A Sala Llena

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Plan B…

Plan B…

Hoy pensaba, básicamente, hablar de futbol y de films que se trataran de deportistas que superaban obstáculos y que vencían la adversidad de manera feroz, luchadora, gloriosa y con alguna musiquita de fondo que fuera bien envalentonadora. Pero, el partido de anoche y su resultado (aún cuando me simpatiza mucho Belgrano de Córdoba) no me dio la maña que necesitaba, para elaborar esta columna. 

En  mi casa, la  bandera futbolística que se enarbola, es la de River Plate, aún cuando yo soy ferviente hincha de Independiente. Es que, por alguna razón, parece que la insignia distintiva del hogar, la aporta mi hombre y, debo decir, eso no es una total injusticia. Él se traga los partidos, sufre como condenado, no tiene ya uñas en los dedos de los nervios, y la ansiedad que ha estado pasando lo está dejando casi sin pelos en la cabeza. Por mi parte, me alegro profundamente cuando gana el Rojo, pero la realidad es que no sigo los partidos y  me limito a saber el nombre de uno solo de los jugadores de mi esquipo, Tuzzio. Esto se debe de manera redonda,  a que está razonablemente bueno y a que alguna vez protagonizó un escándalo de proporciones faranduleras, que me quedó anclado en la memoria. Así que no me quejo cuando digo que esta casa lleva, mayormente, el escudo de los millonarios como emblema regente. A mí, me quedan las alegrías de los 5 a1 de mi Rojo querido, a penas confinadas a uno o dos cuartos de la casa.

Anoche me acosté muy angustiada. Mi hombre estaba devastado y se echó en la cama con rictus de gladiador al que le bajaron el pulgar.  “Estamos en el horno” decía a cada rato y no se podía dormir. A parte de darme mucha pena, mi preocupación también se arraigaba en su salud. Estaba tan nervioso que pensé que le iba a dar un bobazo de un momento a otro.  Por suerte, después de dar mil vueltas se durmió y se quedó un poco más tranquilo.

Por mi parte, mi angustia iba acrecentándose, a medida en que pensaba que la columna que tenía planeada para hoy, se me había evaporado de la mente con el resultado adverso para River. Es que, con una mano en el corazón y mas allá de las banderías futbolísticas, ¿quién carajo se imaginaba que las cosas iban a estar tan jodidas? Hasta yo, que no sé un rabanito de futbol,  puedo sentir claramente que esto es japonés por donde lo mires. No puede ser que un equipo así de grande, con esa trayyyectoria (diría Moria) y ese plantel, se vaya a la “B”.  Y entonces pensé “B” y se me prendió la lamparita. Una lamparita rara, y un poco retorcida si quieren, pero lamparita al fin…

El plan “B”.

Muchas películas encarnan historias de superación de manera brillante y contienen elementos dignos y reveladores, que dejan en el espectador una semilla de grandeza y de esperanza. Hace rato que tenía ganas de hablar de uno de esos films en particular. Uno con el que me encontré en el cable hace poco y que, cuando se estrenó, desestimé por completo como posibilidad y, debo decir, de manera cuasi despreciativa y pre juiciosa. Recuerdo que cuando me ofrecieron verla dije algo así como “Esa debe ser una bosta golpe bajo…” y me negué. Pero hace algunas semanas, estando en casa una tarde, la enganché por la tele y pensé “qué carajo” me hago un bol de pochoclos y la veo (así de dura y áspera es mi vida). ¿Qué puedo decir? Posdata: Te Amo, me sorprendió de manera rotunda y absolutamente grata. Me encantó.

La cinta la va de un matrimonio. Holly (Hilary  Swank) y Gerry (el bombonazo de Gerard Butler) están casados hace diez años, han pasado toda su juventud juntos y aún se aman locamente. Unidos desde muy jóvenes (en el transcurso de la peli tienen 30 y 35 años), están luchando con las cosas típicas con las que los matrimonios lidian a esa edad: situación económica, posibilidades de tener hijos, trabajos poco satisfactorios, búsqueda y reconocimiento de los propios deseos, padres rompe bolas etc.  Pero todo eso, incluido el amor y la felicidad, se quiebra de manera dolorosa, cuando Gerry muere debido a una enfermedad terminal.

Ya de movida, el tratamiento dramático del asunto, elude por completo los golpes bajos y los clisés en los que suele incurrir el cine de vez en cuando. Una elipsis temporal categórica, pasa de una escena increíblemente bien planteada, en donde se puede apreciar el apasionamiento y el amor que tienen el uno por el otro, a un año después, en el velatorio  de Gerry.  Todo puesto en juego con astucia, con auténtico buen gusto y con un tiempo de comedia muy elegante, refinado, creativo y absolutamente conmovedor e inteligente. El director, Richard La Gravenese, juega con la tristeza, el dolor, la melancolía, la bronca y la oscuridad de la muerte prematura y la entrelaza con la alegría perenne, con la fuerza creativa arrolladora, con el impulso imparable y el poder dinámico de la juventud.

Holly, después de una semana de no salir de su departamento, de no bañarse, de no poder dejar  de escuchar la voz de Gerry en el contestador automático de su celular, comienza a recibir cartas de él. Misteriosamente, su esposo complotó con alguien antes de morir, y le dejó una serie de misivas que le llegarán mes a mes, pre viendo la depresión de ella y comprometiéndose a ayudarla desde el más allá, a superar su dolor y su abatimiento.  Holly comienza a recuperarse, gracias a las cartas que son  casi siempre instructivas y que, por supuesto, están rematadas categóricamente con  un Posdata: Te amo.

Toda el argumento pivotea en una mujer que tiene, por fuerza del destino, que poner en práctica su plan “B”. Un plan que, por supuesto, la mayoría de las veces no estaba ni siquiera previsto, ni siquiera imaginado, ni siquiera contemplado y al que hay que recurrir como tabla de salvación para no quedarse sin nada o, simplemente, para poder seguir viviendo. Gerry, desde dónde esté, acompaña a su mujer y la guía dentro de su duelo, para que se reencuentre a sí misma y para que pueda también reconocer un sueño y un deseo, más allá de su hombre muerto y de su primera y gran felicidad terminada.

La película tiene gracia, profundidad, belleza y se apoya de manera exitosa en un elenco brillante. Swank y Butler tienen una química asombrosa y las estrellas de reparto, entre las que se encuentran la gigantesca Kathy Bates y la siempre chispeante Lisa Kudrow, aportan una densidad arrolladora y un carisma singular y único, a una comedia que podría quedarse en la liviandad de las medias tintas pero que, en vez de eso, se va hasta el fondo de la emoción y del contenido de manera exitosa, honesta y recursiva.

Los cambios que el guion de Gravanese y Rogers sufre, con respecto de la novela original homónima de Cecelia Ahern, son exitosos y  emparentados con un lenguaje cinematográfico vivo y chispeante, dándole a la película una terminación mejor redondeada y de una intensidad astutamente regulada y mejor servida, para que el espectador digiera de forma visceral, pero bien acompañado del intelecto y el humor, la tragedia que dispara toda la película.

Con un montaje que a priori parece clásico, pero que tiene ciertos destellos de una interesante modernidad, la película adquiere un ritmo copado y va deslizándose dramáticamente, de forma tranquila, ágil y muy bien rumbeada. No hay un solo chiste previsible en todo el film y la sensibilidad con la que termina de desenvolverse es, de verdad, remarcable. Estrenada en 2007 en Estados Unidos y en 2008 aquí y con una taquilla nada despreciable, esta película también tiene el mérito muy grande de mostrar una faceta más bien postergada de Hilary Swank, quien parece tentarse frecuentemente con roles más duros y de desafío físico más imponente.  Si hay algo que prueba Posdata… es que esta actriz ultra talentosa es, además de todo, versátil y hermosa, convirtiéndose en una comediante fuerte, grácil y efectiva, fácilmente equiparable a la  Julia Roberts de los comienzos, o la mismísima Meg Ryan.

Posdata: Te Amo es un film sobre la muerte, sobre el dolor, sobre el amor perenne y sobre la capacidad de los seres humanos para poner en práctica acciones de rescate, cuando el plan de vida original se ha ido a la basura de manera dolorosa y atronadora.  Esa fuerza que sale a relucir, un poco porque no queda otra y otro poco porque somos maravillosos. Una película que te muestra que, el hecho mismo de que la vida y la adversidad te hayan mandado a la “B”, se vuelve una oportunidad de desempolvar la fuerza, la potencia, el valor, el coraje, el brillo, el amor por la camiseta propia y, más que nada, por la lucha.

Una oportunidad para saber de qué se está hecho.

Posdata: A los que boquean diciendo que a ver si River llena dos canchas… Acuérdense que a ustedes el turco los tuvo que salvar de manera más que “dudosa” para que no se fueran a la “B”, así que violín en bolsa…

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