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DOSSIER

Notas sobre terror

De un tiempo a esta parte una gran parte de las películas que se estrenan en nuestros cines son films de terror. Un género que a su vez devino en múltiples subgéneros para todos los gustos y diversos niveles de seres, cosas, sangre y visceras que se muestran de manera explícita.

La pregunta es ¿por qué hay tanto afán en eso? ¿De verdad son un éxito de taquilla? ¿Hay una verdadera demanda o solo es una costumbre de los jóvenes de ir al cine para asustarse en compañía?

Si buscamos los orígenes del cine de terror, tendríamos que remontarnos al renacimiento italiano, donde se construyó el parque de los monstruos en la Villa Orsini, cuenta la leyenda que Leonardo da Vinci después de visitar el parque y entrar en la estatua llamada la boca del infierno escribió: “tras permanecer, dos emociones: miedo y deseo, miedo por la gruta tan amenazadora y deseo por si había alguna cosa maravillosa dentro de la gruta”; desde ese entonces hasta ahora hay toda una industria dedicada al miedo, que se llamó grotesco, diablerías, arabescos, carnavalescos, pulp, entre otros nombres que habitaron ferias, parques, cuadros, grabado, libros, obras de teatro, comics y finalmente películas; género próspero pero que nunca fue aceptado por la cultura como arte, sino solamente como subcultura popular.

Mas allá de generar adrenalina, Todorov pensaba que lo que atrae de esas narraciones es que al lector, que tiene un sentido de la lógica y de la realidad, la obra lo invita a transitar por los territorios de la duda y la incertidumbre. Para el director de cine Boliviano Juan Pablo Ritcher, defensor del género, se trata de una experiencia sensorial que permite hablar de cosas que en otros géneros no se podría; para Roman Gubern las películas de terror siempre proliferan y acompañan a las sociedades cuando experimentan alguna crisis social o sufren ansiedades colectivas. En cambio para el crítico de cine Pedro Susz más allá de esa relación del género con la crisis, también está la comodidad de la industria de repetir, aun cuando sea en escala menor, un éxito conseguido antes y concluye que deberíamos ver “como verbalmente son un signo patente de una esterilidad creativa y la muestra de la necesidad urgente de elevar el nivel de la cultura cinematográfica de nuestro país”.

Para muchos otros, entre ellos Siegfried Kracaurer, el teórico del cine del siglo pasado, el éxito de las obras de terror se da  porque se trata de “sueños manufacturados”. De hacer real lo irreal.

Es indudable que las películas y los sueños tienen la misma materia prima, por eso tal vez, no es casual que el cine y el psicoanálisis hayan nacido en la misma época. Por eso, tal vez se hacen este tipo de películas para que que se asemejen a nuestras pesadillas, para cumplir el deseo de Freddy Krueger que propuso Wes Craven; y parafraseando a Jorge Luis Borges, tal vez con las películas de terror tal vez uno va al cine a “destejer el universo”.

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