Un restaurant cercano a una base militar de Estados Unidos en Friedberg (Alemania) es el lugar elegido por Sofía Coppola para dar comienzo a la biopic basada en el libro Elvis and Me, de Priscilla Presley (quien también es productora del film), ya que es el lugar en el que se introduce al personaje de la Priscilla (Cailee Spaeni) de tan solo 14 años, que es invitada a una fiesta para allí conocer a Elvis (Jacob Elordi). Un Elvis que ya en los 60 era una figura que acumulaba hits y que se encontraba, tras alistarse en el ejército, sirviendo como soldado.
La muerte de su madre es algo que impactó en él, de manera tal que por más que se lo ve siempre acompañado por su grupo de amigos, su soledad no dejaba de ser notoria. En ese instante, los padres de Priscilla obviamente se oponen a que vaya al encuentro con uno de los hombres más codiciados por las adolescentes. Priscilla, quien es mostrada en gran parte del film como la niña que era, insiste y logra asistir al encuentro que cambiaría su vida.
El film de Sofía Coppola se encarga de mostrar a un Elvis tosco, líder de una banda de jóvenes con los que juega a disparar a botellas y a correr en carritos motorizados hasta volcar. Un grupo constituído por un clan de seguidores más que de amigos, inertes, de esos que festejan cualquier acción de un líder. Por el contrario, Priscilla llega a él como un sostén, tras el reciente fallecimiento de la madre de éste; ella es quien se convierte en el apoyo, y por necesidad, su nexo con lo femenino. Esta es su historia y está representada desde su punto de vista, algo que puede incomodar por la noción positiva que solemos tener sobre el cantante, a quien aquí se lo muestra como un ser no empático, por momentos violento y hasta manipulador. Priscilla pide permiso a sus padres para viajar y luego ir a convivir con Elvis en Graceland. Aquí transcurre una de las más hermosas escenas, en el que el padre entrega/da rienda suelta al destino de su hija, para que luego, después de siete años, vueltas y la excusa de buscar el momento indicado, puedan contraer matrimonio. En ese lapso, el gossip de los periódicos lo vinculaban sentimentalmente a Elvis con actrices como Ann-Margret tras filmar Viva las Vegas; acción que, sumada al desinterés sexual de Elvis hacia Priscilla y los numerosos maltratos, o a la incorporación de drogas en la relación, culminan por presentar a una muchacha a través de distintas etapas de crecimiento personal hasta finalmente abandonar el matrimonio.
Mucho se dirá sobre la interpretación de Jacob Elordi, un Elvis que apenas entona una canción o mueve la cadera en una ínfima escena (y bastante mal, por cierto). Se cuestionará si hay química entre los protagonistas, y seguramente muchas cuestiones más, aunque algo innegable es que Cailee es lo más importante que tiene el film por ofrecer.
Sin embargo, es Sofía Coppola quien, con una manera de dirigir ya delineada, se encarga de este proyecto ambivalente de mostrar a Priscilla, Elvis y su entorno como nunca hubiésemos imaginado, como así también afrontar la tarea de poner en primer plano a quien la vida real puso siempre en un segundo. El componente sexual por momentos parece absurdo; la falta de sexo en la pareja hasta que contrajeron matrimonio, hoy sería algo inimaginable. No obstante, es una de las delimitaciones que Priscilla Presley impuso y Sofía acató del libro original. Por otro lado, Coppola también se tomó otras libertades, más artísticas que históricas. Por ejemplo, la música anacrónica, como ha empleado en María Antonieta.
Algo muy positivo de la película: no solo la acción de reivindicar a Dolly Parton a partir del uso del tema “I’ll Always Love You”, conocido mundialmente por la versión interpretada por Whitney Houston, sino también el de posicionar a Priscilla Presley lejos de ser solamente recordada como una excelente coprotagonista de La pistola desnuda.
(Italia, Estados Unidos, 2023)
Guion, dirección: Sofía Coppola. Elenco: Cailee Spaeny, Jacob Elordi, Ari Cohen. Producción: Sofía Coppola, Youree Henley, Lorenzo Mieli. Duración: 113 minutos.