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CRÍTICAS

Lázaro, el Cuarto Oscuro

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Lázaro, el Cuarto Oscuro

Dramaturgia y dirección: Florencia Berthold. Diseño de Iluminación: Juan Fernández. Vestuario y Uteliría: Isabella Kicherer. Sonido: Joaquín Macedo Elenco: Lorena Muñoz, Lucilia Nemeth, Guillermo Bethold, Nico Goldschmidt. Prensa: Flavia Salvatierra.

Plano Negativo

La primera obra de Berthold en calidad de directora (ya tiene otras solamente como autora) es un interesante tratado acerca del miedo a salir.

Miedo a salir y vivir se podría decir, miedo a dejar los fantasmas, miedo a perder la costumbre, la rutina, miedo a no enfrentar el tiempo: presente, pasado y futuro.

Lázaro (extraordinario trabajo de Goldschmidt) es un joven fotógrafo que vive encerrado en una casa vieja junto con su hermana Laura (Muñoz, también notable como fuerza opositora de Goldschmidt) que pertenecía a sus padres fallecidos. Laura lo mantiene a él, mientras que se dedica a sacar fotos y revelarlas, todo sin salir de esas cuatro paredes. El que le trae, material para fotografiar, es Sergio, su mejor amigo, quien se considera un miembro más de esta familia. La orfandad de Lázaro y Laura, llevan a que adopten a Sergio (Berthold) casi como un hijo.

Pero en el medio cae Marga (Nemeth), una muchacha enérgica que clavará un flechazo en Lázaro y provocará los celos de Laura.

Florencia Berthold crea un atractivo relato bastante impredecible. Es imposible baticinar lo que viene minuto a minuto, y el suspenso es parte del juego que se crea con el espectador. Pero dentro de esto mismo, la obra va mutando el tono. Pasando de ser una comedia negra a un melodrama trágico.

El enfrentamiento de los personajes con el mundo exterior, tratar de salir de ese encierro que viven cotidianamente es el principal tema de la obra.

La puesta en escena tampoco es lo que aparenta. Berthold aprovecha cada rincón de El Grito para crear varias dimensiones escénicas en donde se sugiere más de lo que se ve, e incluso la iluminación proveniente de la heladera es utilizado como parte de la propuesta sensual, y dentro del juego humorístico que sobrevuela la obra.

El texto es hermoso, lírico, y la delicadeza de Nemeth o la simpatía que despierta Goldshmidt, la gracia de Guillermo Berthold y mirada penetrante de Muñoz permiten pasar un rato irónicamente agradable en esta casa llena de fantasmas.

Lázaro, el cuarto oscuro, es una obra que plantea conflictos inteligentes y creíbles. La relación entre hermanos da pie a una discusión acerca de cuándo se deben dejar los cuidados del otro, hasta donde la manipulación familiar impide que se tomen decisiones.

Una pintura magistralmente delineada y con una soberbia puesta en escena. Muy recomendable.

Teatro: El Grito  – Costa Rica 5459

Funciones: Terminó la temporada 2011

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