momento esboza ser comedia, pero no lo logra.
El argumento es bastante simplista; Rosa (Carmen Machi), es una ama de casa desesperada de aburrimiento, con un marido que casi ni la registra, y una profesión de depiladora bastante monótona. Una noche, de buenas a primeras, descuelga un cuadro algo perturbador de la pared, e intenta hacer la gran Thelma y Louise; se larga de ahí en busca de lo impredecible con el afán de superar su existencia nihilista.
Obviamente que la noche madrileña la sumergirá en varias situaciones bizarras y la conectará con personajes under muy distintos a sus clientas frívolas y hedonistas. Un encuentro con un joven polaco, prófugo al igual que ella, y con algunos rasgos psicóticos, le permitirá armar, a través de la identificación inicial, otro tipo de lazo al que ella está acostumbrada.
Rebollo intenta transmitirnos lo aburrida que puede llegar a ser la rutina diaria, cuando lo que destaca a la vida es la ausencia del deseo. Y lo logra, porque durante los 93 minutos que dura la proyección, el aburrimiento que uno siente como espectador es letal. A pesar de que Rosa realiza un acto al querer escaparse de esa existencia que le hacía ruido -el síntoma que expresaba era cierto chiflido en el oído que le producía bastante malestar- no se generan situaciones que provoquen algún otro tipo de excitación en la platea.
Un film claramente realista, inundado de situaciones cotidianas, planos fijos y largos, muchas tomas fuera de campo, donde el primer plano se lo llevan objetos o personajes muy secundarios. Tampoco faltan los travellings o los seguimientos de las caminatas de la protagonista, cual película de los hermanos Dardenne. Rosa, con una fisonomía particular, camina por las calles madrileñas con sus tacos, y durante todo el metraje lo que más se escuchan son pasos, pasos y pasos.
Técnicamente no hay mucho para reprochar, si bien es una producción de bajo costo, cuenta con muchos planos bellísimos, algunos muy artísticos. La fotografía es de notable calidad y la actuación de Carmen Machi, quién ya se había lucido el papel de la concejala antropófaga del film de Almodóvar Los Abrazos Rotos, está a la altura, sobretodo por ese aspecto de actriz de cine mudo que el director logró remarcar en los rasgos de Rosa.
De todos modos, el film se estanca al querer buscar en todo momento la empatía con un personaje abúlico y solitario y no logra cumplir con una premisa básica que instaló el gran Hitchcock en su célebre frase: “Un buen drama es como la vida misma, pero sin las partes aburridas.”
Por Emiliano Román
Crítica previamente publicadas con motivo de exhibición en el 12º BAFICI
La Mujer sin Piano divierte y entretiene sin dejar de asombrar por la composición sus planos originales y hasta novedosos. Rosa (Carmen Machi) es una ama de casa de principios del siglo XXI que decide un día como cualquier otro no dejar que los días sean como cualquier otro. La oposición rutina/casualidad o, si queremos, sometimiento/libertad se juega profundamente en la nueva película de Javier Rebollo.
Sabremos que el azar, luego de escuchar al director hablar, no solo esta puesto en la narrativa, sino a su vez en un proceso donde determinadas circunstancias del rodaje generan otros procedimientos y abren hacia nuevas particularidades: “Carmen Machi, la protagonista, no quería filmar, estaba cansada, venia del teatro […] y yo seria un mal director si decido filmar con la actriz en esas condiciones” por lo que encuentra como solución dejar ir al resto de los actores y filmar desde otro lugar, físico y conceptual, la relación entre Rosa y el bar al cual asiste, realizando una especie de, como dice el propio director, “Homenaje a la cocina grasienta española”, generando al mismo tiempo una forma narrativa sumamente interesante.
El uso metafórico del lenguaje pictórico es claramente otro de los más destacables atractivos de la película. Rebollo traza líneas transversales entre los lenguajes a través de la influencia por la pintura tanto literal como simbólicamente.
“En la película hay puntos suspensivos constantes” explica, y esto funcionara como ley durante la hora y media que el espectador esta sentado en su butaca frente a una pantalla que cree en cualquier momento podría estallar, pero que, sin embargo, nunca nada termina de suceder. En este sentido, es muy claro el final abierto que deja la película para ser completado por el espectador, puesto que, como bien decía Rebollo “son ustedes los que van a acabarla”.
Luego de la función el director nos cuenta acerca del proceso de creación y es allí donde literaliza lo autobiográfico de su obra: el personaje de Rosa esta inspirado en su madre; Francisco, el polaco, en un albañil que ha trabajado en su casa durante dos meses, de quien se ha hecho amigo y además convocó en una primera instancia para la película, pero que tras sufrir severos problemas de epilepsia y viendo el grado de complicación de salud que esto podría significar, Rebollo pidió que se alejara.
Finalmente, el director explica: La Mujer sin Piano no es más que una expresión absurda y en ningún momento intenta convertirse en un relato solemne sobre la melancolía humana.
En esta película que se caracteriza por su narrativa sumamente original y su riqueza fotográfica y compositiva, Javier Rebollo nos invita a viajar en una experiencia excepcional y nada pretenciosa.
Por Gonzalo Facundo López