Autoría: Cecile Caillon, Julieta Carrera, Rosina Fraschina, Marcelo Katz, Fred Raposo. Dirección: Julieta Carrera. Asistencia de dirección: Paula Sánchez. Producción: Paula Sánchez. Iluminación: Lucas Lavalle. Diseño de vestuario: Laura Molina. Diseño de espacio: Gabriel Diaz. Realización de escenografia: Daira Gentile. Música: Javier Estrin. Fotografía: Irupé Tentorio.Diseño gráfico: Romina Salerno. Coreografía: Gabi Goldberg. Director musical: Javier Estrin. Elenco: Cecile Caillon, Rosina Fraschina, Marcelo Katz, Fred Raposo. Prensa: Ezequiel Hara Duck.
Son tiempos en los que se puede ver hasta reality shows gastronómicos, donde lo que parece real seguramente esté guionado y donde se exacerba la humillación de los participantes por parte de un juzgado. Lejos del ámbito televisivo, en esta obra teatral, nos adentramos en un restaurant aparentemente ubicado en algún pueblo, tal vez cerca de alguna ruta, que todavía no abrió sus puertas al público, pero los espectadores pueden introducirse en la cocina y apreciar como se prepara todo para el día en que esto suceda.
Casi sin presentación vamos conociendo a los personajes, enseguida podemos apreciar cual es el papel que cumple cada uno. La cabecilla del lugar y sus tres empleados a los que tiene a raja tabla para disciplinarlos a su modo, poniéndolos a prueba, entrenándolos con ejercicios cargados de instrucciones tan precisas como hilarantes. El personal tratará de llevar a cabo este entrenamiento, cada uno a su forma y con sus limitaciones o su falta de límites.
Se irán poniendo a prueba cada uno como empleado y las relaciones entre si, dando lugar a situaciones de enredo, momentos musicales y coreografiados, mientras se va cocinando la trama.
El simulacro dentro del simulacro hace que la ficción se ponga de manifiesto, esta exposición y la mirada payasa que atraviesa la obra es lo que traspasa la cuarta pared.
El modo payaso se hace visible con la mirada directa a público, con las posibilidades de expresión, con el juego de jerarquías, los golpes más cercanos a la torpeza que a la violencia y la seguidilla de gags, todo lo que va llevando a la complicidad y al humor.
A medida que avanza la obra nos vamos dando cuenta que estos cuatro personajes lo que mejor saben hacer no es atender un restaurant, pero si son totalmente capaces de poder entretener, hacer reír, por momentos conmover, pero sobre todo hacer que el publico la pase bien. Por más que los platos quizás nunca lleguen, es totalmente recomendable asistir a Rauch.
Teatro: El Camarín de las Musas – Mario Bravo 960
Funciones: Sábado – 21 Hs.
Entradas: $130
Por: Jonathan Sassón