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Libreta de apuntes (18) | Acerca del INCAA, una respuesta a Leonardo D’Espósito

Libreta de apuntes (18) | Acerca del INCAA, una respuesta a Leonardo D’Espósito

En los últimos días, Leonardo D’Espósito publicó dos notas referidas al INCAA, en el contexto de las modificaciones a su funcionamiento que propone la llamada “Ley Ómnibus”. La primera fue publicada en Seúl el domingo pasado. Hoy, en La Nación repite varios de los argumentos, pero agrega otras perspectivas para pensar el asunto. Ambas notas son una buena invitación al debate, porque se salen de algunos lugares comunes y simplificaciones falsas que se vienen escuchando y leyendo estos días. Las mentiras e inexactitudes vienen sobre todo del lado de los que apoyan la desfinanciación o desaparición del INCAA y lo demonizan casi como si fuera la principal culpable de la pobreza y crisis económica del país, pero también de algunos de los que defienden su existencia y promueven su supervivencia. 

Sin embargo, no puede evitar caer en algunas de las trampas con su propio razonamiento. Ambas notas son demasiado imprecisas en cuanto a lo que proponen y muchos de los datos que ofrecen no están sujetos a un contexto adecuado. Toda la información recogida, que en muchos casos es correcta y en general suele ser silenciada, está usada sin embargo para una interpretación sesgada.

El INCAA es un ente muy complejo, cuya organización depende de la Ley que todavía está vigente, pero también por una maraña confusa y muchas veces contradictoria de resoluciones que reglamentan su funcionamiento. Se trata, por otro lado, de un organismo sometido internamente a las presiones de los sindicatos que representan a los trabajadores del Estado, lo cual dificulta cualquier reordenamiento del personal o reestructuración de su organigrama. Pero también la propia actividad cinematográfica es de por sí compleja y difícil de regular, porque es una actividad altamente dinámica, condicionada fuertemente por los cambios tecnológicos (formatos de rodaje y de exhibición, costos variables, etc) y culturales (la renovación de las formas de consumo, las modas culturales, la volatilidad que tiene la categoría denominada “público”, etc). En la Argentina, a esa naturaleza dinámica se le suma nuestra imprevisibilidad económica y cambiaria, lo cual es cierto que afecta a todas las actividades pero que en el cine se vuelve más dramático, ya que se trata de procesos de producción largos, con insumos valuados en dólares y sujetos a muchos imprevistos. Aceptado todo esto, resulta bastante obvio que es necesaria una modificación de la legislación que rige al INCAA, para hacerlo más moderno, acorde a las necesidades del conjunto de la actividad, menos corporativo, más ágil, menos burocrático y más transparente. Pero también hay que decir que, frente a la complejidad a la que me vengo refiriendo, es poco serio que esos cambios se hagan sin una discusión que evalúe todos los aspectos en su conjunto, de forma tal que el INCAA se convierta en un organismo mejor y no uno peor. Algunas de las reformas que se plantean me parecen atendibles; otras me parecen lamentables. Pero no se trata de lo que yo opino, sino de proponer cambios a la ley que sean sostenibles en el tiempo y que sirvan para reactivar la actividad, que no se generen nuevas inequidades producto de artículos redactados por no se sabe quien, que se basan más en prejuicios ideológicos y lógicas fiscales que en la necesidad de optimizar recursos que son escasos. Pido que se modere la ansiedad legislativa, al menos en este caso. No quiero que este pedido de prudencia se confunda con un llamado a no cambiar nada. Lo que pido es no confundir urgencia con apuro. 

Creo que se han cometido muchos errores en prácticamente todas las gestiones del INCAA en los últimos 20 años, sobre todo en una incapacidad para escapar de una inercia perjudicial que ha sostenido inequidades y privilegios. Perdimos el consenso que sostenía que subsidiar el cine es algo valioso y necesario. Gran parte de la culpa es nuestra y de las gestiones del INCAA que sostuvimos con silencio o complicidad. Dicho esto, yo tengo claro que esta reforma confusa y el clima de revanchismo innecesario no están ayudando a solucionar nada. 

Uno de los argumentos para sostener la disminución del apoyo al INCAA es que los fondos disponibles fueron supuestamente usados con fines no lícitos, que el organismo estaría viciado por la corrupción o cooptado por intereses partidarios, todo lo cual habría ocasionado el desvío de los fondos para uso político y con un sesgo ideológico particular. Esta generalización esconde una mentira. La denuncia habitual en cuanto a un claro sesgo partidario o ideológico en la selección de los beneficiarios del INCAA no responde a la realidad. Pero aún asumiendo que en algunos casos faltó transparencia y sobró discrecionalidad, la solución no puede ser eliminar de cuajo instituciones que han ayudado muchísimo a desarrollar la cultura del país en el último siglo y fueron ejemplo para otros muchos países. 

¿Pero qué es lo que dice D’Espósito? Por un lado, plantea el mismo argumento falaz que viene ofreciendo el discurso libertario: en un país pobre, en el que las necesidades mínimas de muchos argentinos no están satisfechas, el fomento al cine no es viable. Lo dice de una manera más elegante, pero por eso mismo más resbaladiza. No queda claro qué es lo que él opina ante la pregunta crucial: ¿es pertinente tener una política estatal de subsidios para el cine en un país como la Argentina? Yo creía que D’Espósito pensaba que sí (de hecho, en algún momento lo sugiere explícitamente), pero algunos de los párrafos de las notas me hacen dudar.

Hace también un diagnóstico de situación, basado principalmente en los espectadores que asistieron a ver las películas argentinas. Llega a la conclusión de que son muchas las que no obtienen el favor del público y muy pocas las que consiguen éxitos de taquilla. Nadie puede negar esos datos, pero el problema es qué conclusiones se sacan de ellos. Esta situación, por otro lado, no es nueva. Es cierto que se ha ido agravando paulatinamente, pero seguramente no por culpa de aquello que cree D’Espósito. Es curioso, porque este mismo argumento, que cualquier tuitero libertario (o incluso políticos importantes y periodistas supuestamente serios) resume en “no hay que subsidiar películas que no ve nadie”, es el mismo que llenaba las columnas de Jorge Carnevale y Pablo Sirven a fines de los años 90 y principio de este siglo para demonizar el cine independiente argentino, el cual era defendido en ese momento por críticos como el mismo D’Espósito, sin la necesidad de andar acusando a los productores y directores de hacer películas “sin pensar en el público” ¿En serio creen que hay una vocación suicida en los directores y productores del cine argentino, por la cual nos proponemos deliberadamente tratar de que nuestras películas no consigan salas y que poca gente vaya a verlas? Como en toda actividad, hay chantas y nobles, honestos y farsantes; pero de ninguna manera es aceptable la idea de que hacer cine en la Argentina con el apoyo del INCAA es una actividad sin riesgo económico. La sinuosidad de las notas de D’Espósito, disfrazadas con datos supuestamente precisos, sugiere que el principal objetivo de gran parte de la comunidad cinematográfica argentina es llevarse una tajada de plata haciendo películas “que no ve nadie”. No me interesa hacer una defensa corporativa. Si muchas veces tuve problemas en estos casi 25 años que llevo haciendo películas fue precisamente por enfrentar al status quo y por desafiar los lugares comunes más cómodos. No voy a negar que hay una gran responsabilidad en todos los que formamos parte de la actividad en haber llegado a esta situación. Pretendimos sostener a la fuerza un sistema que ya estaba quebrado hace rato, una lógica de financiación pública de las películas que nos sirve un poquito a todos pero no del todo a nadie, lo que terminó posiblemente en una baja en la calidad general. Pero, al mismo tiempo y aunque parezca contradictorio, es el INCAA, aun con todos sus defectos y vicios, el que permitió en gran parte que el cine argentino siga siendo una fuerza viva y potente que tiene mucho para ofrecer. Defiendo al INCAA no porque me haya ayudado a hacer casi todas mis películas y haya sido una de las fuentes, indirectamente, de mi sustento económico en todos estos años. No siento culpa por eso. Como la mayor parte de mis colegas -algunos más exitosos, otros menos; algunos más talentosos, otros menos-, hacemos películas porque amamos al cine, porque creemos que podemos ofrecer algo valioso para otros. Lo hacemos poniendo mucho trabajo y tiempo. Nadie nos obliga ni nadie nos pide que lo hagamos, pero no nos digan que somos parásitos del Estado. Solo formamos parte de una actividad en un país que tiene una tradición larguísima de apoyo estatal a la cultura, una tradición que ha sido más virtuosa que defectuosa, que nos tiene que hacer sentir orgullosos. Tanto en términos simbólicos como en términos puramente económicos, estoy convencido de que es más lo que el cine le dio al país que lo que el Estado le dio al cine. 

En otro tramo de la nota de Seúl, dice: “dado que el INCAA se volvió un ente de propaganda del partido del Estado (siempre en el peronismo el Partido y el Estado se confunden) se hace cine, en el fondo, de propaganda del partido” ¿De qué está hablando? Otra vez, aun asumiendo que la historia del funcionamiento del INCAA está repleta de historias oscuras, aprietes y condicionamientos, yo puedo dar fe que esta frase no solo es una exageración sino directamente una mentira. No hace falta que demuestre que yo no soy ni nunca fui kirchnerista. Sin embargo, he recibido más de una vez subsidios del INCAA estando el kirchnerismo en el poder. Por otro lado, he formado parte de varios comités de evaluación. Pueden decir que soy una excepción; créanme que no. 

D’Espósito habla también de presupuestos y porcentajes. Sostiene, con datos que son correctos, que el subsidio del INCAA cubre apenas un porcentaje muy bajo del costo total de una película, por lo que se hace necesario que el resto de la financiación provenga de otros recursos. ¿Entonces dónde estaría la supuesta ganancia fácil, sin riesgos económicos, que el propio D’Espósito denuncia? La realidad es que hacer una película, chica o grande, solo con el subsidio del INCAA y de esa forma enriquecerse rápidamente es solo una fantasía que recorre las mentes de los que no conocen cómo funciona el cine argentino. Las notas de D’Espósito alimentan esa fantasía. Los productores y directores muy habitualmente ceden sus honorarios para que las películas se hagan y afrontan el riesgo de no cobrarlos nunca, muchas veces porque lamentablemente a sus películas “no las ve nadie”. Estoy orgulloso de mi última película, Las Vegas. Fue la película de apertura del Bafici, recorrió algunos festivales importantes, sigo recibiendo comentarios hermosos de gente que la sigue viendo. Busqué distintas formas de financiarla, tanto acá como en el extranjero, pero solo conseguí el apoyo del INCAA. Se pudo hacer porque reduje los días de rodaje al mínimo (solo 12 jornadas), aporté locaciones propias sin costo, armé un equipo reducido y cedí casi la totalidad de mis honorarios como guionista, director y productor. Amo esa película, estoy orgulloso de haberla hecho, me hizo muy feliz. Pero no gané plata; ni siquiera cobré todo lo que corresponde por mi trabajo. “No la vio nadie”, según los parámetros de D’Espósito y tantos otros. Gracias al INCAA, sin embargo, la película existe. Como la mía, debe haber muchas historias. 

Lo que genera un apoyo estatal fuerte y sostenido del Estado hacia el cine no es una dependencia estética o ideológica, como D’Espósito sostiene equivocadamente. Lo que se genera es diversidad y una mayor libertad estética, ya que permite en muchos casos que los directores y productores afronten riesgos artísticos al reducir el riesgo económico. Pero al mismo tiempo, en el caso de las producciones más afines a una potencia masividad, ayuda a que los privados nacionales (inversores) y la participación extranjera (fondos, coproductores) se sumen a los proyectos. Nadie quiere ser el único que pone plata en algo. 

Es incómodo seguir defendiendo y explicando esto después de tanto tiempo. Pero es necesario. Yo entiendo el fastidio de la gente que rechaza al INCAA, porque siento empatía por todo ese gran porcentaje de nuestro pueblo que le ha dado mucho al estado a través de sus impuestos y ha recibido muy poco. Pero me cuesta más tenerla con los que aprovechan ese fastidio para ensuciar la discusión. Yo coincido con D’Espósito en que hay deshonestidad en parte de los argumentos para defender al INCAA, pero no creo que haya que contrarrestar eso con argumentos imprecisos y forzados.

 

Link a la respuesta de Leonardo D’Espósito al texto de Juan Villegas.

14 comentarios en “Libreta de apuntes (18) | Acerca del INCAA, una respuesta a Leonardo D’Espósito”

  1. Buena respuesta. Capaz siendo un simple mortal lo que nos hace ruido son cosas como estas: “En la Argentina, a esa naturaleza dinámica se le suma nuestra imprevisibilidad económica y cambiaria, lo cual es cierto que afecta a todas las actividades pero que en el cine se vuelve más dramático, ya que se trata de procesos de producción largos, con insumos valuados en dólares y sujetos a muchos imprevistos.” Que te cuente al respecto un productor agropecuario.
    Con un amigo quisimos arrancar a fabricar mesas ratonas de metal y no existe subsidio en billetes. Te ofrecen bajas en cargas sociales si tenes empleado, algo relacionado con el iva, créditos un poco más accesibles… pero no efectivo. Y nos preguntamos por qué para la cultura si (defiendo al INCAA no porque me haya ayudado a hacer casi todas mis películas y haya sido una de las fuentes, indirectamente, de mi sustento económico en todos estos años) y para el resto no. Disculpá la extensión

    1. Hola. Es muy entendible tu queja, y como la del sector que planteás debe haber muchas más parecidas e igual de válidas, pero la salida pareciera no ser desfinanciar el INCAA, sino justamente financiar las otras actividades. Generar la autarquía de cada actividad con impuestos al comercio de dicha actividad, por citar algo.

      Saludos.

      1. Tengo datos suficientes para refutar lo q ud. dice.
        Trabaje 26 años en el INCAA y se como funciona internamente, usted. habla como productor y director. Ud. , no tiene noción como se gasta el dinero en el INCAA. Nunca se sentó en un escritorio y al no estar de acuerdo con los gastos fue insultado y humillado verbalmente.
        Cordialmente
        Lina Danon

      2. Gerardo Semenzato

        No entiendo el privilegio de casta que pretenden los autodenominados hacedores de cultura.
        Todos los que “laburamos” desde cartonero a empresario hacemos cultura en el sentido amplio y estricto del término.
        Si ofrezco un buen producto, el mercado lo acepta.Si no me fundo.
        El resto es verso culturoso para esconder el fracaso a costa de el resto de la empobrecida sociedad

      3. Un desastre la “respuesta”. No va nunca al hueso, evade el problema de fondo y no contesta el 80% de los problemas planteados por la persona a quien le responde. Es un divague más que una exposición de argumentos. Lisa y llanamente, porque no hay nada que decir. Lo más lamentable es cuando se pone a defender los pésimos números de recaudación. No discuten nada de fondo, se ponen el vicitimas y creen que su lucha es la única que importa en la vida, evadiendo datos a conveniencia. Los cineastas independientes, y lo digo por experiencia, suelen ser bichos raros muy resentidos que creen que el mundo les debe algo.

        1. Estimado producor agropecuario. Que seria de usted y su familia si despues de un agotador dia bajo el fustigante sol, despues de doce o catorce horas de trabajo, sucio, desprolijo, con las manos rotas de tanto blandir una pala haciendo surcos y mas surcos plantando semillita tras semillita, miles de semillitas con sus propias manos, y sus hijos y su amada esposa tambien!, si no fuera por que al llegar tan tarde a su hermosa morada no pudieran disfrutar de un momento hermoso en familia viendo una buena pelicula, un buen libro, un precioso disco, algun tanguito, algo de bun floklore y por que no un buem rock con una cerbecita en la mano, eso es vida!!!! (la cultura no es solo una palabra sabe!! Es bienestar. Es alegria, es todo lo que no puede reconocer ni dimencionar sr productor agropecuario. Que triste seria su vida solo con sus semillitas. Éxitos. (para mi que a ustedes el Estado los ayuda muchisimo cada vez que se inundan sus campos o se les jode la produccion por algun motivo no? No abra pedido ayuda en la pandemia? no sera otro empresario planero de los miles que hay??)

    2. Maikel, soy productor agropecuario: gracias por acordarte de los que fuimos puestos en el lado opuesto de la grieta.
      La gente del incaa, que ahora pretende victimizarce cual perseguidos políticos cuando simplemente se les pide hacer lo que a cualquier privado de debe asumir al desarrollar su actividad: eficiencia y riesgo comercial.
      Esa misma gente en su momento, nos dirigió críticas furibundas, de las que es difícil defenderse ya que los que estamos en el campo no solo no tenemos acceso a los medios masivos, sino que por sobre todo no tenemos la dinámica para el manejo de los mismos.
      Que todos asumamos los riesgos de la actividad que elegimos, y que se terminen las prebendas. Y aquellos que se sirvieron del Incaa éstos 20 años pero no corrigieron las inconsistencias de la institución, también las usufructuaron y las apañaron. Y los miles de millones de pesos que el estado les transfirió en concepto de subsidios AHORA ES INFLACIÓN!

      1. De nada Hugo. Soy de un pueblo del sur de Córdoba, Canals, que vive de la agricultura y la ganadería. Y ahí si al campo le va bien, al pueblo le va bien. Saludos

    3. Hola querido compatriota, quisiera responder a tu pregunta. El subsidio a la cultura se justifica justamente por su debilidad/riesgo con respecto a otras actividades: Fabricar muebles responde a una necesidad concreta y tangible de las personas. Ver una película no, por eso, para que haya diversidad (que es lo que hace que la cultura se enriquezca) el estado debe participar financiando producciones que un privado no financiaría debido a su alto riesgo de perder la inversión. Porque, a diferencia del resto de los bienes de mercado, el valor de los bienes culturales es intangible y abstracto. Pero es justamente ese valor, lo que nos permite conservar, producir y reproducir nuestra/s identidad/es, exhibirlas en el mundo y ser reconocidos en el mundo. Para ejemplificarte esto fijate cómo invierten las plataformas (netflix, amazon, disney) en productos audiovisuales argentinos y comparalos con una producción de otro país. Vas a notar que finalmente los relatos/estéticas/mensajes que se terminan imponiendo, son muy similares, independientemente del país de origen. Se lavan las particularidades del lenguaje, de temáticas y de idiosincracias para hacer contenido que pueda ser difundidos en mercados lo más amplios posibles.

    4. Olga Ines Sciuto

      Soy solamente espectadora y amante del cine. Defendi siempre nuestro cine desde la butaca. Pequeño aporte. Recomendandolas. Siento admiracion por todos aquellos que se dedican a esta bella creacion. Hacer cine. Comparto totalmente lo recien leido. Todo mi apoyo a la existencia del INCAA. Con las modificaciones a las que hace mencion. Me duelen las criticas tantas veces feroces.

  2. Hola, habiendo leído todo el artículo, no encuentro argumentos suficientes para creer que la existencia del INCAA no es contraproducente. A fin de cuentas se trata del dinero del pueblo. Y no porque haya sido una costumbre gastar de esta manera, signifique que haya estado bien hacerlo durante tanto tiempo.

    “Gracias al INCAA, sin embargo, la película existe. Como la mía, debe haber muchas historias.” no puede interesarle menos al argentino promedio sostener una industria de esta manera. Me incluyo en ese grupo. Debiera ser algo sostenible en el tiempo y no tener los números desastrosos que tiene hoy en día.

    He leído muchos blogs de cine durante años, y tristemente veo que nunca jamás ningún bloguero (en su mayoría críticos de cine) han cuestionado este aspecto. Ese silencio no hace más que otorgar, hoy se están pagando los platos rotos.

  3. Hola Villegas: has sido un buen director, pero hablás desde esa postura. Evidentemente no tenés conocimiento de la burocracia del INCAA. Muy difícil. Con los años a las buenas intenciones primitivas se han añadido los intereses
    ( inevitables, por otra parte) de otros sectores de los hacedores del cine. Hace 40 años que hago crítica de cine y he escuchado muchas versiones. Y te aseguro que la cultura artística no está en peligro. Pero, claro…en fin…

  4. El subsidio de peliculas como lo fue el 3j, es solo un puñado de dinero, en muchos casos con resultados ilegitimos, por no decir ilegales, las contrataciones desde un cerrajero para el cambio de un picaporte, pasando por la compra de aires acondicionados, la contratacion del servicio de lumpieza, pase a planta de amigos con concursos arreglados y devolucion de favores y asi puedo seguir hasta mañana, todo se debe a una sola manzana podrida, la que siempre está, la que siempre tiene la cola dando vueltas, señores y señoras les presento a upcn, el devorador de organismos.

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