A Sala Llena

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CRÍTICAS

Nada del Amor me Produce Envidia

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Nada del Amor me Produce Envidia

Dirección: Diego Lerman. Texto: Santiago Loza. Escenografía: Silvana Lacarra. Iluminación: Fernanda Balcells. Vestidores: Guido Lapadula. Colaboración musical: Jape Ntaca. Director musical: Sandra Baylac. Elenco: María Merlino. Prensa: María Sureda.

María Merlino nos cuenta la historia de María en primera persona. Ella es una costurera y modista de los años del peronismo. A través de su historia nos acercamos a la época, a la sociedad argentina de ese momento y sobre todo a los personajes que nombra.

María está ahí, al costado, ve pasar, acata, entiende y agacha la cabeza. Con sus trajes disimula defectos físicos, oculta embarazos pero sobretodo guarda secretos, calla. Es pulcra y pudorosa. Lo niega, porque nada del amor le produce envidia pero sufre ese papel marginal, la enloquece aunque es su ser, de su paz.

“Hay dos clases de personas: las que deciden y las que acatan. Yo pertenezco a la segunda”, es parte del texto de Merlino. Esa es su normalidad, acatar, evitar el conflicto y precisamente se inicia la acción y su monólogo con la obligación, con el tener que decidir entre Eva Perón y Libertad Lamarque.

Un texto excelente de Santiago Loza, propio al tiempo y el lugar, que Merlino logra tomar y hacer parte de su piel a esa costurera y sus obsesiones. El texto es acorde a la época y a lunfardo porteño en el hablar, recurso que genera cercanía y una especie de melancolía en el espectador.

Cada movimiento y cada palabra no está colocada al azar, se advierte la puntillosidad de Diego Lerman en la dirección ampliamente sostenida en la actuación.

Quien vea Nada del Amor me Produce Envidia coincidirá en que nadie podría protagonizarlo mejor que Merlino. Su monólogo es vivo y real. Su voz resulta la ideal para recrear la atmósfera buscada, es como salida de un aparato de radio viejo, con ese timbre especial, agudo y un poco metálico. Una voz de tango, perfecta para los temas que canta a lo largo de la obra.

La actriz ocupa un pequeño espacio dentro del gran escenario de la sala. Está sobre una tarima que recrea su taller de costura, está todo lo necesario, lo justo: la Singer, el banquito, los alfileres, la tela y el maniquí que se convierte en el interlocutor callado y pasivo de su monólogo. Esa tarima resulta demasiada justa en cuanto a espacio para su desplazamiento. La iluminación es suave y cálida, correcta.

Por momentos se puede escuchar una música de cortina en las canciones de María, que poco tiene que ver con el estilo y no está presente siempre, de modo que queda suelta, sin un motivo claro que  justifique su presencia o ausencia.

Merlino logra con sus palabras y con sus gestos que el espectador vea lo que sucede, que viaje en el tiempo para ser parte de la historia que nos cuenta. Para escuchar con normalidad y cotidianeidad que Eva pasea por su taller, que le tomó las medidas a Libertad. Vemos las paredes, la puerta, los vestidos, las clientas, el vestidor simplemente a través de su parlamento.

Sus palabras y en especial su voz tienen la fuerza de  llenar la sala, de llegar a cada espectador y poner los pelos de punta. Un relato nada obvio y que el espectador lo cree para hacerlo parte de la realidad, como si fuera un fragmento sacado de un libro de historia.

Esta obra nos cuenta el típico lugar de la empleada que permanece en los márgenes y sabe de la alta sociedad casi tanta –o más- intimidad como si formara parte de ella; pero tratado de manera distinta, en un contexto que nos es propio y cercano en nuestra historia nacional, a modo de melodrama y con una actriz que nos lleva de la mano.

Nada del Amor me Produce Envidia es un melodrama fuera de serie, con una actriz fuera de serie. Que no tiene razón alguna para dejar de ir.

Teatro: La Carpintería – Jean Jaures 858

Entradas: $40/$70

Funciones: Sábados 18 hs

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