Una clase de actuación
Hay algunos films que a simple vista resultan intrascendentes y no obstinan en tener una mirada más allá de lo correcto en términos narrativos; aunque en algunos casos hay tópicos que hacen que cierto tipo de obras puedan destacarse a pesar de esto, como a través de un remarcado aspecto técnico o una sobresaliente actuación; en el caso de Mi Semana con Marilyn – opera prima de Simon Curtis – es por lo segundo y tiene nombre y apellido: Michelle Williams.
La película se basa en el relato de Colin Clark (Eddie Redmayne), un relegado asistente de dirección que en su experiencia en el rodaje de El Príncipe y la Corista de Sir Laurence Olivier (que es interpretado de gran manera por Kenneth Branagh) conoce a Marilyn Monroe (Williams), la principal diva de Hollywood con la cual tiene un amorío.
Pero lo que aparenta ser un film sin demasiada lucidez explota al máximo el rubro actoral, más que nada a partir del magistral trabajo de Williams. Cada gesto, frase o acción que la actriz realiza enfoca a su personaje en un marco sumamente verosímil respecto al complejo personaje que le toca caracterizar. Muchas han interpretado a Marilyn en las últimas décadas, destacándose el papel de Theresa Russell en Insignificancia de Nicolas Roeg, pero ninguna pudo llegar a la profundidad y semejanza en tanto a la esencia que tenia la famosa actriz como lo ha hecho Williams.
A pesar de que el film de Curtis mantiene su ritmo a partir del logro de su actriz protagónica, enlaza otros dos aspectos interesantes. Por un lado la temática de la doble personalidad, ya sea como la Marilyn diva que tiene que resaltar constantemente ante todos y mostrarse como un icono del sistema cinematográfico; o, por el contrario, como la mujer habitual que entre todos sus conflictos personales y existenciales intenta ser feliz como una persona normal. En otro punto es destacable como la obra se expresa en términos del cine dentro del cine, y a pesar de no acercarse a la lucidez de films como La Noche Americana de François Truffaut es destacado como se inserta en el interior del rodaje que se esta produciendo dentro de la película y como a partir de esto se encadenan las distintas relaciones entre los personajes.
En conclusión, Mi Semana con Marilyn deja mas saldos positivos que negativos en la primer incursión cinematográfica de Curtis, en un film que seguramente sea recordado, no tanto por sus aspectos visuales y narrativos, pero si por la brillante actuación de Williams, quien – junto a su papel en Blue Valentine de Derek Cianfrance – construye uno de los mejores trabajos de su carrera.
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