Lo primero que resalta de Brando De Sica es su linaje: pretenece a una dinastía de puro cine, donde sobresale su abuelo, Vittorio De Sica, uno de los pilares del neorrealismo italiano. Pero supo hacer su propio camino como actor, guonista y director. Este último rubro lo trajo a la Argentina durante la Semana de Cine Italiano, para presentar su más reciente creación: Mimì – El príncipe de las tinieblas. Una historia de madurez combinada con vampirismo. Hablamos con Brando, que nos contó de la realización del film, la industria cinematográfica de su país y más.
La película es un coming of age con elementos de terror. ¿Cómo surgió esa mezcla?
Nunca fue una decisión intelectual armar un pastiche de géneros en este film. Me salió naturalmente. Es bello ser libre y no quedar confinado a un solo género. Hoy se habla de fluidez, ¿no?, con las cuestiones de género, también. Para el arte ni siquiera se tendría que hablar de esto porque se puede ser aún más libre. Salió así (risas). Se me ocurren imágenes, me aferro a esas imágenes, y si tengo suerte, me llevan a una historia. Como sucedió con esta película. Es sólo cuando ya está el sonido final que me doy cuenta de que se abren frente a mí algunas revelaciones, algunos símbolos, que no había notado. Por ejemplo, los pies deformes de Mimì. Entendió recién después que era una búsqueda de equilibrio. Es la cosa más noble que nosotros, como seres humanos, podemos hacer: buscar nuestro equilibrio, nuestro centro, para funcionar de la mejor manera y ayudar a los otros en la comunidad. Si él tuviera los pies bien anclados, bien puestos sobre la tierra, no tendría la cabeza en las nubes. Esta película narra el pasaje de la pubertad a la adolescencia, donde justamente este pasaje y esta búsqueda de la identidad todavía es más fuerte.
¿Cómo hiciste el casting? Sobre todo, de Domenico Cuomo, el protagonista.
Tuvimos un presupuesto bajo para hacer la película, pero a pesar de eso, pedí tiempo para seleccionar a los actores. Llevó un año seleccionar a los protagonistas. Miré a jóvenes de entre 14 a 23 años. En el medio surgió la pandemia, y eso extendió más el tiempo de casting. Además, quería tomarme el tiempo para entrevistarlos, porque para mí, lo más importante son la historia y los actores. Cuando hablé con Domenico Cuomo, todavía no era famoso. Después se volvió famoso con la película Mare fuori. Otros actores de la película fueron tomados de la calle. También está la actriz Abril Zamora, que viene de Madrid. Vengo de una familia de actores, así que amo a los actores.
Siguiendo con los actores, ¿te aferrás al guión y hay margen para que improvisen?
Depende de los actores. Si el actor es tomado de la calle, es mejor mantenerse a lo que está escrito y adaptarlo un poco a su personalidad. A partir de ahí, sí, podemos hacer algunas improvisaciones. A los actores que tienen una preparación técnica, como Domenico y Sara, los protagonistas, sí se les puede permitir una improvisación. Yo diseño todo el film en un storyboard, de modo que cuando llego al set, me siento libre de incorporar algo nuevo que crea mejor. Las improvisaciones son posibles cuando conocés muy bien la escena, cuando sabés muy bien qué querés de la escena. Ahí sí podés libremente aceptar la novedad y abrazarla. La escena tiene que estar bien clara desde el principio. Esto también tuvo que ser así porque no teníamos mucho presupuesto. Así que filmábamos cinco o seis escenas por día. Hay que ser muy preciso, quirúrgico. En cambio, si contás con mucho dinero, podés dejarte llevar. Pero aquí había que estar preparado. Además, es una película que tiene acción, efectos, prótesis, todas cosas que requieren tiempo. No es un melodrama, donde sólo hay gente hablando, o una comedia. Aunque la comedia es difícil (risas).
En una época el cine italiano contaba con grandes exponentes del terror, gracias a maestros como Mario Bava, Dario Argento, Lucio Fulci, Riccardo Freda, Lamberto Bava, Ruggero Deodato… Si bien Argento volvió a filmar y cada tanto surge alguna película, ¿por qué pensás que hoy se hace poco terror en Italia?
Hasta comedias de mucho éxito, como la de Cortelezzi, tampoco tienen financiación. Pensaron que no era de interés cultural, y fue una comedia de enorme suceso. Dado que no hay financiación ni subvención, nadie quiere arriesgar. Entonces siguen en la misma línea, con los mismos actores, las mismas historias. Se arriesga poco. Ya casi nadie hace terror en Italia. La comedia y el melodrama son lo que más prenden. Copan todo. Tampoco surgieron directores tan capaces como Mario Bava y Argento. Ahora conocí a nuevos guionistas y directores muy capaces y con muy buenas ideas, que han tenido dificultades para realizar sus películas. ¿Sabés cuánto tardé en hacer Mimì? Diez años, y conozco el cine italiano. No es fácil. Siempre traté de hacer las cosas por mí mismo, porque es fundamental para un director ganarse el respeto de sí mismo para ganar el respeto de los otros, como el capitán de un barco. Cada paso es difícil.
Y hablando de pasos, ¿se puede hablar de los próximos pasos?
Mimì tuvo mucho éxito en el Festival de Sitges. Hasta ganamos un premio otorgado por Katherine Kubrick, hija de Stanley Kubrick. Luego triunfó en el ScreamFest de Los Ángeles. Un agente de allá vio la película y la mandó a distintos estudios. Vengo de Los Ángeles porque estuve un mes reunido para hablar de futuros proyectos. Estoy trabajando en una historia de neo horror, basada en crímenes reales. Algo puede suceder, pero todavía es temprano.
¿Il mostro di Firenze?
Sí. Una historia basada en Il mostro di Firenze. Nos inspiramos en el caso para constar una historia de fantasía.