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CRÍTICAS - CINE

La sustancia

ESPEJITO, ESPEJITO

Gracias a La sustancia, el término “body horror” como forma de subgénero cinematográfico -si es que así se lo puede considerar- se agregó al vocabulario desconocido por parte de los recientes asistentes a un festival de cine. Por su parte, la parisina Coralie Fargeat, quien ya había trabajado con otros subgéneros y captado atención con el “rape & revenge” titulado justamente Revenge, con este y su nuevo film precozmente nos permite intentar orientarnos hacia dónde se dirigirá su perfil cinematográfico como directora. Algo similar a lo ocurrido con talentos como Richard Kelly, David Robert Mitchell o la -ya por suerte- olvidada Ducournau, directores a quienes los festivales adjudican como su propio descubrimiento para luego, si no se mantuvieron en una línea, desecharlos. La temprana adjudicación de talento en muchos casos termina siendo perjudicial para un realizador. Estos tres directores utilizaron una misma fórmula en sus productos, que es la de incluir en las tramas elementos fantásticos de los que poco se sabe acerca de su origen pero sí de sus reglas. En The Box se daba un pulsador que, al presionarlo, provocaba que desconocido muriera y se nos daría una suma de dinero por tal acción. En It Follows, tener relaciones sexuales con el “infectado” generaría que “algo” lo persiga hasta matarlo si no le traspasa esa “maldición” a otro; como en Ringu, con el videocasete y su copia. En La sustancia, el asunto está más vinculado a la alteración física a través de un producto comercial líquido que, al ser inyectado, provoca que la persona se separe en dos partes: una matriz y una especie de clon mucho más joven que quien se haya inyectado. Surgen así dos personas que son una misma a la vez, y así se plantea el deseo de permanecer jóven y una analogía con el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde o el mismo retrato de Dorian Gray.

Es así como en La sustancia, Demi Moore, quien interpreta a Elizabeth Sparkle, toma una gran elección como para retomar su carrera actoral; una especie de Jane Fonda en un programa televisivo de hacer workout. Dennis Quaid es Harvey, un desdibujado y grotesco jefe que recuerda a la horrenda interpretación de Mark Ruffalo en la reciente Pobres criaturas. La respuesta al tratamiento al que se expone Sparkle es la creación de Sue (Margaret Qualley), extraída de su cuerpo pero con juventud mediante y un temperamento o voracidad por el éxito desmedido frente a la elección tomada por Sparkle. Es así como Sue desplaza a Sparkle y no solo en el programa de TV sino que se hace dueña de la vida de Sparkle, quien pasa a convertirse en un cocoon o huésped del que Sue se alimentará.

Como en todo film de terror, el conflicto se genera cuando no se siguen las reglas a cumplir, como al Gizmo al que no se lo debía mojar o dar de comer luego de medianoche, y ahí comienza el caos. Un caos dado de tal manera en el plot que da vueltas de pies a cabeza lo que había transcurrido hasta el momento. Es allí donde la película comienza a adquirir todas las características del subgénero destacado, aggiornado por mutilaciones, violencia gráfica explícita, secreciones, vómitos, etc. y todo al son de acordes de synthwave. Referencias a Carpenter, Cronenberg y la Carrie de De Palma por doquier.

La sustancia impacta. No es un film de fácil digestión y cuenta con un ritmo que no da a tiempo a levantarse y/o asimilar un impacto en pantalla que al segundo viene otro a impactar de nuevo.

(Reino Unido, Estados Unidos, Francia, 2024)

Guion, dirección: Coralie Fargeat. Elenco: Demi Moore, Margaret Quailey, Dennis Quaid, Hugo Diego García. Producción: Tim Bevan, Coralie Fargeat, Eric Fellner. Duración: 140 minutos.

https://www.youtube.com/watch?v=Of0MQfLZHdI

3 comentarios en “La sustancia”

  1. El problema es lo mal escrito de la peli. Cero desarrollo de personajes, y peor aún, solo apoyandonos en metáforas podemos darle sentido a la historia, porque al no compartir Elizabeth consciencia con Sue, no tiene sentido alguno que Elizabeth continue con el experimento ya que no se beneficia en absoluto de ello, sino todo lo contrario. Ese hueco argumental destruye la historia principal de la película, dejandola como una cascara vistosa de alegorías mal dirigidas, ya que inclusive si queremos justificar la película por su valor alegórico, podríamos concluir que es una alegoría de maternidades conflictivas o de adicciones complejas, no de estandares de belleza, como la pelicula, supongo que en pos de explotar los cuerpos femeninos y una temática de moda, sugiere.

  2. Lo peor que vi en una pantalla de cine en toda mi vida. No alcanzamos a dimensionar el daño que hace la película. Bien podría ser usada como herramienta de tortura. No califica como película. Jamás vi algo hacer todo tan mal y de manera tan violenta con el espectador.

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