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CRÍTICAS - CINE

Liga De La Justicia, según Ana Manson

El camino que DC y Warner vienen transitando para construir su universo cinematográfico es sinuoso y lleno de altibajos. A la sombra de su contraparte marvelita, el DC Extended Universe sufre la falta de continuidad entre películas y series, una desprolijidad narrativa y estética propia de las diferencias creativas entre estudio y directores, y tal vez una única constante en medio de todo el caos: Zack Snyder. Pero hasta su director y guionista estrella se vio alejado del panorama por razones de fuerza mayor, dejando vacante un codiciado puesto que fue a parar a manos del no menos controversial Joss Whedon.

Sin embargo, Whedon y Cia. afirman que el corte final de Liga de la Justicia (Justice League, 2017) es el mismo que diseñó Zack Snyder y que no hizo más que filmar las escenas que faltaban y ensamblar todo, mientras por lo bajo se comenta que hubo reshootings y cambios en el guión para hacer la película menos “oscura”. Lo cierto que este cambio de filas para Whedon tiene cierto gustito a traición. De su aclamado trabajo en Los Vengadores (Avengers, 2012) y su no tan afortunado paso por Los Vengadores: La era de Ultrón (Avengers: Age of Ultron, 2015) a comandar la Liga de la Justicia: el más famoso grupo de superhéroes antes de que el “otro” se hiciera inmensamente popular con sus películas. De la eterna rivalidad entre Marvel y DC surgieron opiniones encontradas con el cambio de mando, algo parecido a lo que ocurrió cuando el otro director nerd por excelencia, J.J. Abrams se pasó de los vulcanos a los jedis.

Más allá de las especulaciones, el factor expectativa y la falta de fe en los productos del DCEU después del bochornoso Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016) y la polémica Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016) estamos ante una nueva era del universo cinematográfico DC: el paradigma del humor que tanto bien le hizo a las películas de Marvel, se cuela en este equipo y funciona de maravilla. Con los amantes de la solemnidad de Zack Snyder por un lado, y los detractores de la oscuridad en un producto que se toma a sí mismo demasiado en serio por el otro, esta película sin duda estará en el foco de muchos debates que no llegarán a un acuerdo sobre el tono de la misma.

Pero algo es cierto: Liga de la Justicia (Justice League, 2017) le encuentra la vuelta al funcionamiento de un equipo que ni siquiera tuvo tiempo (ni necesidad) de presentarse, más allá de unos coloridos logos en el disco duro de Luthor Corp y las peripecias de la Trinidad en el Martha-gate. A pesar de tener todas las de ganar, en esta entrega los súper-amigos no dan nada por sentado y pelean por mantener su status quo como los superhéroes más famosos del mundo.

Media década separa a DC de la primera película coral de superhéroes del Universo Cinematográfico de Marvel, dentro de un plan maestro bien elaborado y meticulosamente calculado y dividido en fases, que contrasta con la desprolijidad de sus competidores, dormidos en los laureles de la enorme fama de sus personajes. Pero en el último año, el lanzamiento de la película en solitario de la Mujer Maravilla (Wonder Woman, 2017) sobre los orígenes de la princesa amazona levantó la vara de las producciones de DC y le ganó a Marvel en la carrera (no muy peleada) por tener una protagonista femenina.

Con el terreno emparejado, la tarea de esta nueva entrega seguía sin ser nada fácil: cumplir con las expectativas de millones de fans en el mundo que esperan ver al equipo más icónico de DC unido en acción, mientras introducía en la mezcla a tres nuevos importantes personajes y dejaba afuera a otros tantos muy queridos por el público. Las ausencias se resuelven con un par de recursos muy sensatos, apelando al conocimiento general del gran público que creció con los Súper amigos, pero sin dejar a la mitad afuera como ocurría en el caso de Batman v Superman con las visiones de Bruce Wayne y otros guiños para la minoría que leyó los cómics.

Los diálogos son otro punto a favor en esta película, aprovechados para dar información sin sonar muy explicativos, aportando al desarrollo de los personajes y la dinámica de las relaciones dentro del equipo. Sin mucho esfuerzo, reconocemos a los ídolos de nuestra infancia y somos testigos de su integración orgánica dentro de un grupo que debió haberse formado hace muchos años en la pantalla grande.

En líneas generales, la historia peca de floja en los mismos puntos que vienen fallando prácticamente toda película de superhéroes desde Avengers: el villano superpoderoso que queda rápidamente olvidado, los agujeros argumentales para avanzar la trama a costa de cierta lógica y la falta de resolución de los conflictos secundarios. Pero a grandes rasgos, lo que tenía que funcionar, funciona: esos personajes que supieron instalarse en el imaginario colectivo y volverse símbolos de la cultura popular, se sienten conocidos y queribles. Mientras que la dinámica de integración al equipo se logra orgánicamente y le otorga credibilidad al funcionamiento general de la trama, a pesar de sus muchas falencias.

Otra característica prestada de Marvel termina de dar forma a esta película: dos escenas post-créditos. Una inmediata y cómica, que retoma un debate eterno entre los fans de los superhéroes. Y otra hacia el final de los créditos, justo antes de que se vuelvan a encender las luces de la sala, por la que vale la pena esperar.

DC está demostrando tomarse más en serio los pedidos de los fans y las necesidades de organizar un universo cinematográfico coherente y cohesivo, explorando las facetas más interesantes de sus personajes y sentando las bases para lo que viene.

 

 

© Ana Manson, 2017 | @CapitAnna

 Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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