A Sala Llena

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CRÍTICAS

Negras Inquietudes

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Negras Inquietudes

Directora: Marta Lantermo.  Supervisión dramatúrgica: Agustina Gatto. Música: Lucas Guinart. Escenografía: Valeria Abuin. Vestuario: Liliana Piekar. Elenco: Igor Alfaro Méndez, Gabriela Civale y Gabriel Von Fernández.

El escenario de Negras Inquietudes es una gran pantalla. Muchas, en realidad. Una que se encuentra en el fondo y dos que están a los lados del espacio escénico son fijas. Pero a lo largo de la obra van apareciendo y desapareciendo una infinidad de pantallas que cuentan historias: un largo rollo de papel madera que se cuelga sobre el proscenio, tiras de papel blanco que aparecen por los costados, figuras hechas en cartón colocadas sobre el piso. También el cuerpo de la intérprete, Gabriela Civale, se transforma en pantalla así como su vestimenta. Todo el elenco trabaja en escena manipulando tachos de luz y siluetas en cartón para que los personajes principales, las sombras, hagan su función.

Este formato provoca entonces que los relatos sucedan siempre por detrás, como queriendo esconderse pero al mismo tiempo con la intención de mostrar su contorno, revelar qué se ve cuando la luz proyecta penumbra. Las sombras generan un tipo especial de atención: curiosa, de intento de develación de un misterio.

El comienzo del trabajo dirigido por Marta Lantermo es dulce, íntimo, pequeño. Con un muy buen contrapunto musical a cargo de Lucas Guinart que se mantiene durante toda la obra, se observa cómo, detrás de una de las pantallas, la silueta de una figurilla femenina de cartón (entre hada y bailarina) interactúa con la intérprete. Vemos cómo Civale la imagina, la sueña, la cuida. Este es uno de los momentos más logrados de de la propuesta. Lo que sucede allí detrás de esa lámina color madera es mágico.

A medida que transcurre la pieza ese juego de sombras se va desplazando por todo el espacio escénico. Las historias se suceden teniendo como protagonista a aquélla figurilla que vive cuentos bucólicos, por momentos, y más urbanos por otros. A modo de relato de iniciación, la joven tiene que afrontar monstruos, miedos y caminos sinuosos. Lo que funcionó al inicio, esa focalización que permitía el disfrute de lo íntimo se difumina, se hace más grande y pierde un poco de misterio. Los encargados de hacer ver esas figuras, Igor Alfaro Méndez y Gabriel Von Fernández que sostienen las luces que hacen vivir a las sombras, comienzan a tomar mayor importancia en la escena y la atención se ubica más en ellos que en lo que sucede sobre las pantallas. Se ve más al titiritero que al títere y se rompe un poco el hechizo.

Marta Lantermo es bailarina y coreógrafa y dedica gran parte de su tiempo al trabajo con niños. Por esta razón quizás las inquietudes de las que trata la obra parecen ser más bien infantiles. Como ella misma aclara en una entrevista: “…últimamente, mis trabajos son cada vez más para todo público, integran a grandes y chicos.”

Teatro: Ofelia – Honduras 4761
Funciones finalizadas

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