A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

Masculino femenino (Masculin fémenin)

PRE Y POS (MODERNIDAD)

Ubicada luego de Pierrot, el loco y año y medio antes de preceder al Mayo Francés a través de Week-end y La Chinoise, el trabajo 20 de Godard hasta el momento (entre cortos, largos y episodios en emprendimientos colectivos) se inscribe en un período intermedio donde el goce y la voracidad cinéfila por la cita empieza a ser sustituida por el registro de esa juventud francesa, en las calles de París, y por la inclinación al film-reportaje, que el cineasta haría explotar hasta el cansancio camuflado en el Grupo Dziga Vertov (1968-1971).

En efecto, en Masculino femenino no se frecuentan cines sino bares, estudios de grabación, domicilios privados, alguna reunión ocasional, todo enmarcado con la estética JLG de la época pero sin las alteraciones espacio-temporales, por ejemplo, de Sin aliento o Banda aparte. Acá la cámara de Godard descansa en los rostros frescos y juveniles y en la vitalidad de la dupla central (Léaud, Goya) y de la pareja subprotagónica (Duport, Jobert), en sus ansias por desplegar su energía, sobreviviendo a través de un trabajo como encuestador o grabando una primera canción y así convertirse en algo parecido a una estrella de la música.

Pero el despliegue de recursos cinematográficos de Godard, desde Sin aliento hasta al díptico de 1967 (Week-end + La Chinoise, acaso el período más relevante de cualquier director de la historia del cine por su influencia coyuntural y a futuro), tiene en Masculino femenino (su película más afín sería la inmediata Dos o tres cosas que sé de ella) una zona de novedades que la convierten en algo más que “otra” del director. Temáticamente Godard incorpora ejes relacionados a la sexualidad (sutiles momentos que refieren a homosexuales y lesbianas), comentarios políticos y sociales que actúan como borradores del Mayo Francés, entrevistas a cámara que adquieren un peso importante como documento de la época y una fina y vigente ironía por los tiempos convulsionados en una Francia que aún estaba lejos de ver sus calles ocupadas por estudiantes y obreros,

Por esos motivos, cuando se vuelve a ver Masculino femenino (su exhibición en cines es más que un acontecimiento) se está frente a un documento-registro de esos años más allá de la ficción que une y separa a un hombre y tres mujeres. Se está dentro de esos bares donde Godard con sonido directo hace aparecer en imágenes a Brigitte Bardot (quien ya había trabajado con el realizador en El desprecio). Se está en un mundo de jóvenes modernos aun sin establecerse en ese mismo mundo: todavía sin planificar una barricada frente a la represión policial y mucho menos ante la futura frustración y pesimismo que aparecería en La mamá y la puta (1973) de Jean Eustache, película que cerraría el otro extremo del puente iniciado con Masculino femenino en cuanto a temas afines a la sexualidad. Vaya, vaya: el inmenso Jean-Pierre Léaud es el protagonista de ambas.

¿Cómo verán hoy las nuevas generaciones una película que tiene 56 años? Quién sabe.

Hace algo más de un mes reapareció Accattone de Pasolini en los cines y ahora le toca a Masculino femenino.

Para quien suscribe dos ejemplos de un cine de ayer más original y moderno que la mayoría de las novedades que se estrenan semana a semana.

(Francia, 1966)

Dirección: Jean-Luc Godard. Guion: JLG sobre una obra de Guy de Maupassant. Elenco: Jean-Pierre Léaud, Chantal Goya, Marlene Jobert, Michel Debord. Catherine Isabelle Duport, Henri Attal, Birger Malmsten. Duración: 103 minutos.

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