Sector 9 (District 9, Estados Unidos – Nueva Zelanda, 2009)
Dirección: Neill Blomkamp. Guión: Neill Blomkamp, Terri Tatchell. Producción: Peter Jackson. Elenco: Sharlto Copley, Jason Cope, Nathalie Boltt, John Summer. Distribuidora: Columbia. Duración: 116 minutos.
Sector 9, del especialista en FX vuelto director Neill Blomkamp, es un film de Ciencia Ficción sobre una supuesta visita extraterrestre a la tierra en los años 80 que dejó varada a una nave madre en Johannesburgo, y sus tripulantes sobreviven en condiciones precarias en el denominado “Sector 9”. Al momento de tratar de reubicarlos en un campamento de mejores condiciones se dan una serie de eventos que desencadenan la acción en la película.
Para poder apreciar realmente al máximo el film hay que tener en cuenta que se juega con dos códigos; primero, el código de la ciencia ficción –donde, básicamente, se busca una excusa para realizar una crítica sobre la sociedad, o algún problema específico de ella– por el otro, el documental. Esta dos formas de críticas combinadas, sumadas a otros tantos recursos narrativos, dan un resultado ejemplar, donde un típico blockbuster logra, efectivamente, convertirse en un cine-denuncia, en este caso, contra la segregación racial.
Los grandes teóricos dicen que no se debe hablar de ficción o documental, puesto que la línea que divide a uno del otro es inexistente, sino que hay sensaciones de realidad y sensaciones de ficción. Sector 9 es un claro ejemplo de ello, por un lado, uno no duda en ningún momento que lo que se esta viendo es ficción, no hay “langostinos” en Sudáfrica ni en ningún lugar del mundo; sin embargo, la forma en la que se nos presenta nos remite claramente a una realidad que no nos es ajena, existen sectores nueve por todos lados, lo que vemos es algo mucho más palpable que una metáfora, por más que, a falta de una mejor definición, sea eso lo que se nos presenta.
Entre tanta carga ideológica, y mensaje autocrítico (Blomkamp es nativo de Johannesburgo), tenemos un film de Ciencia Ficción hecho y derecho, la acción esta muy bien dosificada, los FX son genuinamente creíbles y están utilizados en función de la historia –no al revés como nos tiene acostumbrados el Hollywood de Michael Bay– y la narración en sí es atractiva, hay algo que contar, y se lo hace bien, lo vertiginoso del cámara –nuevamente, recurso bastardeado, pero bien aplicado-, las subjetivas y cómo se lo involucra al espectador tanto en el plano ficcional como en el ético/moral hacen que uno se sumerja en esa historia a tal punto, que por momentos se siente en un videojuego, casi un protagonista. Tal vez no sea tanta casualidad si uno piensa que es el proyecto que se hizo luego de que se cayera Halo, la película.
No es una obra maestra como se ha dicho por ahí, eso seguro, pero es una fusión de muchas cosas que andan dando vueltas por ahí, en esas esquivas salas de cine, y es grato encontrarse con eso. Mucho mérito para una historia que empezó como un corto, un documental apócrifo, que se convirtió en largo luego de 5 años de trabajo, gracias a un proyecto que se cayó, realizado con un presupuesto sumamente acotado para un film de estas características, con actores desconocidos. El espíritu de la ciencia ficción auténtica vuelve a vivir y a respirar entre tanta fórmula para el éxito, y nosotros, los espectadores, agradecidos estamos.