Los Ángeles (Argentina, 2009)
Dirección y guión: Juan Baldana Producción: Juan Baldana, Mario E. Levit, Steve Akerman. Elenco: Miguel Di Lemme, Victoria Maurette, Nazareno Casero, Oscar Núñez, Juan Palomino, Carlos Boccardo. Distribución: Cruz del Sur Cine. Duración: 90 minutos
El principio es prometedor. Un pueblo fantasma del interior de la Provincia de Buenos Aires, de esos que quedaron en el olvido por culpa del cierre de los ferrocarriles. Un cartel anuncia “Los Ángeles – 5 Habitantes”.
Mateo (Di Lemme) es un joven veinteañero que viaja hasta el conurbano bonaerense, dejando atrás a su padre (Oscar Núñez) en busca de la jubilación del mismo, y para reencontrarse con una novia de la infancia.
Por un lado, el “debutante” Baldana (director de contenidos de “TyC Sports”, productora de la película, y de muchas publicidades) nos cuenta las desventuras de Mateo en un ambiente ameno, pero a la vez hostil como es el límite entre Capital y provincia, donde se reencuentra con un amigo del pueblo, Beto (Casero), que vive como “okupa” y se dedica al tráfico de cocaína, además de cometer pequeños robos. Mientras que el trámite por la jubilación resulta relativamente fácil, más difícil es conseguir el cariño de Lena, quien está involucrada en pandillas urbanas.
Paralelamente cuenta la historia de los pocos habitantes que quedan en Los Ángeles: el padre de Mateo, metido en el medio de una disputa entre una estanciero (Boccardo) y un leñador, con espíritu gauchesco (Palomino).
Baldana abre varias historias que terminan cerrando pero se quedan en lo estereotipado y banal. Adolescentes deambulando entre drogas, violencia y pandillas es un género bastante transitado por el cine estadounidense, y que solo Ezequiel Acuña en Argentina ha logrado evadir de alguna manera los clisés y lugares comunes. Baldana parece tratar de “recrear” con la historia de Mateo, una mirada a lo Gus Van Sant o Larry Clark, pero con un ritmo tan videoclipero, y algunos diálogos tan prefabricados, que de ambos directores, solo queda la temática. Las escenas de violencia son bastante desprolijas, y ni siquiera impactan. El final deja sabor a poco.
Resulta un poco más interesante el duelo en el pueblo: crudo, sangriento, con aroma a western de Peckinpah. Pero tampoco alcanza. Es solo una subtrama metida forzosamente con el pretexto de comparar la violencia rural con la urbana, cuando se nota que es un capricho del director por hacer un mini western dentro de otra película. Y como sucede con los personajes, ninguna de las dos tramas salen ganando.
El problema principal es que hay demasiada película para tan poco guión. Es una lástima porque a nivel fotográfico, sonoro y de montaje, hay un trabajo interesante, meticuloso, los climas son intensos y penetrantes. A nivel actoral, Lemme tiene un futuro prometedor, ya que logra dotarle de credibilidad a su personaje, algo que no sucede con Casero (lejos de Crónica de una Fuga) o Maurette. Núñez está bien, aunque parezca repetir el personaje de Buena Vida, Delivery y Juan Palomino le gana el duelo actoral a Boccardo.
A mitad de camino entre El Polaquito de Desanzo y El Cielito de Menis, Los Ángeles, tiene un destino tan incierto como el de los personajes.
Una vez, Santiago Carlos Oves (director de El Verso) dijo: “Cuando uno sale de del cine elogiando la fotografía, el sonido y el montaje, es porque la película no es buena”. Los Ángeles es un acertado ejemplo de esta frase.
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