LA MUERTE SEGÚN BAUMBACH
El temor a la muerte puede convertirse en una constante, a tal punto de condicionar la vida. Muchos films han interpelado sobre esta cuestión.
Según las propias palabras de Baumbach, con White Noise quiso hacer una película tan loca como ve al mundo actual, razón por la cual atravesó tantas temáticas en su adaptación de la novela del neoyorkino Don DeLillio (autor de Cosmopolis), considerada infilmable.
El film está estructurado en tres actos: “Waves and radiation”, “Airborne toxic event” y Dylarama”. En este, Jack (Adam Driver, en su quinto trabajo a las órdenes de Baumbach) y Babette (Greta Gerwig) junto a sus tres hijos conforman una familia en la Norteamérica de mediados de los años 60. La época se utiliza para hacer un descargo sobre el consumismo, el capitalismo, la cultura pop y la conciencia ambientalista.
Jack es un profesor que funda un departamento de estudios sobre Hitler y conoce toda la trivia sobre el nefasto personaje. La cotidianeidad en su núcleo familiar está delimitada por las excéntricas personalidades de sus hijos: imparten nociones -como cualquier hijo a sus progenitores- sobre qué está bien o mal, como parámetros de lo que los mayores a veces pierden con el tiempo, constituyendo una bajada de línea directa, fulminante y a la vez satírica.
Es así cuando, a partir de un accidente, una nube tóxica se acerca a su ciudad. Tras la negación de Jack mediante excusas y justificaciones, sus hijos lo hacen entrar en razón para dejar de lado una cena que estaba aconteciendo entre sirenas y pedidos de evacuación.
Jack tiene un problema irresuelto y que lo acecha: la muerte. Se esmera en considerar que “todo día que acontece estamos más cerca de la muerte” y otras frases hechas de las que en realidad un poco de razón tiene, pero se enfatizan con el mero hecho de no hacerse cargo de vivir.
Su franqueza y capricho provocan que, junto a su familia, se larguen a la ruta en una caótica escapada digna de una película de Spielberg o de zombies de Romero hasta con analogías a lo sucedido con la pandemia del Covid-19. En esa instancia, el film adquiere tono de cine catástrofe, donde la banda sonora de Danny Elfman juega un rol importante.
Luego de la visión que se brinda sobre la ilusión de considerar a un supermercado como una zona de confort y pasada la catástrofe ambiental, el film multigénero de Baumbach avanza nuevamente con la idea de la muerte. Es aquí que se estanca en la relación entre Jack y Babette. Ella es sorprendida por su hija consumiendo píldoras (y píldoras de las que no existe una prescripción médica ni son conocidas en el vademécum de medicina). Así surge un nuevo conflicto, que acarreará a un dealer, y llegará a plantear la duda sobre la fe hasta en una monja enfermera. Una crítica a la automedicación y a la religión.
WN es un festín ondulante, que mucho abarca y poco aprieta, quizás porque sea cierto que lo de DeLillio pueda ser infilmable como es el white noise o sinsentido, algo que Baumbach aclaró que sabía cómo filmar y expresar. No estoy de acuerdo ni conforme, así como tampoco con su decisión de finalizar un film de manera altisonante, con una escena coreográfica en un supermercado, al ritmo de LCD Soundsystem.
(Estados Unidos, Reino Unido, 2022)
Guion, dirección: Noah Baumbach. Basado en la novela de Dom DeLillo. Elenco: Adam Driver, Greta Gerwig, Don Cheadle, Raffey Cassidy, Sam Nivola, Jodie Turner-Smith, Lars Eidinger. Producción: Noah Baumbach, David Heyman, Uri Singer. Duración: 136 minutos.