A Sala Llena

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CRÍTICAS

Polite

Dramaturgia y dirección: Pablo Sigal. Asistente de dirección: Agustin Godoy. Arte y escenografía: Camila Perez. Dibujos y vestuario: Matías Videla. Diseño de Iluminación: Eduardo Pérez Winter. Producción: Laura Huberman. Asistente de producción: Malena Levy. Fotografía: Luciano Badaracco. Elenco: Pablo Sigal, Ignacio Sánchez Mestre y Sofía Brito . Prensa: Pablo Hortal.

El Ciclo de Óperas Primas creado y curado por Matías Umpierrez se presenta una vez más en el Centro Cultural Rojas contando en su selección como jurado esta vez  a Mariano Tenconi Blanco y Mariana Mazover. Desde hace ocho años el ciclo se sostiene invitando a jóvenes realizadores a que experimenten, jueguen, reanuden ese diálogo entre espectador y creador, ese lugar donde se falla, se profundiza o se adquiere un ulterior conocimiento.

“Polite” es un vocablo que en inglés remite a las formas cordiales, amaneradas de hacer las cosas. Este detalle quizás tenga todo o nada que ver con esta ópera prima de Pablo Sigal que desborda de creatividad y destreza.

Una voz en off le habla a Polit, quien desde su piano intenta componer, no una canción sino una obra. Para lo que será menester la intervención de Ingu (Ignacio Sánchez Mestre) y Lagor (Sofía Brito) quienes volverán esta obra posmo-intimista en  una suerte de ensayo jugando todo el tiempo con la meta-teatralidad sin perder el horizonte, el hilo que la abarca: los miedos de Polit.

La escenografía es uno de los puntos más novedosos, fuertes e interesantes de la obra. La misma está compuesta por una pizarra magnética donde nuestros actores y co-equipers irán dibujando los lugares por los que atraviesa el discurso de Polit. La casa de sus padres, la esquina de un banco, la habitación de la casa donde Polit vive solo.

Todos los elementos que componen la puesta en escena están a la vista y serán utilizados de forma diferente a la que su curso material acarrearía. El vestuario por ejemplo puede convertirse en la imagen de dos mellizos cruzando la calle. Una cinta blanca determina los espacios y también enmarcará el nombre de la obra, etc.

Este juego de des-correr el lugar del que las cosas forman parte se materializa hermosamente en la escena en donde Polit le escribe una carta a su amigo tocando el piano. Los actores también se tornaran parte de este juego interpretando, muchas veces al mismo Polit, a su madre, a una encuestadora, o simplemente a ellos mismos.

En esta obra,  donde la cuarta pared no existe, porque de otra forma no podría llevarse a cabo, somos interpelados directamente por los miedos de Polit de una forma lúdica, traviesa y porque no musical, como él habría querido. Y navegamos desde lo narrativo, hacia lo no narrativo. Fragmentos de la dramaturgia, por ejemplo, son reciclados y utilizados luego como parte de la obra.

Las luces, no se utilizan tanto, más que para enmarcar por momentos, la soledad de Polit frente a un mundo que se le presenta siempre como peligroso, amenazante. Y la música a cargo del mismo actor y director, nos traslada a su mundo interior sin perder esa magia que se sienta en cada punta del espacio, perfectamente utilizado: la magia de un teatro nuevo,  y con ganas.

Con una economía de recursos , utilizados eficiente y creativamente y una labor actoral muy buena la obra se vuelve conmocionante y graciosa no quedando espacio para otra cosa que el pensar, en un mundo que,  desde los ojos de Pablo Sigal nos muestra una visión pintoresca y neurótica de la vida. La de un joven que se vuelve, preso de sus miedos y obsesiones,  obra de los preceptos de la cultura y sus padres un poco más “polite” de lo que debería.

Teatro : Centro Cultural Rojas – Corrientes 2038

Funciones: Jueves 5, 12, y 19 de Noviembre 21:30 hs.

Entradas: $ 60

calificacion_4

Por Sofía Lara Gómez Pisa

 

 

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